Es verdad la primera mitad del tuit de Andrés Manuel López Obrador sobre la captura de El Chapo: “La detención de Joaquín Guzmán Loera no resuelve el problema de fondo…”.
Pero es falsa la otra mitad del mensaje de AMLO: la captura de El Chapo solo “le sirve a EPN y a la mafia del poder para hacerse publicidad”.
Sin duda, el arresto del más buscado narcotraficante del mundo no resuelve, de fondo, el problema de la violencia en nuestro país.
Pero, si vamos a ser objetivos, tendremos que decir que se trata de un gran paso para empezar a sanear a la sociedad mexicana.
Andrés Manuel se equivoca, deliberadamente, al decir que la caída de El Chapo solo va a servir al presidente Enrique Peña Nieto “y a la mafia del poder para hacerse publicidad”.
Es un hecho que lo ocurrido este sábado en Mazatán, Sinaloa, mejorará la imagen de Peña Nieto. Pero no porque vaya a “hacerse publicidad” presumiendo la aprehensión del delincuente considerado el más peligroso del planeta, sino por la relevancia misma del hecho de que ya esté en prisión el capo que huyó de una cárcel de máxima seguridad en el sexenio de Vicente Fox –lo que hizo evidentemente con la ayuda de funcionarios del gobierno foxista– y que durante el periodo de Felipe Calderón fue visto como alguien invencible no solo por el tamaño y el poder de su organización criminal, sino porque pareció contar con la ayuda de la administración pública federal para crecer.
Por eso, porque Guzmán Loera ha sido un poderosísimo delincuente, en su segunda campaña electoral presidencial, en marzo de 2012, Andrés Manuel dijo: “Desde luego que perseguiré a gente como El Chapo”. El 14 de marzo de 2012 así lo dio a conocer el portal de internet de la revista Proceso.
Pues bien, Peña Nieto ha hecho lo que prometió Andrés Manuel: perseguir, y detener, a El Chapo Guzmán. ¿Por qué ahora AMLO critica lo que él mismo iba a hacer? Porque los políticos, como le dijo Jorge Luis Borges a Ernesto Sabato, no necesitan ser coherentes.
Me imagino que, si las reformas estructurales funcionan y generan altas tasas de crecimiento económico, como creo que ocurrirá antes de que finalice el sexenio, los políticos de oposición dirán que con el crecimiento no basta y que eso solo es publicidad.
Entiendo que a la gente de oposición moleste, y mucho, el éxito de Peña Nieto de haber metido a la cárcel a El Chapo Guzmán. Las redes sociales se llenaron de mensajes de simpatizantes de izquierda enojados porque el más poderoso narcotraficante del mundo fue aprehendido por las fuerzas armadas mexicanas.
Entiendo esas reacciones producto de la envidia, del fanatismo político o ideológico y hasta del resentimiento. Como también entiendo que, al margen de lo que expresen los críticos de Peña Nieto, este logró un gran triunfo.
Es tan importante lo realizado por el gobierno de Peña Nieto que ha sido noticia en todos los medios de comunicación del mundo. En todos.
En muchos años, en décadas seguramente, ninguna noticia positiva relacionada con México había sido tan comentada, y elogiada, en todas partes.
Como El Chapo fue tan imprudente como para dejarse aprehender en sábado, los principales periodistas mexicanos de los medios tradicionales, que trabajan de lunes a viernes, tuvieron que dejar sus lugares de descanso para entrarle a la chamba en fin de semana. Pobrecitos.
Y bueno, como este sábado la revista Proceso ya estaba cerrando su edición, ha tenido que colgar en su página de internet un letrero que dice lo siguiente: “Saldremos con retraso. Espera Proceso con toda la información sobre El Chapo Guzmán”.
Me puedo imaginar lo que Proceso publicará sobre El Chapo: sus acostumbradas notas amarillistas basadas en quién sabe qué fuentes y redactadas con la intención de hacer quedar mal al gobierno que anotó el gol de fantasía que se consideraba imposible.
Diga lo que diga Proceso, digan lo que digan los políticos de oposición y digan lo que digan los tuiteros odiadores profesionales que nada bueno ven en México, la enorme importancia de la victoria de Peña Nieto la prueban dos hechos: que El Chapo sea noticia mundial y que se haya retrasado la salida de un semanario tan singular como el fundado por don Julio Scherer.