En la Política existen mujeres que en lugar de ocultar su feminidad como Hillary Clinton o Angela Merkel, son como Theresa Mary May que viene de la misma escuela que Thatcher en lo que se refiere al power dressing político. “Se visten para ser mujer”. Y se distinguen por el power dressing en su actuar político. Confunden las expectativas de los demás y utilizan su estilo femenino para obtener una ventaja en el mensaje político que se quiere transmitir.
Mujeres políticas como May no le temen a un look sexy. Son provocativas y lesgusta la moda. Incluso llegan al extremo que después de que uno de sus atuendos da mucho de qué hablar, utilizan otro más atrevido.
En contraste, en muchos artículos publicados por la prensa se puede leer sobre el estilo de vestir de Merkel como un perfil políticamente correcto.
La esencia de sus trajes: un conjunto con pantalones llevado con zapatos mocasines bajos e invariablemente complementado por un collar discreto, hacen que frecuentemente Merkel sea la más brillantemente colorida presencia de las reuniones de los líderes mundiales – hombres o mujeres-. BBC, por ejemplo, escogió presentar una comparación entre Angela Merkel y Margaret Thatcher. El ya famoso Pantone Merkel tiene por autor a un diseñador gráfico holandés y hay quien afirma que tiene un traje sastre diferente para cada día del año.
El tema del estilo de Angela Merkel está en realidad, tratado con la misma sobriedad, la misma sensatez a la cual ella representa. Algo fuera de lo común en el ambiente Político, lo que incluso propició que de pronto los zapatos de Ángela Merkel se volvieran el centro de la geopolítica global.
En una de sus visitas a Argentina la prensa llenó más planas con encabezados como: “Polémica por diferencia de zapatos entre presidentas Angela Merkel y Cristina Fernández” que con los temas tratados en la reunión de ambas.
En estos tiempos en que la imagen pública ha tomado singular relevancia en la arena política, llama la atención mujeres que se mantienen al margen y pregonan un estilo sencillo de vestir. Dejando claro que su prioridad es enfocarse a los asuntos públicos “restándole importancia a su apariencia femenina”.
Leyendo lo que publica hoy Don @federicoarreola titulado Tacones altos en el SAT: el Dr. Meade debe poner orden en esa casa de modas sdpnoticias.com/nacional/2017/… Recordé una anécdota que leí hace tiempo en el diario de circulación nacional (El Universal) sobre Angela Merkel, la mujer más poderosa del mundo según Forbes y de quien algunos incluso plantean el debate ficticio de si ella es, la mujer detrás del motor de la Comunidad Europea desde 2005.
La anécdota versa entre Merkel y su asistente Beate quien trataba de convencerla de aceptar usar unos zapatos Gucci de tacón de 10 centímetros y de más de 3 mil euros que la Sociedad Europea de la Moda donó a la Cancillería. Los modistas de Europa le pedían encarecidamente los usara en la foto del G20 con los estadistas de las 20 mayores economías del planeta y sus cónyuges. Una foto de grupo que enseguida daría la vuelta al mundo.
Merkel Tomó el par de Gucci y se los calzó. Caminó encima de ellos mientras mantenía el equilibrio y exclamaba: ¡Pero implica caminar de puntas, como una bailarina! Con estos zapatos puestos debo elegir entre caminar sobre ellos o pensar. Ambas cosas no se pueden a la vez.
Su asistente insistía en que sería la única mujer estadista, y no solo eso: la mujer más poderosa del mundo, y por eso los modistos de Europa le rogaban que esa persona más poderosa del mundo, que sería por primera vez en la historia una mujer, usara esos zapatos de tacón y hasta querían publicar al otro día una plana en los periódicos principales del mundo la foto y la leyenda: Alta sobre sus zapatos altos.
Merkel mientras usaba los altos tacones recordaba en voz alta que a las mujeres chinas, en los tiempos imperiales, les amarraban de niñas los pies, para que no les crecieran, y así nunca pudieran huir de los hogares de sus padres y luego de los hogares de sus maridos.
Y de los zapatitos de tacón decía, son las cárceles portátiles de las mujeres de Occidente.
Merkel después de caminar un rato sobre ellos, dijo enfática: “Que me disculpen los señores de la moda” y al volver a ponerse sus mocasines planos afirmó:
—No se puede liderar al mundo de puntitas-