Muchas veces pienso que las personas, los conglomerados, los grupos sociales y hasta el mismo gobierno están en contra del ser humano. No logro concebir la injusticia, la desigualdad y la falta de empatía para poder convivir con todos los que habitamos este planeta. Es raro. Pareciera que lo que queremos es imponer nuestra mentalidad, nuestra forma de ser. Quizá me fui a un extremo al argumentar que muchos seres humanos odian a sus iguales, pero he ahí el problema: no ven como sus iguales a cualquier persona.
Sería bueno que le diéramos un vistazo al Artículo 1º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.” Así, esas son las palabras que marca la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pero de lo escrito a la práctica hay un gran trecho por recorrer.
Seamos sinceros, ¿todos nacemos iguales en dignidad? La respuesta la podemos responder con otra pregunta: ¿Nace con la misma dignidad, ante el gobierno, un bebé nacido en Monterrey que un recién nacido chontal? Desgraciadamente, la contestación a estas dos cuestiones se hace con otra oración entre signos de interrogación: ¿Qué es un chontal? La desigualdad empieza por la desinformación, esa desinformación causada por el olvido que los gobiernos han tenido para con ellos. Por cierto, los chontales son un grupo indígena que habita en Oaxaca. Es triste saber que los indígenas de este país están olvidados por un gobierno que no ha entendido que la globalización no significa enterrar las raíces de un pueblo tan rico como el nuestro.
No tenemos que hacer contrastes entre el norte y el sur de la nación para observar la desigualdad y el insulto de la inhumanidad. La injusticia existe hasta en los lugares que parecen los más civilizados, las grandes ciudades son selvas de desigualdad y violación a los derechos humanos. ¿Por qué los homosexuales no pueden casarse en todo el país? ¿Por qué no pueden adoptar? ¿Por qué son diferentes a otros humanos?
Pero el problema se extiende más allá de la simple convivencia legal, vemos muchas muestras de repudio hacia las personas con preferencias sexuales distintas a las nuestras. Criticaré de forma directa a la iglesia y su postura conservadora en el tema de la homosexualidad, y es que no es menor su incongruencia al predicar un mundo más justo y humano, pero con el discurso de repudio hacia la comunidad LGBTI. La postura eclesiástica promueve la desunión, el odio y el resentimiento, y más cuando un alto porcentaje de la población es creyente. Está claro, la cúpula de la iglesia se está quedando obsoleta.
¿Son universales los derechos humanos? Viendo los anteriores ejemplos podemos deducir la respuesta. Ante la crisis de inseguridad que vive actualmente, nunca hemos considerado los derechos humanos (o su incumplimiento, más bien) como parte fundamental del problema. No creo en las insostenibles teorías de que el ser humano nace con malicia, creo que son las circunstancias las que generan odio y rencor. ¿Cómo no va a generar impotencia y rencor la injusta distribución de la riqueza en nuestro país? Podemos tener al hombre más rico del mundo, pero al mismo tiempo al más pobre. Solo pasa en México.
La falta de igualdad, de oportunidades y de condiciones hacen que el ser humano sea incapaz de distinguir entre las acciones morales y las que no lo son. Es el incumplimiento a los derechos humanos lo que ha llevado a la inseguridad en la que vivimos. Al ver la palabra inseguridad pensamos en violencia, pero la realidad es que la violencia es resultado de la inseguridad. El humano se hace violento porque se siente inseguro, inseguro de lo que comerá el día de hoy, de dónde dormirá, de cómo podrá sobrevivir a una enfermedad, o de cómo podrá mantener a su familia.
Es por tal motivo que México no puede seguir con un sistema neoliberal, este sistema que ha sido una fábrica de violaciones a los derechos humanos, tales como la vivienda, la salud, la educación y el derecho al alimento y al agua. Nuestro país debe encaminarse hacia un modelo donde se ponga por encima de todo los derechos humanos, el derecho a todo lo que anteriormente mencionamos, un gobierno incluyente. ¿En verdad esperamos que en México haya tranquilidad si existe persecución hacia algunas personas por pensar o tener gustos diferentes? ¿Un país estable con hambre? Dicen que las injusticias solo las comete el débil, y es verdad. Es delito que una persona que lleva días sin probar alimento tome sin pagar una manzana, pero no es delito que el gobierno no le de las condiciones para tener una vida digna. Desde ahí se están violando los derechos humanos.
Cuando el sistema mexicano entienda que los derechos humanos forman parte fundamental de su proyecto de nación, entonces México podrá virar hacia un país de tranquilidad. Quizá se podría sostener que si el sistema no cambia, somos nosotros los que debemos cambiar. Puede ser, pero el cambio vendría más rápido si se plasma legalmente el reconocimiento a todas y todos los que conformamos este país. El problema podría venir desde algo muy simple, tan simple como buscar en el diccionario la palabra “universal”. Del significado de “universal” podemos empezar a entender que los derechos son para todas y todos. Del significado de “universal” podremos comprender el respeto. Del significado de “universal” lograremos pasar a acciones lo que en verdad significa humanismo.
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