En un mundo donde los estereotipos determinan si una persona es bella por su físico o no, siempre salimos a la defensa del cuerpo real, tal como lo han hecho las modelos Plus Size. El problema está en que nos clavamos tanto en combatir los trastornos alimenticios como la anorexia y la bulimia, que se nos olvida que existen personas delgadas por naturaleza.

Entre los conceptos que manejamos en el diccionario urbano, existe el  ‘skinny shaming’, una práctica de la que no se habla mucho pero que daña de la misma manera a alguien que le dicen “gorda” “ponte a dieta” y demás, pero con alguien cuya complexión física es delgada; es decir, que les dicen cosas como “come algo”, “ya estás en los huesos”, “¿eres anoréxica?” .

Afortunadamente poco a poco podemos disfrutar de una diversificación de los referentes estéticos que parte de la intención de no discriminar a nadie en base a su apariencia física. La moda cada vez es más incluyente y eso es algo que se aplaude; sin embargo, en nuestro afán de valorar más el cuerpo común, olvidamos al sector poblacional que es objeto de burlas constantes por ser naturalmente delgados.

El debate acerca del ‘skinny shaming’ trata de razonar por qué está socialmente aceptado avergonzar a alguien por su bajo peso, si no lo está hacerlo a alguien por encima de él. Sobre todo ahora que tanto se habla de los cuerpos “reales” (que por definición debería incluir a personas altas, bajitas, más delgadas, menos delgadas, todas y cada cual con sus defectos y virtudes)...