29 de abril de 2024 | 10:24 p.m.
Opinión de Beatriz Aldaco

Ricardo Bours y su discurso acartonado y exento de humanismo

El perfil personal, económico y político del aspirante a gobernador de Sonora, Ricardo Bours, y se lanzan interrogantes sobre su propósito.
Compartir en

Suave matria

¿Por qué y para qué buscará ser gobernador un hombre perteneciente a la familia sonorense más rica -de entre aquéllas cuya riqueza es pública-, que ocupa actualmente el noveno lugar entre las más acaudaladas del país, con una fortuna de 2 mil 570 millones de dólares según el ranking de multimillonarios 2020 de Forbes México, propietaria de un vasto emporio agrícola y ganadero, la mayor productora y comercializadora nacional de productos avícolas y una de las diez más grandes del mundo?

No es que exista un principio irrefutable de que los millonarios no puedan o no deban aspirar a un cargo público, pero no por eso la pregunta deja de ser pertinente y el tema un motivo de reflexión, máxime cuando está más vigente que nunca el debate de cuánto ha influido la alianza entre poder económico y poder político en la desigualdad extrema que se vive en México. Los ricos o aspirantes a ricos con cargos en el poder se vuelven cada vez más ricos, al tiempo que la pobreza aumenta en la sociedad.

México forma parte del 25% de los países con mayores niveles de desigualdad en el mundo. Aproximadamente el 40% de la riqueza se concentra en 1% de la población. Hace cinco años, Sonora fue la entidad federativa que incrementó más la desigualdad al pasar de 0.37 a 0.40 en el Índice de Gini, en donde los dígitos más cercanos a cero representan más equidad, mientras que los más aproximados a 1, mayor inequidad.

Según cifras de CONEVAL, entre 2008 y 2018 el número de personas en situación de pobreza en Sonora pasó de 831,427 a 863,029 (de 27.9 a 28.2%); el de población en pobreza extrema, de 75,325 a 80,625 (de 2.5 a 2.6%). En 2018, el estado ocupaba la posición número 13 entre las entidades con mayor desigualdad de ingresos en el país.

La familia Robinson Bours ejemplifica en Sonora la cuestionada mancuerna entre posesión de riqueza y cargos públicos. Javier Robinson Bours Almada (1925-2020) fue regidor en la administración municipal de Cajeme de 1961 a 1964, alcalde de Cajeme de 1967 a 1970 y diputado federal de 1979 a 1973. Su hijo, Ricardo Bours Castelo, fue presidente municipal de Cajeme de 2000 a 2003 mientras que Eduardo Bours Castelo ocupó los cargos de senador de 2000 a 2002 y fue gobernador del estado de 2003 a 2009.

En 2011, el emporio Bours expandió su presencia en Estados Unidos con la compra de Ok Foods, una empresa avícola de Arkansas, y cinco años después adquirió una planta en Oklahoma perteneciente a American Foods Group en 11 millones de dólares. En 2017 compraron la empresa Albertville Quality Foods, ubicada en el estado de Alabama y valuada en cerca de 140 millones de dólares.

¿Qué propósito busca este acaudalado personaje, que durante el sexenio en que gobernó su hermano desempeñó un importante papel y tuvo una fuerte influencia en la toma de decisiones, sobre todo en materia económica pero también política?

¿Tienen que ver su perfil netamente empresarial y su pertenencia a la oligarquía sonorense en la protección que se les dio desde un principio a los dueños de la guardería ABC cuando ocurrió el trágico incendio en junio de 2009, protagonizando el mayor caso de impunidad de que se tenga memoria en la entidad? ¿Con qué cara podrá ir tan campantemente Ricardo Bours por Sonora pidiendo el voto cuando dos de los dueños de la guardería eran funcionarios del gobierno estatal (Antonio Salido Suárez, director administrativo de la Secretaría de Infraestructura y Desarrollo Urbano -ni más ni menos-, y Alberto Escalante Hoffer, subsecretario de Ganadería) en el momento de la tragedia, y nunca se les tocó por parte del gobierno del estado?

¿Cómo responderá Ricardo Bours a los cuestionamientos sobre su papel como vicepresidente de la Operadora de Proyectos Estratégicos del Estado de Sonora cuando su hermano era gobernador? De ser electo, ¿sería malamente congruente con la participación que tuvo en los negocios emprendidos desde el gobierno estatal durante ese período y continuaría con la política de nombrar a familiares para coordinar instancias como la mencionada, en francos actos de nepotismo?

¿Tendrán que ver las características citadas del perfil del precandidato con la ausencia total en su discurso del tema de la pobreza y la apremiante necesidad de abatirla? Una revisión de sus intervenciones públicas a lo largo de los últimos meses revelan ese vacío. Se le atropellan las palabras cuando habla de grandes proyectos, de obras espectaculares, de sustanciosas inversiones para el estado, todo en el plano macroeconómico, lo cual no tendría por qué estar mal siempre y cuando indicara cómo impactarán esos puntales de desarrollo en los que menos tienen, es decir, en la mayoría de la población, que es lo que en primera y última instancia debe o debería importarle a quien gobierna y a quien aspira a gobernar. Pero es como si le molestara el tema, como si lo despreciara y decidiera ahuyentarlo, huir de él.

Esa casi obsesión por lo funcional y utilitario, por las grandes cifras, le impide incorporar en sus mensajes el aspecto humano, el de los más necesitados. Cuando mucho se refiere a “las necesidades de la sociedad, de los ciudadanos”, así, en general, cuidándose de no mencionar la realidad concreta de los marginados y desposeídos. Es evidente que le son ajenos pero también que no le es dado sentir empatía por ellos.

Y es por eso, porque le es imposible impregnar su discurso de humanismo, que éste resulta hueco, repetitivo, acartonado, impreciso, con poco peso significativo. Aquí un ejemplo: “La mejor forma de sacar a flote la economía del estado es a través del conocimiento, sabiendo cómo funciona y proponiendo acciones realistas. Dejemos de lado el discurso, Sonora necesita acciones concretas para recuperar el lugar que merece”. ¿Qué conocimiento, qué acciones realistas y concretas? ¿De quiénes, para quiénes? ¿Cuál es ese lugar que el estado merece y a quiénes beneficiaría su recuperación?

En todas sus intervenciones se advierte esa tendencia a las generalidades a manera de eslóganes. Por ejemplo, ¿por qué pretende Ricardo Bours llegar a la gubernatura?: “Porque Sonora lo necesita, porque me he preparado, porque aquí estamos llamados a demostrar que podemos recuperar la grandeza de Sonora y porque veo en Movimiento Ciudadano un proyecto de personas comprometidas, así como el vehículo indicado para lograr la evolución de nuestro estado”. / “Porque puede estar mucho peor la cosa de como está”. / “Porque está la situación peor que antes. Hay que mejorar las cosas, porque están muy feas las cosas”. / “Porque la ciudadanía tiene esperanza, y ya estuvo bueno de jugar con la esperanza de los sonorenses”.

¿Qué “grandeza de Sonora” hay que recuperar, a qué evolución se refiere, en qué sentido las cosas están peor y más “feas” que antes y cómo es que pueden ponerse todavía más mal si él no llega a ser gobernador? ¿Se refiere a las grandes inversiones, al temor de que el poder económico deje de concentrarse en pocas manos o en unas cuantas familias, a que Sonora aumente sus niveles de “crecimiento” sin echar siquiera un vistazo al tema del bienestar de la ciudanía y el combate a la desigualdad?

Ante la imposibilidad de conectar humanamente con los ciudadanos, el aspirante a gobernador recurre a:

a) Clichés y lugares comunes: “Aquí vamos a demostrar que somos una sola tierra: una tierra que hay que cuidar y proteger para nuestra nuestra gente”; “vamos a dejarle una buena tierra a nuestros hijos y nietos”; “porque quiero mucho a Sonora”; “porque estamos cansados los sonorenses”; “porque la esperanza ya se nos agotó”;

b) La jerga: “Estoy convencido de que la mejor forma de honrar a sus antepasados es seguir rajándonosla como ellos”; “¿Quieres un Sonora chingón? Descúbrelo, soy Ricardo Bours”; “Conóceme, soy Ricardo Bours y quiero un Sonora fregón”;

c) Autorreferencias y autoelogios: “Soy sumamente transparente, mi vida pública es como un vaso de agua, no tengo nada que ocultar; en mi vida privada le respondo a mi familia, le respondo a Dios”; “Sí quiero ser, porque soy el mejor”.

Para coronar el perfil del aspirante a gobernador que más ha gastado en publicidad (basta que un usuario sea ubicado en las redes como radicado en Sonora para constatarlo, pues en cada página electrónica que se abre aparece invariablemente un anuncio de Ricardo Bours), basta señalar que tiene la capacidad de soñarse no sólo como mandatario de Sonora, sino como exgobernador: “Me gustaría que me recordaran como un gobernador que se sigue viendo caminar por las calles de Sonora. Seguir viviendo aquí, andar libremente por todas partes, que digan que este es el mejor lugar para vivir, esa es mi aspiración, frenar el deterioro que llevamos”.

¿Por qué y para qué buscará ser gobernador Ricardo Bours?