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James Wharton

Reino Unido.- James Wharton fue el primer soldado británico en hablar abiertamente de su homosexualidad, ahora es un referente obligado en la lucha por la igualdad de derechos en su país.

Su carrera militar comenzó en la Unidad de Élite del Ejército Británico; se encargaba de escoltar a caballo a la Reina Isabel II cada vez que salía del Palacio de Buckingham. Luego fue enviado a Irak y Canadá. Finalmente, en 2013 y tras la boda de Kate y William, Wharton se retiró de la milicia y se dedicó a la lucha por los derechos de la Comunidad LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans).

Hace poco Wharton publicó un libro titulado Out of the Army; My life as a Gay Soldier (Fuera del ejército; Mi vida como soldado gay), en el que relata las dificultades de ser un soldado abiertamente gay, sus amores en el Ejército, noches de sexo militar y por supuesto su estrecha relación con el príncipe Harry de Gales.

A continuación una entrevista que Wharton concedió al diario español La Vanguardia, la parte donde relata el momento en que el príncipe Harry acudió a su rescate aparece destacada:

¿Qué le llevó a alistarse en el ejército?

No me gustaba el colegio y quería convertirme en soldado para hacer amigos. Cuando tuve 13 años me uní a la sección de cadetes y a los 16 realmente entré a formar parte del ejército británico. A pesar de mi homosexualidad, estaba convencido de que quería convertirme en soldado.

¿Es un fenómeno extendido el de los militares gays en el ejército?

En mi época había muchos soldados en el armario y actualmente también, aunque no únicamente en el ejército, sino también en el mundo del deporte, por ejemplo. Muchos militares no se ven con la motivación y el coraje de salir del armario, aunque creo que cada vez salen más.

El 7 de septiembre de 2003 fue su primer día. ¿Cómo lo recuerda?

Fue un día muy extraño, porque fue el momento en el que acabó mi época de niñez. A pesar de eso estaba muy contento de formar parte del ejército y había estado siete meses esperando impacientemente ese momento.

Y la primera advertencia llegó rápido…

Cuando entré a formar parte del ejército, no sabía cuánto tiempo tardaría en encontrarme con los primeros “problemas” por ser homosexual. Lo que no me esperaba es que llegaran tan pronto, 45 minutos después de mi primer día en el escuadrón. En la presentación, un sargento nos explicó las normas principales: llegar puntual, llevar la vestimenta adecuada, no intimidar a nadie y no salir del armario si alguien es "marica". Esa consistencia hizo que mi primer día tuviera un profundo efecto y me hiciera meterme más en el armario. Fue una pena, pero ese es el reflejo de cómo era el ejército.

¿Cuándo decidió salir del armario?

Decidí dar el paso 21 meses después de empezar, coincidiendo con el momento en el que me enviaron a Londres. Con este traslado cambió mi vida, descubrí que es una ciudad gay friendly y fue la primera vez que hice verdaderos amigos. Por todo esto, llegó un momento en el que me encontré cómodo deciendo que era gay. Las primeras personas a las que se lo dije fueron soldados y tan pronto como lo comuniqué comprobé lo bien que me sentía como persona. Me lamenté de no haberlo dicho antes.

¿Cómo fueron los momentos posteriores?

Esos días todo el mundo hablaba de mí, por lo que me sentía un poco bajo presión. Pero ahora lo pienso y me congratulo, porque la gente estaba hablando de sexualidad y se interesaba por mí. Fue complicado estar en esa posición pero fue positivo.

¿Era el británico un ejército abierto en su época?

Sí, teniendo en cuenta que, por ejemplo, en 2005 un militar de las fuerzas armadas de EU no podía salir del armario. A pesar de que el ejército británico ha sido muy abierto en aceptar la homosexualidad de sus miembros, todavía queda mucho por hacer. De hecho, si yo hubiera ingresado en el ejército antes de 1999, el hecho de dar a conocer mi orientación sexual me hubiera supuesto el puesto de trabajo.

Y llegó el primer ataque homofóbico…

Sí. Estaba en el bar del cuartel del Hyde Park, en Londres, y había un soldado, que conocía pero que no era mi amigo, que estaba intentado ligar conmigo. Al final de la noche, me invitó a ir a su habitación, y fui. Cuando llegué, su actitud cambió y me empezó a pegar y agredir, por lo que tuve que ir al hospital. Parece que su única intención era hacerme daño y no fue un episodio bonito.

En el libro narra las fiestas de alcohol de los soldados: ¿Cómo podía combinar eso con el trabajo diario?

Es un increíble contraste de vida. Por las tardes, cuando acabábamos el trabajo nos íbamos al Soho a emborracharnos y a la mañana siguiente teníamos que ir montados en nuestro caballo al lado de la reina. Fue una experiencia que viví con 18 años y que volvería a repetir, aunque ya no tengo la energía suficiente. Creo que cuando alguien mantiene su homosexualidad en secreto durante un largo período de tiempo se pierde la oportunidad de descubrir sitios para salir en la escena gay, conocer gente y tener sexo.

¿Había mucha adicción al sexo?

En mi escuadrón éramos todos chicos, por lo que el tema sexual era un aspecto de la vida diaria. El intercambio de DVD de contenido pornográfico entre soldados era muy común. Pero creo que un ambiente de hombres, como es el caso del fútbol, tiende a ser así.

Y en una de sus visitas a su familia encontró al que ahora es su marido…

En uno de mis viajes a Gales, decidí entrar en una red de contactos gay para buscar amigos, o lo que fuera. Y me encontré con Thom, una persona que vivía en mi mismo pueblo, por lo que quedé a tomar algo con él. Nos enamoramos y se convirtió en mi novio. Curiosamente, cuando él vino a vivir a Londres a mí me enviaron a Irak y nuestra relación se rompió. Al cabo de un tiempo, nos volvimos a reencontrar.

Y en Irak conoció a un soldado que le marcó su vida…

En 2007, cuando estaba en Irak y pocos días después de dejarlo con Thom, por azar conocí a Sammy, un soldado estadounidense, y empezamos a entablar una relación de amistad a lo largo de las 11 semanas que estuve allí. Sammy era un soldado real, plenamente comprometido con su tarea y no quería decir que era gay porque rompería la ley y sería expulsado del cuerpo. Me dijo que estaba esperando el momento en el que fuera legal para decirlo y en aquel momento sentí por primera vez qué quiere decir ser discriminado sexualmente. Desgraciadamente, no nos pudimos despedir y perdí el contacto con él.

¿Cómo se sintió cuando le comunicaron que iba a trabajar codo con codo con el príncipe Harry?

En su momento entrené para ser artillero y estaba esperando poder trabajar de eso. Cuando fui a Canadá, primero estuve de conductor y luego me informaron que mi primer trabajo iba a ser convertirme en artillero del príncipe Harry. Me sentí muy satisfecho, aunque ya había coincidido con él anteriormente. Cuando me informaron de ese trabajo no pude decírselo a ningún compañero, pero me imaginé que cuando los soldados lo supieran se pondrían contentos.

¿Qué relación tenía con él?

Es muy familiar, quizás demasiado, y esa es la principal diferencia con su hermano. Con el príncipe Enrique tuve muchas conversaciones de compañero y amigo y era completamente normal, ya que es una persona muy cercana. De hecho, él me preguntaba en muchas ocasiones sobre temas de mi vida privada y yo también hacía lo propio con él. Cuando él me preguntó cuándo perdí mi virginidad con un hombre, se lo expliqué y le pregunté lo mismo a él. Es increíble lo fácil que era iniciar una conversación sobre sexualidad y homosexualidad, y el príncipe se involucraba e interesaba mucho en lugar de quedarse callado.

Y le reveló que se considera un icono gay…

Creo que se quedó conmigo cuando me dijo que le habían dicho que tanto él como William eran iconos del mundo gay. Yo le dije, en broma, que creía que no lo eran y empezamos a bromear sobre esto. La realidad es que actualmente Harry es muy popular entre los gays.

En Canadá, el príncipe Harry le salvó de su segundo ataque homófobo. ¿Cómo lo vivió?

Había mucha bebida y alcohol en el ejército. En Canadá, un soldado que no conocía de nada empezó a hablar conmigo y antes de que la cosa fuera a más consulté con mis amigos. Al final nos encontramos los dos en la cama de mi habitación. En la mañana siguiente, mis compañeros estaban hablando de cómo les había ido la noche anterior y yo, estúpidamente, les expliqué sin dar detalles, pero todos sabían que me había acostado con el soldado con el que estaba hablando. El soldado lo negó y vinieron sus amigos para hablar conmigo de forma maleducada y chillando. En ese momento acudí a Harry para explicarle lo que había pasado y pedirle ayuda. En poco tiempo, el príncipe arregló la situación y estoy muy satisfecho de que me haya salvado de un ataque homófobo.

¿Cuándo decidió que debía poner punto y final a su andadura en el ejército?

Fue en la boda de los duques de Cambridge. Escolté durante la jornada a Isabel II y, al final, cuando me bajé de mi caballo descubrí que tras 10 años mi trabajo en el ejército había acabado y que ya no tenía nada más que hacer. Así que progresivamente lo fui dejando.

¿Se arrepiente de la decisión?

No, para nada. Creo que 10 años en el ejército es correcto y mi trabajo ya estaba hecho. No me fui por nada relacionado con mi sexualidad, aunque pienso que a veces he podido ser utilizado por el hecho de se gay. Además, el hecho que sea un activista gay no hace demasiada gracia en el seno de las fuerzas armadas. Si todavía estuviera en el ejército, no podría hacer lo que hago.

¿Qué consejo daría a aquellos que se encuentran en la misma situación que usted en 2003?

Es muy personal, pero a alguien que esté en el armario le diría que cuando lo haces público, inmediatamente tu vida mejora en todos los niveles. No quiero animar a que todo el mundo desvele su homosexualidad si se encuentra en un ambiente poco propicio para hacerlo. Antes de dar el paso, mejor hablar en primer lugar con los amigos más cercanos.

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Con información de La Vanguardia