Las pompas fúnebres del “Príncipe de la Canción” se interrumpieron abruptamente al descubrir que… ¡No había cadáver que velar!
La tristeza se transformó en indignación cuando Sarita Sosa, la hija más joven de José José, muy sonrientita daba entrevistas exclusivas a Telemundo y anunciaba sus futuros planes como “artista”, mientras sus otros medios hermanos, Marysol y José Joel, buscaban infructuosamente a su difunto padre por hospitales y funerarias de Miami, sin que ellos, ni nadie, constataran la existencia del cuerpo inerte.
El pueblo de México dejó de lado la planeación de los homenajes al ídolo popular y, cual extensión de la búsqueda de los 43 normalistas desaparecidos, dirigieron su atención hacia el cadáver perdido y la villana que superó en odio a Luisito Rey (aunque la diferencia, en la opinión de algunas personas, al menos el papá de “Luismi” tenía talento), pues junto con su madre Sara Salazar, se escabulleron por la puerta trasera de la funeraria Caballero Mejía, huyendo en un automóvil de lujo.
Cabe destacar que la comunicadora portorriqueña María Celeste Arrarás, del programa “Al Rojo Vivo”, entrevistó y ha defendido a capa y espada a Sarita (apodada en redes con los hashtags: “SaritaBuitre”, “SaritaArpía”, “SaritaCulera”, “SaritaAsesina” y hasta “SaritaBorolas”), lo cual, sugiere que con parte de la herencia se compró un buen cargamento de chayotes.
Esa conducta (semejante a la de Emilio Lozoya poniendo los pies en polvorosa), solo reafirma la sospecha de que Sarita y Sara se traen algo chueco. Si no son culpables, se comportan como si lo fueran, reafirmando la sospecha de un posible secuestro (y asesinato).
Esto trae a colación el recuerdo de otra horripilante viuda villana, peor que Yoko Ono y Courtney Love juntas (menos afamada, por pertenecer al gremio más elitista de las artes plásticas): Beatriz del Carmen Bazán, viuda del dibujante, escultor e ilustrador, José Luis Cuevas, perteneciente a la “Generación de la ruptura”.
El artista plástico, a una edad avanzada, repentinamente dejó de ver a sus familiares y amigos. Sus hijas Ximena, María José y Mariana (que tuvo con su difunta esposa, Bertha Riestra), ya no pudieron entrar a la casa de Cuevas, con el pretexto de que su propio padre no deseaba verlas (según Betty, feísima persona).
Tras fallecer el 3 de julio del 2017, la viuda se quedó con todo, incluyendo el Museo José Luis Cuevas, arrebatándoselo al pueblo de México, registrando el nombre del artista para cobrar regalías por su uso, La mezquindad de Betty alcanzó proporciones inauditas cuando la biblioteca de Cuevas se remató en la calle.
En el homenaje que se le hizo en Bellas Artes, Betty puso un letrero en la entrada, prohibiéndoles la entrada a sus hijas.
Pero lo peor, y que nos recuerda el sainete de Sarita, es que la viuda lo cremó antes de que se cumplieran 24 horas. En el homenaje-despedida del Palacio de Bellas Artes, el poeta Homero Aridjis, expresó en su discurso: “Vine a ver el cuerpo presente de José Luis y me toca con gran ironía que vengo a ver sus cenizas. Entonces me digo, ¿dónde está José Luis Cuevas? ¿Por qué lo cremaron tan rápidamente? Ese es un misterio para el arte en México”.
José José / Luis Cuevas… ¿Te habrán asesinado? ¿Estarás vivo y escondido? Solo espero que algún día, la verdad haga justicia a tu memoria.