Una regresión política-ideológica ha comenzado a materializarse.
Después del muro de Berlín, pensamos que comenzaría el reino de una democracia universal y de un próspero capitalismo. Sin embargo, ha iniciado una etapa de incertidumbre.
Reaparición de partidos nacionalistas en Europa, una demagogia personificada por Trump, el soberanismo del brexit, tendencias autoritarias en Europa central y oriental, emplazamientos a una grandeza y pureza nacional por parte de Modi en la India y de Putin en Rusia, son algunos ejemplos de esta regresión.
Los crímenes de odio y xenofobia aumentan y los discursos políticos cargados de brutalidad e ideas de complot se propagan. El llamado orden, está siendo violentado.
Actos que reflejan la debacle del debate democrático y de una generalizada incertidumbre.
Por sorpresa nos han tomado un sinfín de noticias como la elección de Trump a la presidencia de Estados Unidos.
Seguimos siendo sorprendidos al constatar que Trump se valió no únicamente de la ira e ignorancia de un sector de los norteamericanos para llegar a la presidencia de su país, sino aparentemente también, de su polémica relación con el señor Putin.
¿Alguna vez pensamos que el país más importante del mundo, con su pulida democracia y sólidas instituciones, nos fuera a ofrecer un reality show con tal dosis de surrealismo y corrupción? ¡Tío Sam fue siempre el ejemplo a seguir!
Seguramente gran parte de los norteamericanos estarán arrepentidos de su voto por Trump, así como los ingleses de su voto por salir de la Unión Europea.
Cada país en su contexto, pero nadie parece escapar a esta regresión. A excepción de los franceses, pues a pesar de su descontento, eligieron a un presidente que con su gran academia, sensatez e inteligencia, ha oxigenado la política europea.
El descontento es generalizado, pero ¿cómo explicarlo cuando las cifras de la pobreza a escala mundial, de 1980 a la fecha, pasaron del 51 al 10%?
Una respuesta puede estar en la noción de “frustración relativa” de Tocqueville.
Sucintamente, esta noción explica que en la medida en que un sector de la población progresa, el nivel de frustración crece entre las personas que no gozan del mismo nivel de progreso.
La igualdad, equidad y progreso que fue prometido para todos, ha sido negado para muchos.
Krastev, politólogo búlgaro, explica que la demagogia y el populismo –consecuencia de la regresión-, son producto de dos distopías en las que las personas se sienten atrapadas.
La primer distopía es demográfica y radica en el fenómeno de la migración. Nacionales de países pobres, emigraron a países ricos. Esto causó un impacto tanto en los migrantes, como en los países receptores de esta migración.
La segunda distopía es técnica. Las personas constatan que no hay, ni habrá empleo para todos, y atrapados entre estas dos distopías tenemos migrantes por un lado, y “robots” por otro.
Otro comportamiento a observar es que ya no se habla de un futuro.
El “american dream” prometía un mejor futuro, sin embargo, ha sido reemplazado por un “make america great again”. La apuesta ya no está en el futuro, sino en el pasado.
Lo que llamaríamos izquierda populista y derecha populista, exponen el presente como si fuera el futuro. Sugieren la reedificación de fronteras regresando a lo que fuimos sin haber entendido que el mundo es uno, y el ser humano nómada por simple naturaleza.
Paralelamente, no se busca reformar a la sociedad. Pocos son los políticos con el coraje de decir que lo que el pueblo necesita es de educación. Se limitan a decir: queremos a nuestro pueblo tal cual es.
Al tratar de encontrar respuestas, las preguntas surgen: ¿Es un problema de educación?, ¿deficiente preparación de nuestros dirigentes? ¿O es la población que, cegada por la ira e ignorancia, le otorga el poder a líderes demagogos y populistas?, ¿pasamos por un interregno y durante estos las incertitudes florecen?
Conocer los fenómenos y tratar de encontrar respuestas desde diferentes prismas, seguramente nos ayudará a no dar un paso aún más atrás.
*El autor es abogado egresado de la UANL y posgraduado de la Universidad de Paris-I-Sorbonne.