Para no ahogarnos con las puyas fronterizas de Donald Trump, los desmentidos mañaneros al subsecretario de Hacienda, el regreso sulfuroso de Elba Esther Gordillo, la invasión del zócalo capitalino con grupos de inconformes o la inacción frente a la corrupción y la inseguridad nacional, volteemos a ver uno de los indicadores que, de consolidarse en los próximos meses, daría luz a las aún lejanas expectativas de prosperidad de la Cuarta Transformación.

El INEGI acaba de informar que la Inversión Fija Bruta (IFB) creció 8 por ciento en enero, comparado con la tasa alcanzada en diciembre y que resulta ser la más alta en 24 años, aunque en su comparación anual (enero-enero) avanzó 1.1 por ciento.

Su avance se debió al crecimiento mensual de 9.6 por ciento en la inversión de maquinaria y equipo, ya que tanto las compras nacionales como importadas mostraron incrementos de 4.5 y 11.1 por ciento, respectivamente.

Además, el sector de la construcción mantuvo una evolución positiva, al crecer 5.3 por ciento en el mes, el más alto desde julio de 2015.

Con razón se preguntará usted ¿por qué es importante este indicador?

Resulta que la Inversión Fija Bruta es una parte esencial del proceso de capitalización, que refleja los gastos en maquinaria y equipo de origen nacional e importado, incluidos los de la construcción, que en conjunto son esenciales para la producción de bienes y servicios y permiten medir el desempeño de la economía.

Lo sorprendente es que el avance de este indicador se debió a la construcción residencial y no residencial, así como por la inversión en maquinaria y equipo importado, que estuvieron aletargados durante algunos meses probablemente por el cambio de gobierno, al tiempo que también se observa un importante repunte del consumo privado.

Aunque la información oficial no lo precisa, existen elementos suficientes para considerar que entre los factores que más influyeron para alcanzar esa tasa en la IFB fueron las diversas acciones gubernamentales para hacer frente a la crisis del Huachicol que significó canalizar recursos cuantiosos a la reparación de obras petroleras, principalmente gasoductos, refinerías y tractocamiones con depósitos para el transporte de combustibles, además de la contabilidad de trabajos en el sector energético.

Eventualmente, otras obras de infraestructura pública pudieron influir contablemente en el desempeño de este indicador, que pudo ser mucho más elevado de no haberse cancelado la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM).

La IFB se compone de cuatro elementos: 1) maquinaria y equipo de origen nacional; 2) maquinaria y equipo de origen extranjero; 3) construcción no residencial y 4) construcción residencial, que generalmente los vemos en forma de naves industriales, centros comerciales, terminales para transporte, hoteles y moteles, mercados, caminos, postes, antenas y cableados de telecomunicaciones, por mencionar algunos ejemplos.

De esos elementos, los tres primeros son los que tienen un impacto real en el comportamiento anual del Producto Interno Bruto (PIB) y, por tanto, en el desempeño de la economía. De ellos depende básicamente la generación de empleo y las condiciones sociales del país.

Pero también, este indicador brinda información sobre el comportamiento periódico de la inversión pública y privada necesaria para producir bienes y servicios en periodos de un año o más. Muestra también la cantidad y calidad del valor que se le agrega a la economía nacional, en términos de capitalización y no de consumo.

En efecto, los países crecen a partir de la adquisición de insumos para incrementar su capital físico, con la mejoría del nivel general de educación, la capacitación de los trabajadores, mercados abiertos, estabilidad macroeconómica, certidumbre jurídica.

Si bien la inversión resulta importante para el crecimiento económico, la experiencia global del siglo XXI muestra que son la estabilidad monetaria y de precios, la certidumbre jurídica, la educación integral, el libre mercado, la adopción de nuevas tecnologías, la certidumbre jurídica y la seguridad, en un entorno democrático, impactan sobre el crecimiento del PIB y de la igualdad social.

Es muy probable que la expectativa de reanudación del año fiscal y la expectativa de la reorientación del gasto público influyeran en este indicador.

Ahora queda trabajar en la promoción clara de un entorno de seguridad y confianza o todo quedará, otra vez, en agua de borrajas.