El próximo domingo, en medio de la polémica sobre el empalme del horario con la liguilla se dará el primer debate entre los candidatos a la Presidencia de la República. Con preguntas filtradas por el equipo de cada aspirante y formato rígido, con una moderadora que se limitará a ceder la palabra a cada quien y leer las preguntas que ya conocen de antemano, no espero mucho de ello.

Los mismos rollos de siempre, que si computadoras para todos, no, que mejor iPads, o ¿porque no?, bajar gasolinas y diesel, no será un debate sino un recital de promesas y ocurrencias para ganar votos. No me cabe duda, evitarán tomar posiciones claras sobre asuntos que pudieran asustar a tal o cual grupo de votantes. 

Más que grandes preguntas, que comúnmente contienen respuestas a base de generalizaciones bárbaras para no quedar mal con nadie, me gustaría saber sus opiniones en temas muy específicos, que nos ayude a conocer las motivaciones y creencias de quienes aspiran a manejar el país los próximos 6 años.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Nuestra obligación como ciudadanos es forzar a los políticos a que se pronuncien claramente, a despojarlos de esas vaguedades y generalizaciones en las que comúnmente se escudan para esconder sus intenciones.

Ojalá pudiéramos lograrlo. Nos corresponde.

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