La pandemia ha hecho que personas como yo —nerds, ratones de biblioteca y de laboratorio—, que normalmente nos mantenemos lejos de los reflectores, de repente seamos útiles para la opinión pública porque resulta que las cosas que entendemos con mucho detalle son de palpitante actualidad.

La vacuna Sputnik V tiene detalles técnicos que resultan bastante oscuros para cualquiera que no sea un enamorado de la inmunología y haya estado leyendo de vacunas biotecnológicas por varios años. Yo tengo esas dos características. De modo que es mi responsabilidad tratar de explicar el problema técnico que veo y que los expertos de las agencias de medicamentos rigurosas también ven y por el cual JAMÁS le darían una autorización a la vacuna Sputnik V en sus países.

Ahí les va. Ténganme paciencia.

Adenovirus humano

Varias de las vacunas contra covid-19 están fabricadas con una plataforma biotecnológica de adenovirus: Oxford/AstraZeneca, Sputnik V, CanSino y Jannsen.

OK y ¿qué rayos es un adenovirus? Los adenovirus son organismos biológicamente muy fascinantes (¡y bonitos!, son icosaedros microscópicos) que están en casi todas partes e infectan mamíferos y les causan enfermedades generalmente leves: infecciones de vías respiratorias, diarreas, etc. Hay identificados más de 50 tipos de adenovirus que infectan humanos. De todos los tipos identificados (“serotipos”, se llaman) uno de los que más frecuentemente causa infecciones en humanos es el adenovirus 5.

Ahora bien, como los adenovirus son “biorobots” muy eficientes para entrar al cuerpo humano los biotecnólogos decidieron usarlos como herramientas para fabricar vacunas con ellos: por ingeniería genética les quitaron todo lo que hace que causen enfermedad y dejaron sólo la “cáscara” para usarla como vector para poner ahí antígenos del microbio para el que se quiere hacer una vacuna: coronavirus, VIH, ébola, etc.

Tres de las cuatro vacunas que mencioné arriba están fabricadas sobre una plataforma de adenovirus humano: Sputnik V, CanSino y Jannsen.

Adenovirus de chimpancé

La vacuna de Oxford/AstraZeneca, en cambio, está fabricada sobre una plataforma de adenovirus de chimpancé. Y esto no es para nada una casualidad o una decisión arbitraria. Más bien se debe a que desde hace ya muchos años se ha visto que las vacunas fabricadas en plataformas de adenovirus humanos presentan problemas: a pesar de tener resultados muy prometedores en animales, al llegar a las pruebas en humanos, fallan. Esto se ha documentado especialmente bien para las que están fabricadas sobre adenovirus 5.

¿Por qué falla las vacunas producidas sobre adenovirus 5?

Fallan porque el adenovirus 5, como les dije, es muy prevalente en las poblaciones humanas, sobre todo en países tropicales más o menos pobres. Y eso hace que muchas de las personas tengan anticuerpos preexistentes contra el Ad5, porque se enfermaron con él y se recuperaron. El problema es que cuando su organismo lo vuelve a encontrar en forma de “cáscara”, estos anticuerpos preexistentes lo bloquean y no dejan que la vacuna haga su trabajo. No la dejan entrar a donde tiene que ir para activar linfocitos y todo eso. Y entonces la vacuna no funciona.

¿Adivinan qué característica tienen en común la vacuna Sputnik V y la de CanSino, que el gobierno mexicano está tan interesado en distribuir en México? Ambas están basadas en adenovirus 5.

Tanto Gamaleya como CanSino han estado usando sus plataformas con adenovirus 5 para fabricar vacunas contra ébola: no han servido. También contra MERS: lo mismo.

En el 2007 la comunidad de “vacunólogos” se sacudió por una noticia acerca del estudio clínico STEP de una vacuna de Merck contra VIH. La vacuna parecía muy prometedora en las primeras fases y todo el mundo tenía la esperanza de que ya iba a haber una vacuna contra el SIDA, ¿se imaginan qué maravilla sería eso? Pues la vacuna de Merck falló estrepitosamente en un estudio con 3000 voluntarios: no protegió del VIH a las personas vacunadas. ¿Adivinan en qué plataforma estaba basada esa vacuna? Exacto, adenovirus-5.  

Altamente sospechoso

De modo que desde el 2007 la comunidad mundial de vacunólogos decidió que no tenía caso fabricar vacunas basadas en adenovirus 5. A pesar de que como herramienta biotecnológica es fácil de usar y ya existen metodologías para escalarla a la producción de grandes cantidades. Pero ¿qué caso tiene una herramienta para meter vacunas en “cáscaras” que muchos de los vacunados van a desactivar antes de que logren hacer nada?

La cosa es que, como dije, después del fracaso de la vacuna contra VIH de Merck, la comunidad de vacunólogos decidió tirar la toalla con el adenovirus 5. Pero no todos: los científicos rusos y chinos, que históricamente trabajan en circunstancias muy precarias y con poco acceso a la literatura internacional, insistieron en seguirlo usando. Y tuvieron sus propios fracasos con él: vacunas de Gamaleya y CanSino contra ébola, SARS y MERS que nunca lograron autorización en ningún lado, porque la eficacia no era suficiente como para justificar ponérselas a la gente.

Estas historias no las conoce el público en general, claro. Para Merck fue un golpe muy duro y por supuesto no le interesa que la gente se acuerde. Igual para Gamaleya y CanSino: nunca hablan de las vacunas fallidas en sus comunicados de prensa. Pero es información sólida y pública. Los vacunólogos y biotecnólogos, la OMS, la FDA, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) y las demás agencias de autorización sanitaria rigurosas en el mundo saben de los problemas con el Ad-5 y no darían un voto favorable para que se autorice su uso en una pandemia tan espantosa como esta. Es enorme el riesgo si funcionan mal.

Y encima, los fabricantes se niegan a dar datos detallados y claros, sobre todo Gamaleya acerca de Sputnik V. CanSino ha sido mucho más transparente a este respecto y al menos en su artículo publicado en Lancet reconoce el riesgo de que la eficacia podría desaparecer o disminuir en personas que tengan anticuerpos preexistentes contra adenovirus 5. Gamaleya ignora el tema completamente y no mide esos anticuerpos preexistentes en los participantes de sus estudios clínicos.

Los fabricantes de Sputnik V saben que el vector adenovirus 5 es un problema, porque ya les ha pasado antes. Ignorarlo y negarlo es altamente sospechoso y deshonesto, en mi opinión.

Entiendo que todo este texto a algunas personas les puede sonar como una manera mía de tirar veneno y tratar de acabar con la esperanzas de la gente. Y les aseguro que no. 

Hay más vacunas

Yo también quiero tener esperanza. A todos nos hace falta. Y creo que hay razones para tenerla y no quiero quedarme sin decirlas: no tenemos por qué aferrarnos a estas vacunas basadas en Ad-5, hay más vacunas que ya vienen en camino: la de Jannsen, basada en adenovirus 26 y con muy buenos datos preliminares de eficacia es una gran opción. La de Oxford/AstraZeneca es una vacuna buenísima y ya casi la tenemos. Las de Novavax y CureVac todo indica que también serán muy eficaces.

Y mientras llegan a nuestros brazos (literal) tenemos las medidas de salud pública para disminuir los contagios: cubrebocas, distancia física de las personas con quienes no vivimos, aislamiento de TODAS las personas que hayan estado expuestas a casos confirmados, tengan síntomas o no. Y también ser inteligentes y solidarios. Esas herramientas está comprobado que sirven para frenar los contagios y las tenemos a nuestra disposición AHORITA.

Yo creo que no hay necesidad de acelerarnos con tener vacunas de eficacia dudosa. Además, está el riesgo de que si compramos esas dos, el gobierno ya no va a querer comprar y aplicar después LAS OTRAS, incluso si se acaba viendo que las que compramos en la desesperación al final no funcionaron. Creo, pues. No entiendo de política ni me interesa mucho.

Pero frenar la pandemia en México sí me interesa.

Gracias por leer.  

La vacuna del Centro Gamaleya

0-0-0-0

La Dra. Irma Aguilar Delfín es licenciada en investigación biomédica Básica por la UNAM y doctora (PhD) en inmunología por la Clínica Mayo. Ha sido investigadora nacional desde el 2002, trabajando en el Instituto de Biotecnología (IBt-UNAM), el Instituto de Medicina Genómica (INMEGEN) y dos farmacéuticas que fabrican productos biotecnológicos. Actualmente es asistente técnico en la Comisión Coordinadora de los Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad (CCINSHAE).