Las películas de los Transformers son un caso especial en el cine del siglo XXI, aunque no respetan en nada el material original y son odiadas por fans y público en general, durante varios años recaudaron miles de millones de dólares en todo el mundo, justificando así su existencia, tanto para Hasbro, como para Paramount, responsables de la franquicia.

No obstante eso se terminó con The Last Knight, la cual fue un rotundo fracaso que llevó a reorganizar toda la saga, siendo el primero en salir el director de todo el proyecto, Michael Bay, para beneplácito de los seguidores. El siguiente paso fue darle luz verde a Bumblebee, ya no como un spin-off como tal, también como un pequeño reboot. Aunque todo sonaba muy arriesgado, el Sedan amarillo logra lo que Optimus y Megatron no pudieron en 5 películas, entregar una obra digna de los robots.

La historia nos remite a la guerra en Cybertron, donde los Autobots tienen que replegarse para crear una nueva ofensiva en contra de los Decepticons, siendo Bee el encargado de establecer una base en la Tierra; por azares del destino, establece contacto con Charly, una joven un tanto decepcionada de su vida, con la que mantendrá una curiosa relación de amigos/mascota/dueño; hasta que el conflicto extraterrestre los alcance.

Lo primero a destacar es la mencionada Charlie; a diferencia de Sam y el resto de los protagonistas humanos de las anteriores entregas, ella tiene un carisma único, por lo que no cae mal y es agradable verla interactuar con Bee, siendo algo por demás inocente; por ende, se llega a tener una empatía con la misma, además de que su historia está en equilibrio con la de el robot, nunca lo sobrepasa; cosa que era común en películas pasadas, donde el humano tenía más importancia que la batalla robótica, a pesar del nombre de la obra.

Siguiendo con los humanos, el buen John Cena hace un trabajo aceptable, si bien se mantiene en su encasillado personaje de militar, tiene diversos matices interesantes; claro, nada a profundidad, pero que sí te muestran una evolución durante el metraje. Más que nada, no se muestra como un villano tal cual, más bien es un soldado preocupado por lo que pueda pasar ante la llegada de agentes externos, tomando en cuenta que la trama se desarrolla en la época de la Guerra Fría.

Ahora bien, del lado Autobot y Decepticon, se agradece que se recupere la apariencia original de las series de los 80, sin lugar a dudas un mejor diseño que el ideado por Bay. Esto le da más calidez a los personajes, sobretodo a Bee, el cual es muy tierno, esto a pesar de que no hable en el 90% de la obra (aquí descubrimos que pasó con su sistema de voz).

Todo esto da como resultado una obra divertida que no pide mucho; de hecho, dada la temática del Sedan con vida, remite a las películas de Cupido Motorizado o Herbie, si nunca han visto los clásicos del siglo XX. Así es, Bee cumple la función de "Ocho" o "Herbie", mientras que la historia se va desarrollando, ayudando a su dueña y metiéndola en problemas como lo hacía el Volkswagen blanco de carreras. Obviamente, aquí no hay una competencia.

Esa ingenuidad de las mencionada saga de otro coche viviente, se transmite en el filme que nos compete. Claro, esto hace que caiga en todos los clichés posibles, incluyendo la del chico que pretende a la chica; pero es tímido para expresar sus sentimientos. No obstante, gracias a la temática y contexto de la obra, la narrativa fluye bien y no se siente recargada en sentido alguno; con todo y sus lugares comunes.

En cuanto a los efectos, lo más celebrado de las otras Transformes, al mismo tiempo que era lo más criticado por la obsesión de Bay por las explosiones; aquí este punto se reduce en demasía. Claro, al tener robots de 6 metros y 4 toneladas de peso rompiéndose la cara, es lógico presentar escenas de acción recargadas de destrucción; no obstante se nota que el director es otro, pues no tenemos esa saturación que nos impedía ver que era lo que pasaba en realidad, cada una de las explosiones está justificada y, curiosamente, el mejor combate involucra un mano a mano con el protagonista y un Decepticon.

Pasando a la música, se trató de hacer algo parecido a lo que se vio en Guardianes de la Galaxia, apelando a un soundtrack nostálgico, con piezas icónicas de la época. No obstante, aunque las melodías son buenas, no es tan memorable como lo hecho por Marvel y Star Lord; aún así no se siente fuera de lugar.

En general, Bumblebee es una obra disfrutable; eso sí, no le pide nada al público; la trama es sencilla centrada en el entretenimiento puro, más allá de entregar algo profundo que analice la visión de la guerra entre los conocidos bandos. Aún así, en una extraña contradicción, entrega algo más sólido que toda la saga previa; mejor elaborado y con una narrativa de verdad, no sólo acción por acción. 

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Bumblebee es la primera película de Transformers que se siente como una película de Transformers.