Las imágenes son desgarradoras. Niñas y niños que lloran desconsolados. No obtienen respuestas. Los guardias tienen un mandato expreso de no reconfortar, no abrazar. Trump quiere que sean máquinas, obedeciendo órdenes arrancando cualquier atisbo de humanismo. Hay infantes de todas las edades. Aunque todos comparten una historia trágica: fueron separados por la fuerza de su familia, arrancados de los brazos de sus madres y padres por no tener los papeles en regla. El eclipse de la civilización. Estamos frente a imágenes que nos recuerdan los campos nazis de concentración de los años treinta del siglo pasado.

El mundo se indigna, pero no se une. El mundo manifiesta su rechazo, pero parecería que no podemos hacer nada frente al energúmeno que habita la Casa Blanca. Todas y todos nos quejamos, pero es como si estuviéramos a expensas del capricho que le venga en gana. Lamentablemente, Trump está abanderando una ofensiva criminal contra los derechos humanos y la respuesta de los gobiernos del mundo ha sido tímida. Empezando por el Gobierno de México. La respuesta de Luis Videgaray, canciller, en donde hace referencia a la migración ilegal para matizar las conductas de Trump, es injustificable. Señor Videgaray, los derechos humanos están antes de cualquier estatus migratorio. Los derechos humanos son inalienables, sin importar si somos migrantes, residentes o nativos. Da vergüenza ver una Cancillería tan sometida a los Estados Unidos.

Propongo dos cosas. La primera, no caer en chantajes. Trump necesita que México sea su piñata y, muchos funcionarios mexicanos, se lo han permitido. Nos tragamos sus ofensas con esa falsa expectativa de que hay que aguantar los golpes para lograr una buena relación bilateral. Es que nos puedes condicionar el Tratado de Libre Comercio, nos dicen. México tiene que plantarse claramente: con los derechos humanos de las familias mexicanas y centroamericanas no se juega. Y, para tener credibilidad, debemos arreglar la casa. Nadie nos va a tomar en serio, si no damos la muestra de que podemos respetar los derechos humanos de aquellas y aquellos que pasan por nuestro país.

Y segundo: formar una gran alianza internacional que le haga frente a las locuras de Trump. No estamos solos. América Latina, Europa, Medio Oriente, todos han sido ofendidos con la retórica incendiaria del magnate. Debemos acercar posiciones con aquellas y aquellos que se oponen, en el mismo Estados Unidos, a las políticas xenófobas y discriminatorias de Trump. Esa presión que vino de los demócratas y de su propio partido, lo orilló a renunciar a la política de separación de familias. No olvidemos, para influir en Estados Unidos, tenemos que construir aliados internos.

No será el último episodio en donde este racista muestre su peor cara. Hay elecciones en noviembre en Estados Unidos y buscará por todos los medios la forma de demonizar a México. Necesitamos unidad, pero sobre todo un Gobierno dispuesto a asumir un liderazgo firme para hacerle frente a un hombre que le hace mucho daño al mundo y a la relación bilateral. Los Pinos deben dejar la sumisión. Así, sólo serviremos de piñatas.

Lic. Verónica B. Juarez Piña

Dirigente Nacional del PRD