El título no es mío, es de un magnífico artículo de Isabel Turrent, publicado en Letras Libres[i].

 

Lo adopté como hizo Ricardo Raphael con el título de “El otro México”, porque hay prosas que nos toman por asalto y terminan otorgándole tono a la nuestra. Esto sucedió con el  “Veracruz de mis recuerdos”, que Turrent recuperó de su abuelo Eduardo Turrent Rosas para beneplácito de quienes nos deleitamos con su historia.

 

Y es que Turrent habla como si fuera una más de la familia de quien comparte la estirpe jarocha  y forma un hilo conductor a través del corazón festivo, mágico y singular de los veracruzanos. Y es que sólo un jarocho puede reconocer a otro

 

“Varias veces al año, tomábamos el tren y nos íbamos al puerto. Ahora pienso que no hubiéramos tenido que viajar porque mi familia nunca se fue. Jamás salió de Veracruz. Ni siquiera papá, que llegó a la ciudad de México a los 8 años, había abandonado el puerto. Hablaba como veracruzano, pensaba como veracruzano, comía como jarocho, bromeaba y reía como veracruzano, leía el cielo como si estuviera parado en los muelles, se burlaba de los chilangos que hablaban de “Nortes” para atribuirles el mal tiempo en la ciudad, cuando en Veracruz había tan sólo “Brisotes”, y plantaba acuyo en todos los jardines que tenía a la mano(…)” 

 

Imprimí las dos partes del artículo de Isabel y lo leí a los mayores: las tías, el abuelo y los parientes que nos han heredado las historias que cuenta la autora. El deleite fue evidente y la tarde que pasamos recordando a los que ya no están con nosotros y a otros parientes que nunca conocí, es algo que atesoraré siempre en mi corazón.

 

Por eso, duele Veracruz y duele mucho.

 

La situación que padecemos en el Estado no se dio de la noche a la mañana, pero ni los mayores pueden decir con exactitud cómo llegamos hasta este punto, en el que la violencia, el crimen, la impunidad y la corrupción son algo escandalosamente común e inmoralmente habitual.

 

“Vivir con miedo no es vivir” dice una de las tías y dice bien. Una tierra de gente alegre, festiva, trabajadora, solidaria y gentil merece tener un mejor destino. Claro que sí. Por eso “Veracruz de mis recuerdos” fue un punto de inflexión para nosotros: queremos nuestro Macondo particular de regreso, sin condiciones ni treguas. Ya basta.

 

El Estado ha puesto énfasis en encarcelar a tuiteros, criminalizar a las víctimas de la violencia y pintar de rojo en más de un sentido a esta tierra que parece aguantar todo, tolerar todo, soportar todo...hasta que la muerte pasa cerca, toca la puerta y avisa que el miedo y el dolor formarán parte de la cuota diaria de indignación que cada uno de nosotros cubre diariamente en Veracruz.

 

Gandhi tuvo razón cuando afirmó que  lo más atroz de las acciones de la gente mala, es el silencio de la gente buena. Los jarochos sabemos que las cosas están muy mal, cuando generaciones de nosotros pensamos seriamente en emigrar de esta tierra bendita en aras de brindar un mejor futuro a las nuevas generaciones.

 

De ese tamaño es la situación en Veracruz.

¿Usted qué opina, estimado lector?

 

 

 

[i] http://www.letraslibres.com/blogs/atalaya/veracruz-de-mis-recuerdos-primera-de-dos-partes