¿Por qué Edgar Romo preside la mesa directiva de este nuevo periodo de sesiones del Congreso? Porque, a diferencia de muchos de sus pares, desciende del lápiz y del borrador y no de las Montblanc o Parker. Romo no es de escaparate, es de comisiones, aunque no desdeñe la tribuna.
Edgar inició su carrera política en la primera campaña de José Natividad González Parás, campaña que perdieron contra el panista Fernando Canales Clariond.
También se especializó en la defensa electoral y el padre del exgobernador Rodrigo Medina, Humberto Medina Ainslie, lo atrajo como su segundo abogado en el Poder Ejecutivo de Nuevo León.
Edgar también le aprendió al ahora subsecretario de Educación, Javier Treviño; luego fue diputado local y líder del Congreso en Nuevo León. Al escoger Medina a Adrián de la Garza como candidato a la alcaldía de Monterrey, le abrió la puerta a Romo para una diputación federal, prescindiendo de su exvocero, Jorge Domene.
La diputación federal, como antes a Héctor Gutiérrez de la Garza, Rogelio Cerda y Pedro Pablo Treviño, catapultó a Romo. Bajo la égida de César Camacho, Edgar creció, es uno de los diputados de César y, si el Tratado de Libre Comercio sigue sin resolverse, la plurinominal del secretario de Economía, otro regio, Ildefonso Guajardo, puede, puede recaer en Edgar Romo.
Un lápiz sin borrador es inútil. Edgar Romo lo supo en esta legislatura; también su padrino, César Camacho.