Kate Del Castillo es ya ciudadana estadounidense, sus razones para elegir en adultez y plena conciencia esa ciudadanía seguramente difieren de las de aquellos mexicanos que se juegan la vida a diario buscando un futuro medianamente aceptable para ellos y sus familias.  Sus razones para elegir ser ciudadana de otro país parecerían acercarse más al resentimiento y los beneficios empresariales, pero difícilmente lo sabremos.  En fin, es ya ciudadana estadounidense, y por mi parte, me congratulo.

Hace años, cayó en mis manos la ya conocida misiva frenética de Del Castillo, una carta desordenada y caótica.  Yo apenas sabía quién era esta actriz, pero la carta fue difundida ampliamente en redes sociales y la leí.   En ese escrito, Del castillo no solo repudia todo lo socialmente establecido (estado, iglesia, matrimonio, etc.), sino que alude explícitamente fracasos personales -de los cuales yo no tenía idea y tuvo a bien informar-, que evidenciaban más que otra cosa un reproche y rechazo hacia ella misma.  Como sucede en estos casos el individuo insatisfecho voltea hacia los demás; entre más profundo su dolor personal, más intenso el deseo de denostar cualquier estatus que la rodee y que pudiese implicar un juicio hacia ella misma.   Recuerdo que cuando llegué en mi lectura a la afirmación de que los gobiernos ocultan la cura del cáncer y del sida, me encontraba ya rebasada y llegó más allá en su misiva expresando su confianza al Chapo, y no pude más que sentir una mezcla de lástima y rabia.

Ayer mismo, Marco Antonio Zazueta escribía en esta página un excelente artículo que hablaba de este caso; argumentaba con sobrada verdad: “Las consideraciones éticas, morales o de buenas costumbres son norma individualizada que tiene el concepto y la graduación de cada uno en el ámbito y creencias que quiera darle”.  Ayer mismo expresé a Marco Antonio mi duda acerca de si en todos los casos es posible validar la libertad en el actuar cuando hay tanto y tan grave en juego. A fin de cuentas, gran parte de las normas que la Señora Del Castillo dice repudiar son algunas que como sociedad nos hemos otorgado para hacer posible nuestra convivencia ordenada.  Algunas otras normas que alude, como la libertad sexual o el repudio al matrimonio y la religión, caen indudablemente en el ámbito de lo personal y son intocables para cada persona.

Supongo que vivir en Guerrero me convierte en una persona especialmente sensible ante quién -aun siendo en broma o ligereza de pensamiento-, dice confiar en un asesino del calibre de Guzmán Loera.  Será que a mí sí me ha tocado ver en Acapulco la cabeza decapitada del día sobre el toldo de un auto rodeado de niños curiosos; y también me ha tocado abrazar a quien no encuentra a un hijo.  No quisiera pensar qué sienten las miles y miles de familias a las que la actividad del narcotráfico ha enlutado del modo más cruel, ruin y sanguinario que la humanidad pudiera imaginar.

A principios de noviembre, Kate del Castillo realizó una entrevista con Carmen Aristegui para promocionar su más reciente trabajo artístico.  Solo diré que las respuestas de Kate del Castillo cobran coherencia sólo cuando Aristegui, en una notoria manipulación de la entrevista, le pone las respuestas en la boca, y Del Castillo termina diciendo lo que ella quiere, tanto en lo que se refiere a su admiración por el Chapo como en lo que el tema-Aristegui obliga: la “casa blanca”.   En el mismo contexto de promoción, se desarrolla la entrevista que le hace Carlos Loret de Mola el 26 de agosto.  En una parte de la misma le pregunta qué le diría al Chapo si lo tuviera enfrente, y responde: “No, yo me desmayo ¡no! Qué terrible”. Baste decir que, cinco semanas después, Kate del Castillo no solo ya tenía contacto con el Chapo, sino que se había encontrado en más de una ocasión con el asesino de sus confianzas y se había sentado con él a degustar el tequila de su marca propia “el honor”.   Si la capacidad de investigación de nuestros periodistas se agudizara, sabrían que el que mantuviera la vista hacia el suelo cada vez que le preguntaban acerca del Chapo, implicaba que lo más probable es que estuviera mintiendo.

Mucho se ha hablado de la calidad periodística de lo publicado por Sean Penn en su cordial visita con el criminal; me sorprendió que la única alabanza que escuché del documento publicado por la revista Rolling Stone, fue de Ciro Gómez Leyva, quien calificó de “gran pieza periodística” a la entrevista de Penn concertada por la propia Kate.  En mi particular apreciación, la entrevista no aporta nada que no sepamos y sí hace una apología repugnante del sujeto, y se desborda de estupidez al afirmar Penn que México tiene dos Presidentes, uno de ellos el Chapo.  La ambición de hacer una película biográfica a modo del Chapo, que aún no se sabe si él mismo financiaría, movió la ambición de una artista mediocre que se creyó que “la reina del sur” había cobrado vida y que lo que estaba haciendo no era más que la interpretación de otro libreto que le dejaría esta vez millones de dólares.

Hay quienes han reprobado las labores de inteligencia del Estado Mexicano, cuestionando que, si estos artistas los encontraron, ¿cómo es posible que el Estado no lo encontrara? Pues así no va: a Kate del Castillo el Chapo la buscó y la encontró a través de sus abogados.  El Chapo se sintió confianza dados los conceptos expresados públicamente por la actriz. La subió a un avión privado junto con Penn, los colocó en hoteles y disfrutó de su magnífica presencia coronada con unos tragos.  Así funcionan los criminales y encuentran a quien quieren, cuando quieren con el método de siempre.  Afortunadamente estos improvisados periodista y empresaria, pusieron al Chapo a la mano de la autoridad.

Hace unos minutos, Milenio Noticias reproduce el intercambio epistolar de Kate del castillo con Guzmán Loera.  Juzgue usted el lenguaje cordial y familiar y la forma de hacer negocios.  Por mi parte, no me queda duda que el olor a dinero y la sangre, son y seguirán siendo los vehículos más exitosos de que disponen quienes buscan la fama a cualquier precio, ellos se encuentran y se identifican para validar su presencia en este mundo.  Así, según los depurados conceptos de propia Kate Del Castillo:

         “La vida es un negocio, lo único que cambia es la mercancía ¿qué no?”