Adam Jones era el Keith Richards de la cocina, un rockstar en todo su potencial, pero el alcohol y las drogas arruinaron su vida. Ahora busca retomar su carrera y convertirse en el mejor chef del mundo, en esta nueva etapa conoce a su segunda al mando que les llevará a un nuevo nivel personal como gastronómico.

Bradley Cooper da vida a Adam y es, quizá, su mejor papel en años. Su actuación es increíble, la química que maneja con Sienna Miller, que interpreta a Helene, es palpable. Ambos personajes son bien estructurados y son agradables para el espectador; sin problemas, ésta pudo haber sido la mejor película del tipo romántico del año pasado, peeero...

Narrativamente es predecible, pero llevadera. Da la impresión que Sienna es utilizada como personaje recurso, de nuevo, esta cinta tenía bastante potencial y solo queda como una narrativa que cuenta como una relación de trabajo entre un hombre y una mujer y se transforma en algo más.

Si eres apasionado de este tipo de filmes, no dejes pasar la oportunidad de la mezcla entre el amor y la comida.