Los analistas políticos, al igual que muchos ciudadanos, han calificado y visto actuar al presidente Felipe Calderón como un personaje impulsivo. De “Mecha Corta”.

 

Hace poco demostró una gran desmesura y falta de conciencia cuando en San Luis Potosí aplastó a una pobre maestra que reclamaba beneficios de los programas sociales del gobierno.

 

Lo menos que le dijo el presidente a la inerme ciudadana potosina fue usurpadora (epíteto que en términos de la banda equivale a ser gandalla) de esos beneficios porque “ganaba lo suficiente como para vivir sin ellos”.

 

Trascendió que después del evento del reclamo de la potosina al presidente Calderón, eso le valió severa reprimenda al gobernador de la entidad, Fernando Toranzo, de extracción priísta para más señas.

 

Ni la señora merecía ese reclamo de un personaje con el poder de un presidente de la república y tampoco el gobernador Toranzo tenía en sus registros diarios quién sí y quién de sus paisanos debe estar en los programas sociales del gobierno como para saber quien era la señora en cuestión.

 

Pero Calderón es un presidente de Mecha Corta. Qué le vamos a hacer.

 

Lo importante es analizar lo que ya está ocurriendo con ese temperamento del mandatario que afecta de manera directa y peligrosa al proceso electoral en marcha.

 

Los cercanos a Felipe Calderón dicen ufanos: El Jefe sí sabe ganar elecciones (lo que es cierto) y también sabe pegar duro a los tobillos.

 

El cambio en la FEPADE, totalmente innecesario, es una muestra de lo arrebatado que está el ánimo de Calderón. Ese es un movimiento directo para apoyar la estrategia de la criminalización de las elecciones, tan del gusto de personajes como Antonio Solá y Felipe Calderón.

 

Ya se habla de que no tarda en caer un pez gorda del PRI a la cárcel.

 

Acaso Moreira por el endeudamiento en Coahuila. O Fidel Herrera por sus presuntos favores al establecimiento de los Zetas en Veracruz. O Arturo Montiel por lo que se les ocurra imputarle sin poder comprobarle nada.

 

Eso en nada ayudaría a cambiar la percepción de mal gobierno que la sociedad tiene de Felipe Calderón. Y menos la que se ha formado de Josefina Vázquez Mota después de sus discursos exculpatorios de la guerra perdida contra el crimen organizado; del no crecimiento del empleo en México, de que ella no le tiene miedo a los narcos; o de que adora a Cordero y a Creel.

 

Ni Peña ni Josefina son beneficiarios de la guerra sucia del presidente de “Mecha Corta”.

 

Queda solamente Andrés Manuel López Obrador como impensado favorecido de la estrategia de Felipe Calderón, que con Antonio Solá, han decidido al convertirse en los verdaderos conductores panistas en el proceso electoral en marcha.

 

Con la mente ubicada en “Mecha Corta”, es muy factible que nadie sepa para quien trabaja, y eso le puede pasar a Calderón.