Jalisco está en la antesala del cambio de gobierno. Estamos convertidos en una entidad federativa singular y moderna, que cruza la historia distinguiéndose por haber tenido transiciones democráticas que han llevado desde los gobiernos hegemónicos con origen en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), remplazados a finales del siglo XX por 3 periodos de gobernantes emanados del Partido Acción Nacional (PAN), y a una nueva ventana de transición, con el gobierno electo el 1 de julio emanado del Partido Movimiento Ciudadano (MC). El candidato ganador de la elección, alcanzó aproximadamente 1´350,000 votos, lo que lo convierte en el Gobernador más votado en la historia del estado de Jalisco. Enrique Alfaro Ramírez rompió con el paradigma del bipartidismo en la entidad, enfrentando con éxito incluso la ola de Morena, que a nivel local no logró encabezar el gobierno local.
Así, la nueva alternancia redibuja el mapa de pesos y contrapesos políticos, renueva los actores protagónicos de la política local, insta al próximo gobernador a consolidar a sus partidarios, aliados y adhesiones para consolidarse como una fuerza ordenada y con desenvolvimiento coordinado, un bloque sólido, liderados por un gobernador legitimado por la cuantiosa votación y la amplia distancia cercana al 20% con referencia al segundo lugar en la elección, así como por contar con abanderados de su movimiento en la mayoría de los gobiernos municipales de Jalisco, tener una fracción parlamentaria numerosa que desde el Congreso del Estado dará soporte y blindaje a su gobierno, y desde el Congreso de la Unión, los Senadores y Diputados Federales de su partido le gestionaran acuerdos, consensos, alianzas y recursos públicos para vigorizar la influencia y tejer nuevos entramados de poder de cara al futuro político del gobernador, de su grupo y de sus aliados estratégicos.
El próximo reto para el gobernador de Jalisco, es lograr aceleradamente remodelar el funcionamiento de algunas partes del aparato de gobierno, considerando que la política pública es el ámbito privilegiado de realización del "pacto" entre Estado y sociedad. La modernización del estado, la recomposición de las fuerzas, la creación de espacios nuevos y diversificados de expresión de los ciudadanos, propiciaran transformación en el aparato burocrático, para hacerlo más ágil y actual.
El tono de las nuevas políticas públicas debe reconocer el espacio de lo público, ubicar ahí las necesidades y cambios que deben ser atendidos e impulsados, entender y pesar las consecuencias de actuar o de no hacerlo, el sentido que se dará a las acciones y sus relaciones con otras dinámicas, y los recursos de todo tipo que tendrán que movilizarse, que áreas o dependencias requieren de intervenciones y refuerzo extra. El gobierno entrante deberá dar continuidad a procesos, programas y políticas socialmente indispensables, adecuándolos a la circunstancia actual y a los nuevos retos que produce la dinámica poblacional.
Gobernar implica conducir, dirigir y ejecutar políticas públicas para alcanzar el desarrollo, que no es el simple crecimiento económico, sino que abraza tres objetivos amplios, que deben estar equilibrados proporcionalmente entre sí:
1. Objetivos económicos: crecimiento económico, generación de empleo y riqueza.
2. Objetivos sociales: compatibles con los económicos, como aumentar la calidad de vida y el bienestar social de los ciudadanos del país o territorio.
3.Objetivos políticos o de ciudadanía a través del establecimiento y extensión de derechos y responsabilidades políticos básicos para todos los individuos y grupos de la sociedad.
El gobernador electo de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez, entre sus fortalezas conocidas ha demostrado inteligencia, pensamiento estratégico, capacidad de organizar equipos de trabajo, precisión en el manejo del ritmo, la velocidad y las pausas (timing) en su desempeño, habilidad en la utilización de herramientas tecnológicas para la información y comunicación y otra serie de factores que lo han conducido a lograr sus objetivos.
Como gobernador del estado a partir del día 6 de diciembre próximo, todo ello abona, enriquece y sirve, pero no será suficiente. El gobernador deberá desenredar el complejo entramado de dominar el aparato burocrático estatal, integrado por cotos de poder, reparto de posiciones entre grupos y personajes que quizá no estén ya considerados para el siguiente periodo de gobierno, de liderazgos entre los trabajadores convertidos en grupúsculos de presión, de una cultura laboral que requiere actualizarse y desarraigar costumbres y usos que no son útiles al buen desempeño de las oficinas públicas, ni a la imagen del gobierno, ni a la reputación de los funcionarios y gobernante.
El tamaño del reto exige que Enrique Alfaro Ramírez sea un gobernador arropado por un equipo cercano aún más grande que el que actualmente tiene. Ese equipo por necesidad y supervivencia, debe de ser conformado aquilatando en primer término la confianza. De no ser así, la inmovilidad, el desencuentro, las suspicacias y “la grilla”, impedirían el funcionamiento del equipo, del gabinete, del aparato de gobierno y de la ejecución misma del plan de gobierno, anclada en el cimiento de un liderazgo carismático como lo es el próximo gobernador.
A ese equipo deberá fortalecerse incorporando nuevos aliados, nuevos engranes de una maquinaria en crecimiento y que deberá refinar incrementando su poder cognoscitivo, de comunicación, de movilización social, de fuerza de tarea, de dique de poder. Todos sus integrantes deberán ser capaces de recurrir a los criterios técnicos, sobre el conocimiento de sus funciones y responsabilidades, para que trabajen de manera racional, profesional, sin impulsos, caprichos ni ocurrencias.
Además, el equipo de gobierno deberá tener como lineamiento fundamental, la sensibilidad y el respeto a los gobernados. Funcionarios confiables, capaces y cercanos a la gente, que den resultados, que impulsen y defiendan la imagen colectiva de su gobierno y respondan así a la expectativa auto impuesta de cumplir, servir y seguir adelante, en un ambicioso proyecto supra administrativo gubernamental, que se ha llamado “Refundación”. Para ello deberá consolidar su equipo de trabajo, combinarlo entre lo político y lo burocrático, sumar gente talentosa, profesionistas destacados, liderazgos netos, voces ciudadanas libres, expertos, académicos, teóricos, gente con principios, con buena fama pública, con poder de convocatoria, capacidad de desenvolvimiento social, influencia mediática, actitud de servicio y compromiso con el proyecto colectivo.
Con todos los reflectores enfocados hacia ellos, con las miradas directas de la sociedad jalisciense, del gobierno federal monitoreando cada movimiento, cada obra, cada estrategia y cada comunicado, con una sociedad que le dio el espaldarazo a Enrique Alfaro pero que con su triunfo no sació su sed de justicia, sino que sigue agazapada, ansiosa, inquieta, inconforme, que al parecer detuvo su ebullición y su hartazgo anti sistémico en un compás de espera, pero que no durará más de unos pocos meses si el gobierno de Jalisco no hace bien las cosas y da evidencias de progreso, de mejoría y de resultados en el corto plazo, contextualizan el escenario que vivirán la sociedad y el gobierno de Jalisco. El tiempo de responder a las expectativas de los ciudadanos está por llegar.