La advertencia o alerta de viaje para Quintana Roo emitida este martes por los Estados Unidos, se suma a la recomendación formulada por el gobierno de ese país a sus ciudadanos, el pasado 26 de julio, respecto a las bebidas con alcohol adulterado. Ambos asuntos son delicados, porque de ninguna manera favorecen a nuestra industria turística, pero tampoco deben ser vistos con afanes sensacionalistas, como si se tratara del inicio de una crisis para la actividad turística de Quintana Roo y del país. No es así, por fortuna.

Cierto es que Quintana Roo por primera ocasión es incluido, por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, en una alerta para informar a sus ciudadanos sobre los posibles riesgos de viajar a los principales destinos turísticos de Quintana Roo (Cancún, Playa del Carmen, Tulum y Cozumel), ante la infortunada violencia generada por las bandas del crimen organizado.

La alerta o “warning”, vale decirlo, no es exclusiva para Quintana Roo. También contempla a los estados de Baja California, Baja California Sur, Chiapas, Colima, Veracruz y Guerrero, y tiene sus especificaciones y niveles, pues recomienda a sus ciudadanos, por ejemplo, no viajar a la península de Baja California, Guerrero, Chiapas y Veracruz, mientras que con Colima se pide utilizar sólo la carretera número 110 de la capital al mar.

En el caso de Quintana Roo, el Travel Warning del gobierno norteamericano únicamente pide tomar previsiones de seguridad a sus ciudadanos en Cancún, Cozumel, Playa del Carmen y Tulum, en una clara diferencia con las otras seis entidades muy sustancial, porque no se formula ninguna negativa o restricción para visitar esos atractivos de la entidad.

Sería, entonces, erróneo creer o suponer que este tipo de alertas perjudicarán la gran afluencia turística hacia Quintana Roo, que es de más de 16 millones de turistas por año, más de la mitad de ellos extranjeros, particularmente norteamericanos, que han hecho de Quintana Roo su destino turístico predilecto no sólo de México, sino de toda América Latina.

Lamentablemente esta clase de informaciones suelen ser vistas, no pocas veces en forma malintencionada, como una muy grave acusación, con la cual la autoridad norteamericana incluye al lugar en cuestión en una “lista negra”, de malos presagios turísticos y económicos para los sitios señalados.

Las cosas como son: se trata, en cuanto a Quintana Roo, de recomendaciones y avisos preventivos, más no de prohibiciones o limitaciones para la ciudadanía de los Estados Unidos. El turismo nacional o extranjero ha estado prácticamente a salvo de la furiosa y asesina presencia de los grupos delictivos que operan en Quintana Roo.

Ciertamente algunos ciudadanos extranjeros –no precisamente turistas-, han perdido la vida en hechos relacionados con el crimen organizado, como ocurrió en la discoteca Blue Parrot de Playa del Carmen. Pero los visitantes no son el objetivo de las implacables mafias asentadas en el Caribe mexicano.

A principios de este 2017, falleció una turista del vecino país por presuntamente consumir bebidas con alcohol adulterado en Playa del Carmen, lo que generó una recomendación del propio gobierno de los Estados Unidos a sus ciudadanos, para que tomen sus precauciones al respecto, en un asunto de otra índole que, sin embargo, también se inscribe en el ámbito del turismo.

En este tema hubo que endurecer la vigilancia a los establecimientos turísticos de la entidad, y es deseable que ese combate a las bebidas adulteradas rinda resultados efectivos, para demeritar en serio esta reprobable práctica que atenta contra la salud de los turistas y contra el prestigio de nuestros destinos turísticos.

Retomando el “warning recién publicado por los Estados Unidos, insistimos en que, más de allá del debate semántico sobre si es advertencia, alerta o aviso, no debe dimensionarse más allá de lo que objetivamente es para Quintana Roo: un llamado a la prudencia para los ciudadanos estadounidenses, y un serio aviso más a las autoridades mexicanas en cuanto a que es impostergable detener la presencia y el avance de las organizaciones criminales.

Este “warning” no tienen por qué alterar la exitosa dinámica turística de Quintana Roo, la primera entidad turística del país, pero es imperativo que las autoridades de los tres niveles replanteen las estrategias y la coordinación, lo cual de ninguna manera es fácil pero debe hacerse y ya. No se debe perder más tiempo.

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