Ni duda cabe que la detención de Joaquín “El Chapo” Guzmán, fue “Impecable”, en cuanto a que no hubo un solo tiro; que la detención del capo “más buscado del mundo” es un innegable triunfo para las fuerzas de seguridad de la administración de Enrique Peña Nieto, como también lo es que este hecho está envuelto en pequeños grandes misterios no aclarados debidamente por la autoridad; que el arresto del capo puede provocar en el corto plazo más violencia entre quienes pretendan ocupar su lugar; que la estructura “empresarial” del narcotráfico está intacta; que la droga seguirá llegando a los adictos con la puntualidad y precio acostumbrados; que el gran beneficiario es el presidente Enrique Peña Nieto.
Parece que se está acentuando el confundir un árbol con el bosque. La “impecabilidad” del operativo oculta que un hombre que tiene una fortuna en un monto aproximado a los mil millones de dólares (Forbes 2012) y con la fama de haber ordenado más de dos mil asesinatos pueda dormir en un modesto departamento sin un solo guardia que tan siquiera le hubiera avisado de la cercanía de los marinos, sólo por bajar su perfil, según infiltración de la Secretaría de Marina al diario Reforma.
En contraparte, es cierto que también se ha sobredimensionada la sospecha de montaje. En las redes sociales apareció la historia un tal Gregorio Chávez, quien, según su esposa Lorena, el Cisen habría ofrecido dinero para que se prestara al montaje de la aprehensión, debido a su gran parecido físico con el capo Guzmán Loera y como no aceptó lo secuestraron y no supo más de él hasta que lo vio en televisión como si fuera el gran capo buscado por todo el mundo. Por esto, se da como un hecho que no es el Capo quien está preso en el penal del Altiplano, en Almoloya.
Las historias fantásticas que se relacionan con el gobierno suelen creerse con suma facilidad. Se culpa a los Salinas del asesinato de Luis Donaldo Colosio, cuando varios fiscales zedillistas fracasaron en su intento de llenarse de gloria probando el crimen “concertado”, como aventuró el fiscal Miguel Montes. Las redes sociales están impregnadas de un antigobiernismo de corte religioso. Se mueven por la fe, entendida ésta como “Seguridad, aseveración de que algo es cierto”, sin necesidad de comprobación. A este fenómeno contribuye y de manera muy eficaz el propio gobierno. El ejemplo más claro fue el caso Paulette Gevara, la niña cuyo cuerpo “apareció” en una cama que había sido aseada y revisada varias veces con distintas personas, tras semanas de haberse denunciado un supuesto secuestro.
Otro ejemplo que da pie al sospechosismo: El martes 25 el portal Aristeguinoticias publicó dos fotografías de El Chapo, una de su primera aprehensión y la otra de la actual. En ambas se les mide la estatura. El encabezado dice: “¿A poco se encogió ‘El Chapo’?” y en el texto se lee: “En un comparativo de imágenes de Joaquín Guzmán Loera, detenido en 1993, y recapturado en 2014, se observan diferentes estaturas, con una diferencia de entre dos y tres centímetros”. Esta publicación pasa a estas alturas indiferente para el supramundo oficial que deja correr la versión, hasta que se convierte en viral.
Pero en el mundo mediático la gran estrella es Enrique Peña Nieto, Felicitado por líderes políticos, empresariales, sindicales, y loado por los grandes medios nacionales y extranjeros. La captura del siglo. El capo protegido del poder panista durante 12 años, cayó en las redes de los cuerpos de seguridad de este impecable gobierno. El Chapo es el árbol que impide ver el bosque: el narcotráfico que continúa intocado. Las narcotienditas (113 mil, tan sólo en el Distrito Federal), entregan puntualmente las drogas que demandan los consumidores. Las toneladas que consume la Unión Americana, siguen con su flujo normal. El Chapo ya fue sustituido, lo que nos lleva a la conclusión que no es persiguiendo a capos como se combate con eficacia al narcotráfico.
Y en las antípodas está Andrés Manuel López Obrador, desde el partidismo opositor, que opina que la detención del narcoempresario es una cortina de humo para ocultar miles de problemas que aquejan a la nación. Lo mismo opinó de la detención de Elba Esther Gordillo, lo que dio pie a que su opinión fuera brutalmente tergiversada por el periodista Rubén Cortés, del diario La Razón, quien publicó este jueves 27:
“Se sabe que El Chapo y Gordillo no estaban en la lista de la justicia de AMLO si llegaba a ser presidente en 2012. También a quiénes sí perseguirá si llega algún día: sólo a sus adversarios. El 28 de febrero de 2013, tras la captura de Gordillo por parte del gobierno de Enrique Peña bajo cargos por operaciones con recursos de procedencia ilícita, AMLO dijo: “Dicen que Elba Esther tiene casa en San Diego, viaja en avión, compra en tiendas del lujo en el extranjero, pero lo que le hicieron es un ajuste de cuentas; mientras la acusan de lavado de dinero, sus juzgadores son lavadores expertos de dinero”. El pasado domingo, tras la captura de El Chapo Guzmán, el narcotraficante más buscado del mundo, por parte del gobierno de Enrique Peña, AMLO aseguró: “La detención de Joaquín Guzmán Loera no resuelve el problema de fondo. Es una cortina de humo para el gobierno. Éste no tiene grandes riquezas, ya que los verdaderos dueños de México son ex funcionarios públicos”. (http://www.razon.com.mx/spip.php?page=columnista&id_article=206980)
AMLO tiene derecho a no aplaudir los actos del gobierno de Peña Nieto, pero esto no es indicador en forma alguna que muestre simpatías por personajes tan siniestros. Rubén Cortés olvida que cuando la maestra Elba Esther fue defenestrada del PRI y la Cámara de Diputados durante el reinado priísta de Roberto Madrazo en el partidazo, Elba Esther acudió a ofrecer sus “servicios” a López Obrador, quien la rechazó tajantemente, justo por corrupta. Diría después Elba que logró un cuatro por ciento de votos a favor de Calderón, lo que impidió el triunfo de Madrazo y AMLO en la contienda del 2006. El tabasqueño al perder ese apoyo, definía así su línea de lucha política y esto lo omitió con dolo el periodista Rubén Cortés.
Se vale disentir. “La oposición trabaja oponiéndose”, definió Jesús Reyes Heroles. Pero la prensa “objetiva” no debe exhibirse con tanta obviedad en sus filias y fobias.