He aquí un consejo para que ese dinero sea de utilidad.

El encargado de la bóveda de la Tesorería de Hacienda del Estado de Chihuahua, declaró en una audiencia cómo repartía sobres que iban de los 100 a los 400 mil pesos (a veces, acompañado del propio Secretario de Hacienda, para que no se aburriera), con todo y expedición de recibos, a diversas personalidades de la política (funcionarios, legisladores, candidatos, dirigentes), como María Eugenia Campos Galván (ex subcoordinadora de la fracción panista, integrante de la Comisión de Fiscalización, edil con licencia y candidata blanquiazul), y César Jauregui Robles (coordinador de la bancada del PAN). ¿A cambio de qué? De apoyo en el Congreso local para el ex gobernador priísta César Duarte, aprobando sus iniciativas y cuentas públicas.

Lo primero que me llama la atención, es que el testigo dice que “la feria” salía de “la caja chica" de César Duarte. Si de una “caja chica” salieron casi mil millones de pesos para cohechos y sobornos, no quiero imaginar cuánto abría en la “caja grande” (supongo que para cosas realmente importantes: viajes, drogas, sexo y otros chuchulucos del ex góber).

Como un Robin Hood, pero al revés: robar el pan a los pobres, para dárselo al PAN de los ricos

Muchos negocios tienen una “caja chica” para imprevistos, que se llena con ahorros. Si Duarte sufriera un accidente (supongamos que un oso le arrancara un brazo en la sierra taramahumara) ¿de dónde saldría para coserle el brazo, si ya destinó todo a la bancada panista?

Pero una información más grave y escandalosa que los montos destinados a su “nómina privada”, es que ese dinero no salió de los ahorros del ex gobernador ni del “cambio” de su administración, sino de los bolsillos de los trabajadores, de la cuenta de nómina de empleados del gobierno. Actuó como un auténtico Robin Hood al revés: robar el pan a los pobres, para dárselo al PAN de los ricos.

Si yo tuviera 10 mil pesos extras (al menos por un mes), probablemente iría a un bufet y comería todo lo que pudiera, me iría un fin de semana al mar y me compraría ropa nueva. Si sobrara algo, lo guardaría para emergencias. 

Normal recibir millones y gastarlos a lo pendejo

Recibir regularmente cien mil pesos o más, me asustaría, llamaría a la policía, a un exorcista. Quizás algunos políticos entran al gremio siendo realmente honestos, y cuando reciben el primer fajo sienten genuina repulsión (como el joven nazi cuando mató a su primer judío), pero luego se les hace normal recibir millones de pesos, y gastárselo en artículos suntuosos y pendejos, símbolos de status. En realidad, no les importa la suma exacta del dinero robado, les importa que sea un chingo, para que su cuerpo se cimbre de placer, para que su mediocridad se alivie con la sensación de poder.

El mexicano tiene el gen: “el que no transa no avanza”

Le voy a dar un consejo al “Peje” para dar un pequeño paso para la 4T y un gran paso para la humanidad: Todo lo que se le confisque a políticos corruptos, destínelo a la educación. 

Eso asustará más a las “ratas” que la silla eléctrica: “¡¿Cómo?! ¡¿La residencia de Cancún del licenciado la hicieron museo?! ¡Qué hijos de puta!” Pero si, por alguna razón, alguna de esas ratas destinara parte de su botín al desarrollo del arte, la investigación científica, la ayuda humanitaria, rebájele la pena. 

Si es verdad que el mexicano tiene el gen de “el que no transa no avanza”, al menos que el dinero robado se canalice al crecimiento humano, y un ladrón cultivado se vuelva un buen ejemplo del mal ejemplo.