Han existido algunos golpes que hicieron turbulencia en la dirigencia de Morena; hay discrepancias que fueron apreciables de forma sustancial, pero a comparación de los demás partidos políticos que están atravesando una coyuntura políticamente debilitada, el Movimiento Regeneración Nacional está mostrando un poco de civilidad a fin de quitar impulso y tensión a los comicios para renovar el CEN.
La disposición a buscar los mecanismos de elección por la vía del consenso, me parece una salida que ofrece por lo menos congruencia; aunque sea a través de congreso Nacional, o por medio de encuesta, Morena debe tener claro que lo que se sitúa en juego no solamente son las elecciones intermedias del 2021, (donde son ampliamente favoritos para ganar la mayoría de Estados) sino, la imagen del presidente y la génesis del partido (transparencia, pluralidad, democracia).
Lo que debe influir como principal factor es la flexibilidad.
Morena no puede verse como los demás partidos, que sorpresivamente traen una línea directa a favorecer a un candidato bajo una enorme presión. AMLO ha hecho muchísimo para construir una imagen y un arrastre que opta por la claridad democrática en los procesos; ante ello, Morena enfrenta una dirección desafiante de consolidación, o el inicio que pretende cosechar un continuismo de las prácticas antidemocráticas que lejos de abonar a la unidad, se debilitaban por el influyentismo.
Andrés Manuel López Obrador fue contundente en su mensaje: lo que menos le conviene al partido es comenzar a polarizar su estructura, sin tomar en cuenta que hoy gozan de una popularidad impresionante; sino por la sencilla razón, que representan una alternativa de cambio de aquel sistema que ha sido fuertemente cuestionado por el sinnúmero de inconsistencias que manchaban el clima democrático de nuestro país.
La clave de este proceso debe ser la civilidad. Los recambios traen consigo muchas esperanzas, por lo que el CEN, indudablemente debe mostrar la imagen más coherente ante el escenario político que está en puerta; sería impostergable que la dirigencia Nacional del partido, así como personajes que pretendan desviar y fraguar obstáculos para que los mejores contornos se encarrilen a continuar con la agenda que ha establecido el presidente López Obrador. Aunque sea cierto que existen muchos oportunistas que están detrás de algunos perfiles a fin de establecer mecanismos que impulsen los procesos en el 2021, el CEN debe crear las condiciones políticas que den viabilidad para aplicar criterios que no restrinjan la voluntad para elegir nuevo presidente Nacional de Morena.
Es muy probable que Morena gane la mayoría de distritos y gubernaturas en las próximas elecciones, entonces, lo que menos importa en estos momentos es enfrascarse en tener modificaciones a fin de obligar a tomar decisiones equivocadas. Si las encuestas dan legitimidad a un perfil, sería una buena propuesta ya que el candidato ganador, ratificaría el respaldo que ha mostrado las mayorías. Hasta ahorita Mario Delgado lleva la delantera en varios ejercicios que han evidenciado una inclinación por el coordinador de la cámara de diputados, sin embargo, Morena debe mostrar la mayor madurez y responsabilidad política, porque lo que está en juego no solo es un perfil que represente al partido a nivel Nacional, sino competir con cartas fuertes para los procesos venideros en algunos Estados donde ya hay perfiles que traen una aprobación sustancial que lideran con un margen considerable.
Entonces, lo que menos le conviene a Morena es polarizar una elección. Insisto, debe prevalecer el empeño que han abanderado, ya que actualmente hay una oposición que galopante merodea para aprovechar cualquier tesitura y, pretender recuperar la impopularidad y el desgaste político que subyace de aquella aplanadora que los derrotó en 2018. La distancia que ha tomado el presidente hace alusión a un proceso que viene diferenciándose de aquellos comicios que desde palacio Nacional eran designados. El desafío de Regeneración Nacional es mayúsculo, porque va encabezado por la imagen de Andrés Manuel López Obrador. Él es Morena, Morena es Obrador, es una fórmula que ha dado vida y esencia, es la conformación de una estructura, su líder moral y, el portador de un proyecto que dio un giro fundamental de aquel conservadurismo que desplazaba una señal de desigualdad social que desconcertó a toda una Nación, asimismo es la columna vertebral, y el ADN de este movimiento.
Morena tiene que mostrar civilidad, consensos y acuerdos que fortalezcan su estructura, de lo contrario se abrirá un capítulo que marcó una tendencia despiadada del albazo de aquellas experiencias imborrables del presidencialismo que a rajatabla imponía su voluntad. La previsible victoria de Morena en las elecciones del 2021, trae a una oposición desesperada, y está dispuesta a confeccionar un pragmatismo y negociar con cualquier figura política para perpetrar el intento de arrebatar el dominio que tiene AMLO como ejecutivo. La estrategia ya comenzó y, se agravó porque lanzaron una imagen con trastorno obsesivo y de bipolaridad que sobrevuela en “Foxilandia”; esa es la apuesta de contrapeso; ah, y también contempla al PRD, que transmite más pena que confianza; y ¿el PRI?, que presenta un comportamiento patológico que no lanza ni produce ningún protagonismo que motive certidumbre a fin de lograr un ascenso.