Fue un día como hoy, 6 de febrero, pero de 1988 cuando Michael Jordan realizó aquella clavada icónica que se acabaría convirtiendo en el estandarte de Su Majestad y que incluso se convertiría en la insignia de una marca que hasta la fecha sigue rompiendo fronteras. 

Fue durante el Fin de Semana de las Estrellas de la NBA, donde, en su propia casa, Michael Jordan enfrentó a Dominique Wilkins, estrella de los Halcones de Atlanta, en un duelo que será recordado para la posteridad por la gran calidad de ambos personajes de cara al aro.  

Wilkins ya había sido campeón del concurso de clavadas en 1985, mientras que Jordan era el campeón vigente, por lo que este tercer enfrentamiento significaba el campeón de campeones para saber quien sería el mejor. 

Después de clavadas impresionantes por parte de ambos personajes, fue hasta la última ronda donde ‘MJ’ voló desde la linea de tiros libres y, como si se suspendiera en el aire, retacó la bola en una imagen que será recordada hasta el fin de los días.