José Manuel Mireles Malverde, ex líder de los autodefensas y actual subdelegado del ISSSTE en Michoacán, volvió a ofender a todo el mundo, cuando públicamente le llamó “nalguita” a una mujer.

En otra ocasión, Mireles ya les había dicho “pirujas” a derechohabientes en un acto oficial, y entonces tuvo que pedir disculpas públicamente.

Ante las peticiones al presidente de la República para que despida a Mireles, Andrés Manuel López Obrador dijo que no lo correría, pero le exigió que volviera a disculparse y prometiera educarse en temas de género.

Como el médico tiene severos problemas para disculparse, le paso algunas sugerencias.

 

En sus disculpas pasadas, Mireles usó expresiones que, en vez de ayudar, lo hundieron más.

Transcribo su discurso con mis comentarios entre paréntesis:

“De todo corazón, ofrezco mis disculpas, siempre he tenido un gran respeto por la mujer, no nada más porque salí de una mujer, sino porque la mujer es la puerta de nuestra vida (el valor de una mujer no solo está en la maternidad), es la alegría de nuestras naciones (se malinterpreta, pareciera que solo sirven para entretener y adornar cualquier parte del mundo), y también porque fue una mujer la que nos enseñó nuestros primeros pasos, fue una mujer las que nos enseñó nuestras primeras palabras, también fue una mujer las que nos dio amor (pareciera que la educación de los hijos es única responsabilidad de la mujer, mientras que el hombre provee el gasto), fue una mujer la que nos enseñó a amar (se malinterpreta, en el sentido de la iniciación sexual), y en pocas palabras, fue una mujer las que nos hizo hombres (no es de buen gusto reforzar el concepto de “hombría” en una disculpa hacia las mujeres), ofrezco mis disculpas por esa indebida alusión. Espero un poco de comprensión. Nuestro Instituto está en quiebra y tenemos que ver la forma, todos los michoacanos y todos los mexicanos, de encontrar una solución adecuada (la falta de tacto no se justifica con los problemas que enfrenta la institución para la que trabaja)”.

Podría ver series de televisión actuales, para que salga de los estereotipos de las telenovelas y películas de la “Época de Oro” del cine nacional.

 

Existen dos variantes: un vocero que se exprese con propiedad y tacto, para que su discurso no sea ofensivo; o puede ser un vocero que sea más tosco que él (por ejemplo, el “Bronco”), para que Mireles pueda lavarse las manos y decir que él no comparte las expresiones de su vocero.

 

En vez de decir “nalguitas”, diga “gluteítos”, que suena más anatómico y apropiado de un médico.

 

Las palabras se las lleva el viento. Para que se vea un arrepentimiento auténtico, que se pegue plumas y cacareé como gallina por las calles de Apatzingán; lo graben y lo suban a las redes sociales.

 

Antes de que le echen diamantina rosa en sus grises bigotes, procure no hablar de las mujeres (si no puede expresarse correctamente).

De preferencia, procure hablar de temas referentes a medicinas, cuotas y servicios médicos, no de grupos sociales polémicos, que le vayan a sacar expresiones como “puñales” (en vez de homosexuales), “prietos” (en lugar de morenos), “indios” (en vez de indígenas), “cojos” (en vez de discapacitados), “rucos” (en vez de personas de la tercera edad), “pipopes” (en vez de poblanos), y bajo ninguna circunstancia se le vaya a ocurrir decirle “chocoflán” al hijo del “Peje”.

 

En vez de pasarse la vida disculpándose, al diablo con las instituciones y retome las armas. En Michoacán hace más falta como justiciero que como funcionario.