En los siguientes renglones se compartirán vivencias y sentimientos, algunos a flor de piel, otros conmovedores. Situaciones a las que están expuestas todas las personas que viajan en transporte público, principalmente en los llamados ?peseros?. Desde el chofer cascarrabias, hasta los arrimones? desde la alegría de ir sentado todo el trayecto, hasta el sentimiento de rabia que te invade por ser víctima de un carterista. Continuamos?

?Váyanle pasando todos hasta atrás? es una frase que comúnmente se alucina cuando el chofer la pronuncia, ya que significa que tienes que recorrerte y no quedarte en la entrada. Nunca falta la persona que le grita con enojo: ?ya no cabemos?.

No hay forma de describir la alegría que causa el encontrar lugar para sentarse, y más cuando el camino es muy largo.

Sentirte desdichado cuando el volumen de tus audífonos no es lo suficientemente potente para evitar las cumbias del pesero.

Usar el pesero como cunita, porque te encuentras cansado.

Caer en confusión cuando te subes y el chofer pregunta: ?¿cuántos?? y no hay nadie adelante ni atrás de ti.

Sentarte hasta adelante en el pesero y no poder hacer group-selfie.

Sentir una brisa ligera de liberación cuando te toca ir junto a la ventanilla y te da todo el aire directo en la cara.

Considerar que eres poderoso cuando te metes a fuerza al pesero.

Sentir frustración cuando el chofer sube todo el volumen al reggaeton y tu te encuentras leyendo o estudiando. 

Tener la inteligencia pura de comprar chuchería y media a los que se suben a vender artículos, con tal de no morir.

Sentir mareos cuando tuiteas o vas en el facebook.

Subirte al pesero y sentir que estás en una discoteca ambulante. Se te pega la rola, crees que necesitas reggaeton, ¡dale!

Comprobar el sexto sentido femenino, la audacia en la mujer, especialmente cuando se delinean los ojos sin problema, ya sea que les toque ir de pie o sentadas.

Tener un sentimiento de tristeza y coraje cuando tocas el timbre? y te bajan mil cuadras después.

Ese momento incomodo, cuando te toca ser el protagonista del evento del payasito que se trepa al pesero, haciéndote partícipe de sus bromas, no te queda de otra más que seguirle el juego.

Sentir que estás en la Fórmula Uno, cuando dos o más choferes deciden jugar carreritas. Comienzas a rezar por ti y por los tuyos. 

Si eres mujer, sentarte hasta atrás y sentir que todo te tamborilea.

Como dicen por ahí: ?No hay amor más sincero que el que se da en el pesero?