En mi vida estudiantil tomé 3 exámenes de admisión. El más complejo y que más “miedo” me dio fue el examen de admisión para la preparatoria y no porque fuera un examen complejo, era el primer examen que mediría mis aptitudes para entrar a una institución educativa. Lo aprobé, pero no todos lo aprobaron. De la misma secundaria, fueron a otras instituciones donde los métodos de evaluación eran diferentes, aprobaron el examen y estudiaron ahí. Los que no aprobaron en la segunda institución fueron a otra y así hasta que encontraron una institución que tenía que ver con lo que ellos habían aprendido en la escuela. En este caso, todos estudiamos en un mismo colegio y podíamos ver que cada alumno quedaba en una institución de acuerdo con su conocimiento y capacidad. Ahí es justo que exista en examen de admisión, pero no es justo en todos los casos.
Sabemos que el sistema educativo en México no es algo de lo que podamos presumir. Ya calificaron a nuestras universidades en una tercera división, con una calificación un poco tendenciosa para mi gusto, en la parte de la educación básica estamos en una cuarta o quinta división.
No es culpa de la gente de bajos recursos que sea tan complicado darles educación para que puedan tener el conjunto de conocimientos que les ayude a aprobar un examen de admisión y a tener un buen aprovechamiento en las aulas. Creo que es el tema principal de los exámenes de admisión, es injusto para alguien que no tuvo las mismas oportunidades de desarrollo no poder acceder a educación superior.
Puede ser que una persona que no tuvo la oportunidad de desarrollar su capacidad aprendiendo las técnicas que nos enseñan en las escuelas sea más brillante que uno que sí tuvo la oportunidad. Estoy seguro de que la inteligencia de una persona no se puede enmarcar en un examen de admisión, ni siquiera en las buenas calificaciones. A mi parecer una persona inteligente es la que sabe usar sus capacidades para sobrevivir en el ambiente donde vive.
Según datos de la OCDE, en México de cada 100 alumnos que ingresan a primaria solo 21 terminan la universidad, 4 estudian una maestría y uno llegará a doctorado. En el mismo análisis dice que solo el 17 por ciento de la población de 25 a 64 años ha cursado educación superior.
La Encuesta Nacional de Deserción Escolar en la Educación Media Superior, reporta que 49.7 por ciento de los alumnos dejó inconclusa su vida académica por falta de recursos para comprar útiles, pagar pasajes e inscripciones.
El problema de la educación media superior en México no tiene tanto que ver con tomar un examen de admisión o no. Es más, se podría decir que los que llegan a tener la oportunidad de tomar un examen de admisión en México son los “sobrevivientes” a la deserción escolar, los que sí pudieron seguir estudiando porque en su casa hubo recursos suficientes para seguir con la educación. Puede que no sean los más brillantes o inteligentes, sino los que pudieron seguir pagando.
¿Usted a entrado a algún lugar donde no entiende de lo que están hablando? ¿Donde empiezan a hablar en términos cada día más complicados? Imagine a un estudiante universitario entrar a una escuela donde no hubo un “filtro” de entrada. Primero va a batallar con Matemáticas 1 y si logra pasar al siguiente nivel, pasará lo mismo con Matemáticas II y Física, y si por alguna razón logra pasar vienen Mecánica, Estadística, Química. Muchos de esos estudiantes son los que desisten porque lo que aprendieron en educación básica y media no les sirve para la universidad. Los que logran pasar, probablemente, tendrán calificaciones apenas aprobatorias. Seguramente tardarán mucho más tiempo en graduarse y por ende, más tiempo en formar parte de la maquinaria productiva del país.
Un examen de admisión no aprobado, obliga a los que no lo pasaron a buscar otras alternativas. Es ahí donde debería de haber oportunidades en otro tipo de estudios que vayan más de acuerdo con lo que sí pueden lograr estas personas.
En las disciplinas de artes marciales no se puede avanzar al siguiente grado si no se tiene conocimiento de los movimientos básicos. En Jiu Jitsu Brasileño, si usted tomara clase toda la semana, existen sesiones exclusivas para aprender y repasar los movimientos básicos o los fundamentos. Una sólida construcción de esta base hace que los movimientos más avanzados sean más fáciles de entender. Y aun siendo avanzado, los y las cintas negras toman clases de fundamentos para seguir fortaleciendo la base.
En la parte de la educación el problema principal está en los fundamentos, en fomentar a que las bases se hagan más fuertes y que al momento de llegar a presentar un examen de admisión, los que lo aprueben sean prácticamente todos.
También hay problema de capacidad en las universidades, y otros recintos, en eso hay que trabajar también. Pero, estamos en una época donde muchas personas tienen acceso a un teléfono o tableta inteligente. Creo que el camino de la educación va por ese lado.
Si se hace un buen plan educativo y se tienen los recursos tecnológicos, la educación puede llegar a muchísimas más personas. ¿Recuerda las telesecundarias de los ochentas? Ahora se puede hacer mucho más fácil, sin necesidad de un intermediario, y mucho más interactivas. ¿Debería ser ese el camino para fortalecer los fundamentos?
La probabilidad de que el nivel académico de una institución baje cuando los estudiantes no tienen los requerimientos mínimos para cursar una materia es muy alta si no se filtra de alguna manera la entrada de estudiantes. Y no por ser discriminatorios, si no por lo que he estado comentando. Un estudiante sin fundamentos podría hacer que el ritmo de la clase bajara pues tendrían que detenerse en explicaciones de las bases para resolver ciertos problemas. Al final muchos de estos estudiantes desertarían al sentir que no avanzan en las materias.
Entiendo lo de la apertura de la educación para todos, pero en este caso, es muy complicado que se ofrezca a nivel universitario, simplemente porque no sería aprovechada por todos. El esfuerzo debería enfocarse en el tipo de educación que se les podría dar a las personas que no aprueban el examen de admisión. Podría haber muchas oportunidades para reforzar lo que hizo que no aprobaran el examen de admisión o se les podría preparar para otro tipo de funciones.
Está en las autoridades educativas buscar la manera de fortalecer las bases de las generaciones del futuro y alternativas de preparación para los que no se pudieron preparar bien por decisiones de gobiernos pasados.