Sobran películas que hablen de un futuro en que la calidad de vida urbana está reservada para unos pocos, en tanto que unos muchos, los pobres, viven fuera de esas doradas murallas, alejados de las grandes promesas de la gran ciudad.

Lo irónico, es que aunque esas películas exageran (o adelantan) los efectos de las crisis económicas, todo tipo de conflictos globales, la polarización social, el deterioro del concepto de ciudad y las consecuencias de la falta de cuidado al medio ambiente, el hecho es que la canija realidad pareciera esmerarse en replicar la precuela de la serie.

Porque el hecho es que vivimos en ciudades que aceleradamente se están convirtiendo en un espacio inhóspito para la población de menores ingresos, provocando el crecimiento de la pobreza urbana, que, de acuerdo con los expertos, llega a ser mucho más aguda y cruel que la que se vive en las zonas rurales.

La pobreza urbana es terrible... Define con claridad y dureza el futuro de quienes la padecen y deja profundas cicatrices en las estructuras urbanas.

Habrá que ver qué futuro espera a las ciudades de un país que irresponsablemente descuido sus estructuras urbanas... ¿Hay solución?

¿Se puede pensar que esa solución permita enmendar el camino y consolidar ciudades que sean la base para construir mejores escenarios de futuro?

Por supuesto, debe quedar muy claro que lo que pase en las ciudades ha sido y sigue siendo responsabilidad de los gobiernos.

Tiene razón el titular de la Sedatu (Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano) Román Meyer Falcón, al insistir en la urgencia de que el Estado recupere la rectoría de la agenda urbana y la política de vivienda.

Porque si bien la construcción de ciudades es tema en que todos participamos; gobiernos, sociedad, iniciativa privada y empresarios inmobiliarios, el hecho es que toca a los gobiernos la enorme responsabilidad de coordinarse para definir Política Pública, regulación e inversiones en aquellas infraestructuras indispensables para dar viabilidad a los procesos urbanos.

Se necesita que el gobierno federal recupere la batuta y la use para establecer visión, objetivos, política, marco de referencia e instrumentos que permitan sentar la base de un modelo de ordenamiento territorial que pueda ir de lo macro a lo micro, para bajar de la escala nacional a la regional, metropolitana, urbana e incluso barrial.

Se necesita que como parte de ese modelo, el gobierno federal modele una Política de Vivienda en sintonía, aprovechando para ello la fortaleza de organismos nacionales tan fortalecidos como el Infonavit, el Fovissste y la Sociedad Hipotecaria Federal...

Una Política de Vivienda capaz de responder a las escalas del territorio, pero privilegiando la atención a todos los segmentos de población, con especial énfasis en los grupos más vulnerables o que no han sido debidamente atendidos.

Por supuesto, bajar a cancha un plan de desarrollo territorial, desarrollo urbano y vivienda, implica que las claridades de un programa nacional se trasladen en armonía al ámbito municipal, porque es allí, en los municipios, en donde se decide la realidad de la planeación urbana y la política de vivienda.

De poco servirá una política nacional si no hay capacidad para alcanzar acuerdos con los municipios y hacer el cruce transversal indispensable para involucrar en el proceso a todas las instancias de gobierno relacionadas con el desarrollo urbano y la vivienda.

Lograr la recuperación de la rectoría que menciona el titular de la Sedatu, es indispensable para aspirar a un futuro en que las ciudades sean espacio de oportunidades y desarrollo para todos quienes las habiten.

Espacio en que la gente podrá encontrar soluciones adecuadas para toda necesidad relacionada con una vivienda adecuada, debidamente fortalecida con todos los vínculos que implica una ciudad.

Meyer Falcón tiene por delante el enorme reto de plantear un sistema integral que permita aprovechar en forma eficiente y sostenible el territorio, al mismo tiempo que da forma a un modelo de vivienda capaz de fortalecer tanto la demanda, como la oferta.

¿Por dónde empezar? ¿Por tejer los vínculos entre política federal y regulación municipal? ¿Por mejorar y homologar las prácticas de toda instancia relacionada con el uso y gestión del suelo? ¿Por desarrollar modelos de crédito, ahorro y subsidio que permitan a más gente tener acceso a una vivienda? ¿Por implementar profundos procesos de regeneración urbana respaldados con la participación social?

Hay que atender la necesidad de producir las viviendas que la gente necesita...

Y esto implica aprovechar las fortalezas de las cadenas productivas relacionadas con la producción y financiamiento de vivienda...

Y en consecuencia, salir a transmitir confianza para lograr que las inversiones privadas en el sector se mantengan e incluso puedan crecer sobre la misma base de las metas que se pretende alcanzar.

Estamos a tiempo de evitar que nuestras ciudades se conviertan en el campo de batalla de personajes del corte de aquel legendario Mad Max... Un Mad Max a la mexicana.

A ver... Puede ser que las películas de que hablaba al inicio de este texto fueran un poco exageradas... Pero el hecho es que nada mal vendría asumir los retos urbanos y, en lugar de verlos como la velada amenaza de un futuro post apocalíptico, los tomáramos como la gran oportunidad que son... La oportunidad de construir un futuro planeado, sobre la base de una sólida política de ordenamiento territorial, desarrollo urbano y vivienda.

Horacio Urbano es presidente fundador de Centro Urbano, think tank especializado en temas inmobiliarios y urbanos

Correo electrónico: hurbano@centrourbano.com

Twitter: @horacio_urbano