La menstruación, en nuestra cultura, ha sido tradicionalmente símbolo de fecundidad. Ha significado el tránsito de la niña a la mujer fértil que podrá concebir y dar paso a nueva vida.

Sin embargo, en la actualidad, ha sido estigmatizado, segregando a las mujeres que durante su período, son calificadas como emocionalmente inestables, poco productivas e, incluso, como una carga para la sociedad.

Debemos señalar que más allá de la definición científica, la menstruación se vincula a la debilidad sexual de las mujeres y, en este sentido, hemos podido observar que, sobre todo durante la segunda mitad del siglo pasado, en países europeos y asiáticos, se daba a las empleadas la posibilidad de solicitar permisos laborales debido al dolor menstrual, quedando a discreción de la empresa el pago correspondiente.

Sin embargo, a causa de la competitividad laboral, la mayor parte de las mujeres, principalmente en mercados tan competitivos como el japonés, han optado por no usar ese beneficio debido a que podría ser asimilado a un bajo rendimiento laboral.

Como parte de la lucha feminista en muchos países, se han impulsado medidas que normalicen la presencia de la menstruación dentro de las actividades sociales que desarrollan las mujeres.

Entre ellas, las más comunes se han centrado en la relación de las condiciones económicas de las mujeres, la desigualdad económica en comparación con los salarios percibidos por los hombres y lo que se ha llamado “impuesto rosa”, recaudado por los productos de higiene femenina, que no son considerados como productos de primera necesidad sino de lujo en casi todos los países del mundo.

En este sentido, se ha puesto en la mesa de discusión un problema que afecta a muchas mujeres de bajos ingresos y que precariza su higiene, debido al incremento en su costo.

Esta situación se ha hecho visible en el Reino Unido y, particularmente en África, en donde la Asamblea Legislativa de África Oriental, desde el 2013, solicitó a los estados socios liberar de impuestos a las toallas sanitarias y otros productos de higiene menstrual con el fin de que estuvieran al alcance de las jóvenes de menores ingresos.

Es el caso de muchas niñas y adolescentes en situación de pobreza extrema en nuestro país que, debido a la segregación de la que son objeto durante su período menstrual porque no pueden comprar toallas sanitarias ante la falta de recursos, optan por no asistir a la escuela, disminuyendo en consecuencia su rendimiento escolar.

Esta situación se presenta en todos lados, con todas las mujeres, con todas las adolescentes, con las niñas, pero en México, principalmente en los estados como Chiapas, Oaxaca y la Huasteca Potosina.

Es por ello que, en consonancia con la defensa y protección de los derechos humanos, de las mujeres, adolescentes y niñas que se encuentran en esta circunstancia, específicamente aquellas en situación de pobreza, así como los principios de progresividad y equidad en la imposición de las contribuciones federales, el Grupo Parlamentario del PRD propuso ante la Comisión Permanente una iniciativa para que los productos de higiene femenina sean gravados con una tasa cero en relación al Impuesto al Valor Agregado (IVA).

Adicionalmente, proponemos que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público establezca las condiciones para favorecer el uso de productos amigables con el medio ambiente, en las disposiciones transitorias.

Vinculado a esta propuesta, propusimos también un Punto de Acuerdo para exhortar a la Secretaría de Salud y a la de Educación Pública para que instalen dispensadores gratuitos de toallas sanitarias en las escuelas con el fin de atender, de manera inmediata, la problemática que enfrentan muchas niñas y adolescentes, particularmente  de bajos recursos. #MejoresDías