¿Qué hubiera pasado si Andrés Manuel hubiera sido presidente en el 2006? Permítasenos un poco de política ficción para estos tormentosos días de verano…
AMLO gana en el 2006
Domingo 2 de julio de 2006. Andrés Manuel amanece nervioso; quizá hubiera dormido mejor si sus vecinos de abajo no le hubieran hecho aquella cena. Además, quienes le apoyan, mucho le han insistido en que hay una fuerte sospecha de trampa en las urnas.
Elige salir con los reporteros que ya le esperan y, de paso, pedir a la gente acuda a votar de forma libre y ordenada; sabe que si salen todos a votar, no habrá forma de que le roben las elecciones.
La jornada transita sin novedad, el candidato presidencial por la Coalición por el Bien de Todos está confiado; el Instituto Federal Electoral sigue dos procedimientos distintos para dar a conocer los resultados preliminares. Primero el PREP (Programa de Resultados Preliminares), para comunicar tendencias, y segundo, el Conteo Rápido.
A las 23:00 horas del 2 de julio, el Presidente Consejero del IFE, Luis Carlos Ugalde, anuncia que los resultados si bien cerrados, marcan como seguro ganador a López Obrador.
Será la primera vez que gane un candidato propiamente de la izquierda mexicana y también de que el PRI quede en un lejano tercer lugar. Calderón, candidato del PAN hace ademán de impugnar las elecciones, pero Manuel Espino Barrientos, presidente de Acción Nacional le dice que los panistas defienden la institucionalidad y que se acata el dictamen del IFE. El mejor abogado de Calderón, Germán Martínez le sugiere no impugnar los resultados. Considera que hacerlo hubiera sido peligroso.
Una presidencia acotada
Así, el 4 de julio, después de que el IFE tiene los resultados definitivos, se anuncia de forma oficial que el próximo presidente de México es Andrés Manuel López Obrador. A los complotistas no les gusta que el día del anuncio coincida con el aniversario de la independencia norteamericana. En cambio, a Andrés Manuel le fascina; lo ve como un buen augurio de una política independiente de Washington.
Sin embargo, es muy consciente de que estará acotado. En el Congreso cuenta —gracias a su alianza— con 157 diputados. Un buen número, pero ni siquiera llega a una tercera parte de la Cámara, aunque sí por arriba de los 123 del PRI/PVEM, 9 del PANAL y 5 del PASC (Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesino). El PAN, por su parte, tiene 206 escaños. Mientras, en el Senado de 128 escaños, el PAN se llevó 52, el PRI 39, PANAL 1 y 36 la Coalición por el Bien de Todos (AMLO).
A nivel estatal, sabe que sólo cuenta como bastiones de apoyo con: Michoacán, donde, desde el 2001, Lázaro Cárdenas (hijo de Cuauhtémoc) es gobernador; Zacatecas con Amalia García desde el 2004; Baja California Sur y Guerrero desde el 2005. Lo mejor del 2006, además de su triunfo es que su coalición, encabezada por el PRD, resultó victoriosa en Ecatepec, municipio en el Estado de México, bastión priista de toda la vida y el de mayor población de toda América. Ahí se tendrá un verdadero gobierno de izquierdas.
Andrés Manuel sabe que serán seis años donde el Congreso y el poder de los gobernadores de oposición harán todo por acotar su poder y tendrá que negociar y pactar con ellos por el mejor desarrollo del país. Le hubiera gustado tener un congreso y senado con mayoría —al menos relativa— y hubiera buscado hacer ciertos cambios a la Constitución. Pero así está bien, al menos podrá gobernar de forma correcta como lo hizo en el DF y dentro de los límites impuestos por ambas cámaras y la presión de los gobernadores. Hubiera podido hacer un buen gobierno…
12 años después, con otro hubiera
Si no se hubiera impuesto el fraude electoral contra Andrés Manuel hace doce años, éste hubiera sido un presidente sumamente acotado por los otros poderes del país. Harían más de seis años que hubiera ya entregado el poder (si bien nunca tan desacreditado como EPN ahora o como Calderón hace esos mismos seis años).
Si no se hubiera recurrido a técnicas para el financiamiento de campañas francamente desproporcionado, AMLO no hubiera sido la aplanadora que hoy es, ni tenido la mayoría —casi calificada— en ambas cámaras, ni hubiera arrasado de forma apabullante en las urnas y con tal bagaje de legitimidad como lo hizo ahora.
Así, lo que se logró con doce años de jugar a la guerra sucia y de una campaña de miedo que clamaba que AMLO era “un peligro para México”, fue ayudarle a construir una fortaleza del tamaño de su triunfo este pasado 1° de julio. Solidificar un clamor popular, donde no existía gobierno que pudiese atender reclamaciones y acallar todas las tensiones. Construir la ideología jacobina y sectaria que hoy parece imperar entre varios personajes del próximo equipo de gobierno. Ahondar en la aura mesiánica de López Obrador como en único redentor capaz de gobernar.
Sirva como moraleja política y de vida: si no permites a las personas obtener por lo que luchan de forma honesta, tarde o temprano, lo tendrán y además en mayores proporciones. A todos los que hoy se quejan, hubieran trabajado mejor como oposición responsable con Andrés Manuel y, sobretodo, hubieran tratado de ser mejores gobiernos.
Sin embargo, el hubiera no existe, y por no haber permitido ese hubiera hipotético de participación de todos los contrapesos políticos, empezando por el propio Andrés Manuel, hoy se merecen ese tsunami que les arrasó. Se hubiera considerado antes y de esta forma.