“Que México deje de estar al grito de guerra, que el pueblo deje de ser el eterno soldado de una patria que se ataca a si misma” -Zunzunegui-
Andrés Manuel López Obrador ha colocado como eje central de su plan de gobierno la pacificación del país, motivado por el deseo de terminar con el dolor y la destrucción que ha causado el actual estado de violencia; sin embargo, la vía que propone para lograrlo ha resultado incómoda para aquellos mexicanos ‘políticamente correctos’, quienes han preferido hacer oídos sordos al ritmo del típico: “no oigo, no oigo tengo orejas de pescado”.
Desde el inicio del periodo de precampaña y durante los primeros días de campaña, López Obrador ha reafirmado la idea de convocar a un diálogo con integrantes de la delincuencia organizada para poner freno a los enfrentamientos y ejecuciones que se han vuelto protagonistas del día a día, no solo en comunidades de Guerrero, Michoacán y Tamaulipas sino ahora también en las grandes ciudades, como la capital del país.
En este sentido, ha declarado que de llegar a la Presidencia mandará al Congreso una iniciativa de Ley de amnistía que estaría enfocada en casos específicos, por ejemplo, para aquellos campesinos que por falta de oportunidades se han visto sometidos al narcotráfico sembrando amapola en sus tierras, y que por ello, ahora están presos.
Si bien sus propuestas han sido criticadas principalmente por sus contrincantes políticos, simpatizantes de Meade y de Anaya, los indecisos y los molestos con el sistema no se han tomado el tiempo de conocerlas, ¿por qué no cuestionarlas antes de rechazarlas?
No estamos hablando de una simple ocurrencia de perdonar a los delincuentes, se trata de recuperar la tranquilidad y la paz a través de soluciones alternas a las ya fracasadas estrategias de los gobiernos del PRI y del PAN, que de acuerdo a cifras oficiales han dejado más de 200 mil muertes.
Los malos resultados de las administraciones de Calderón, de Peña y varios más; sin duda han deteriorado la confianza que cada uno como ciudadano depositamos en los partidos políticos, pero necesitamos atrevernos al cambio y explorar nuevas posibilidades.
Quienes rechazan el camino del diálogo y la pacificación no están entendiendo el problema de violencia en México. Quítate las ‘orejas de pescado’