El doctor Hugo López-Gatell anunció que el próximo año iniciará la campaña de vacunación contra el covid-19, que detendrá la pandemia en México.

En su conferencia habitual, el doctor Gatell anunció que comenzará por los adultos de mayor edad, pues son los más vulnerables para contraer el virus y, por lo tanto, para transmitirlo.

Estoy en desacuerdo: las personas muy grandes no salen de su casa, las cuidan sus seres queridos, quienes debería vacunarse primero es la población que arde por salir al reventón, pues si se dilata su vacunación, no podrán contener sus ímpetus desmadrosos y saldrán a contagiarse, en fiestas multitudinarias y propagar el mal por todo el territorio, echando para atrás los esfuerzos del sector salud, pues la pandemia no ha terminado.

Las personas desmadrosas son más mortales que los narcos, así que, en vez de proporcionar las vacuna por edades, debería darse por su potencialidad desmadrosa.

Para dar la vacuna, se debería hacerse un cuestionario, tipo: “¿Siente usted hormigueos los fines de semana?”, “¿Cuánto pone para la vaquita?”, “¿Questo quelotro?”, etc. Acompañado por pruebas cómo hacer pasos de baile, contar chistes y frases para ligar.

Por supuesto, las pruebas deberán verificarse con fotografías de eventos sociales, las calificaciones y comentarios que le ponen a los antros en Facebook, movimientos bancarios documentando sus gastos los fines de semana.

Después, seguiría la población que aún no cree en la existencia del virus, tomándola por una teoría de la conspiración del Nuevo Orden Mundial, la 4T o los extraterrestres. A esos habría que engañarlos, enviándoles invitaciones para asistir a un congreso donde se brindarán instrucciones precisas para combatir a los organizadores del caos, y que el primer conferencista sea un hipnotizador que los convenza para vacunarse, o de plano darles somníferos en sus bebidas, con el fin de vacunarlos mientras están roncando.

Después, están aquellos que no pueden evitar salir a la calle nomás a hacer bola, abarrotando calles y centros comerciales, haciendo redadas para anexarlos en centros de salud y vacunarlos.

Ya al final, la población vulnerable por su edad, peso y enfermedades crónicas. Solo de esa manera se llegará a la inmunidad total.

Con todo, aún no han fabricado las vacunas suficientes, y mientras pasan los primeros, los demás seguirán expuestos a infectarse y contagiar a los demás, así que hay que seguir con la sana distancia, el cubrebocas, la sanitización y la lavada de manos, como dijera el doctor Gatell: “Esperanza con prudencia”, recordando el famoso poema del Vate Píngüino: “Paciencia, prudencia, verbal contingencia”.

Si algo nos ha enseñado la pandemia, es a dejar de valorar la vida social para mirar al interior, y reflexionar sobre la autenticidad, pues quedó claro que uno no se define por sus posesiones, relaciones sociales, centros de diversión (como lo muestran un montón de “posers” en sus selfies), sino por el desarrollo personal, expresado en la empatía y el amor al prójimo.

Se hace mucho por los demás sin hacer nada, tan solo quedándose en casa.