La cuota de género como una "moda"

En remotos tiempos, cuando se leía el “Chanoc”, se hablaba por teléfono de monedas y no había refrescos de lata, el gobierno ordenó dos cosas: 1. La tenencia, y 2. Las plurinominales.

Cuenta la leyenda que la tenencia se creó como un impuesto transitorio a los propietarios de vehículos, para solventar las Olimpiadas del 68 (de entonces pa’ acá se han organizado un montón de Olimpiadas, donde ni ganamos medallas, ni ganamos para seguir pagando la tenencia).

Las plurinominales son curules destinadas a candidatos de mayoría relativa, es decir, que no obtuvieron votos. Esto ocurrió en tiempos de López Portillo, cuando Reyes Heroles advirtió que todas las curules en manos del PRI (además de la presidencia, sindicatos y Secretarías de Estado) daban una impresión poco democrática, de modo que sugirió dar diputaciones y senadurías como una cuota política, que le permitiera a la minoría meter legisladores sin hacer campaña ni ganar votos.

Cuotas ilegales, injustas y chantajistas

En general, todas las cuotas me parecen ilegales, injustas y chantajistas. Ahora está de moda la cuota de género, donde los comités de selección de personal, funcionarios, alumnos o becarios, tienen la obligación de escoger un porcentaje de mujeres, por el solo hecho de ser mujeres (operarse no cuenta, solo mujeres nacidas así biológicamente). En el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (donde estudié en los años ochenta, había además una cuota de extranjeros: La escuela tenía que aceptar mínimo a cinco mujeres y dos extranjeros).

Lo absurdo es que no importaba tanto los conocimientos, sino que fueras mujer o vinieras de otro país; algo que podría parecer lindo, pero que al hacerse obligación se presta la demagogia, a Maquiavelismo con piel “polite”).

Muchas damas dicen: “¡Tiene que haber más puestos para mujeres!”, yo no digo que no, sino que no importa tanto que seas mujer, indígena, negra, punk, lesbiana, con alguna discapacidad o cualquier característica de minoría que reclama sus derechos, sino que tengas aptitudes para lo que vas a desempeñar. Es como la literatura francesa, mexicana, guatemalteca, indígena, urbana, femenina, feminista, gay, norteña, etc. Lo importante es que sea literatura y cuente cosas chidas.

También existe (de manera pseudo secreta) la cuota gay: Llega un jefe gay (hombre o mujer) y súbitamente desaparecen las plazas principales para los heterosexuales (como el nuevo jefe que viene de Torreón y de pronto se llena la planta de “laguneros”).

Otra forma injusta de quitar ventaja para apoyar a quien no la tiene es el “fuera de lugar”. Yo no sé una mierda de futbol, pero un día estaba viendo un partido por la tele, con unos amigos, cuando vi que a un jugador le anularon un gol, porque estaba “fuera de lugar”; pregunté qué coño es eso y me dijeron que el jugador iba solo, sin que nadie del equipo contrario estuviera cerca. Me indigné. “¡Qué putada! ¡Es un jugador muy chingón, deberían premiarlo! ¿Cómo que quitarse de encima a toda esa bola de pendejos le anula su gol!” Pero por lo visto, a la afición le vale gorro ésta injusticia y ningún hincha protesta.

Las plurinominales en la actualidad no tienen ningún sentido

Así como la tenencia debería desaparecer, las plurinominales en la actualidad no tienen ningún sentido. De por sí, cualquier animal puede lanzarse como candidato (sin conocimientos de leyes, cuando se trata de legislar una nación, lo cual, es tan ilógico y grave como tener un hospital atendido por médicos seleccionados por elección popular); las plurinominales solo mantienen gente impreparada como Carmen Salinas, tragando “marquesitas” en Cancún a costa del erario público.

No señor, las “pluris” deben desaparecer, aunque no le guste a mi comandante Mario Delgado, y se la haga de tos al INE (a quien de todos modos hay que vigilar, pues sí le hace el juego a la derecha); todos los partidos, por igual, deben tener legisladores elegidos únicamente con votos, no como premio por no hacer nada.