La semana pasada en los premios TV y Novelas el actor de Televisa, Adrián Uribe, imitó burda y vergonzosamente la foto autotomada (“selfie”) en días pasados por actores de Hollywood en la entrega de los premios Oscar. Más allá de la oleada de cientos de miles de críticas en redes sociales y en todos lados que ésta provocó por su pésimo gusto y calidad, lo preocupante es que dicha foto no es más que un fiel diagnóstico de la situación actual de la televisión mexicana:  pésimos actores, cero creatividad y originalidad, mal gusto y decadencia totales.

En México hemos pasado en no muchos años de una televisión con prestigio mundial que exportaba contenidos de calidad, tanto en telenovelas como de la "barra infantil" y programas cómicos, a una que no produce más que contenidos insultantes y hasta humillantes para su audiencia, llegando al punto de importar conceptos del Perú, como el programa de Laura Bozzo. Sin embargo, Azcárraga Jean y su equipo sí han hecho que la empresa tenga un excelente desempeño financiero (cotizando incluso en Wall Street), reestructurando los pasivos heredados de los tiempos de Azcárraga Milmo, diversificando sus negocios y haciendo prosperar económicamente al grupo que encabeza.

Desde la reforma político-electoral de 1996, los medios de comunicación (en especial las televisoras), se han visto muy beneficiadas con los recursos que el Estado ha aportado a los partidos políticos para promoción electoral, desde que los partidos contrataban directamente hasta la "publicidad integrada" o encubierta, encontrando en ese concepto una auténtica mina de oro. Por otro lado, influyeron desde la llegada del PAN a la Presidencia como nunca en la vida política del país, teniendo incluso sus propios diputados (la llamada “telebancada”), llegando al punto de revertir la famosa frase de Azcárraga Milmo, convirtiéndose los dos presidentes panistas en "soldados de Televisa", y para muestra solo basta recordar el decreto de Vicente Fox eliminando el 12.5% de tiempo de comercialización reservado al Estado, por no mencionar exenciones de impuestos y otros abusos. Las televisoras en toda esta nueva dinámica, han dejado muy de lado la producción de lo que (se supone) es su verdadero negocio: los contenidos, y los perjudicados somos todos los mexicanos, si se cree que sí hay acceso a contenidos de calidad por medio de la TV restringida, ésta solo llega a aproximadamente 40% de los hogares mexicanos (ya ni hablar de penetración de internet).

La TV abierta sigue siendo de una importancia social grandísima, y en el "apagón analógico" en Tijuana se vio esto con las protestas que éste ocasionó. De lo rescatable de la televisión mexicana de los últimos años es el Canal 11, del IPN, con excelentes contenidos de todo tipo, tanto nacionales como extranjeros, y con una presencia en TV abierta de más del 75%.

Ojalá que con la ley secundaria de telecomunicaciones, haya buenas noticias para los televidentes mexicanos, tanto por la mejora en los contenidos y la mayor oferta (y competencia) en TV abierta, como con el abaratamiento de la TV de paga por la presencia de nuevas opciones.

La televisión mexicana se encuentra en un descrédito y desprestigio totales, esperemos que esto se vaya revirtiendo porque no merecemos esto, si no hay un cambio estaremos condenados a muchos años de “sabadazos”, y a vernos retratados muy seguido en cosas tan horrorosas como la “selfie” de Adrián Uribe.