La semana pasada escribí un artículo que, desde mi punto de vista, era una crítica a todos los partidos y a los políticos en general, sin embargo, recibí muchos comentarios negativos hacia el mismo, sin llegar a comprender del todo qué era lo que había despertado ámpula entre los lectores de este medio.
Días después, escuché la noticia de lo acontecido en Oaxaca, donde se acusaba a miembros de la sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), de haber iniciado una riña en un mitin del candidato del PRI a la presidencia, así como de los señalamientos del candidato Meade de que estos provocadores, habrían sido enviados por el abanderado de la coalición “Juntos Haremos Historia”, Andrés Manuel López, y el posterior deslinde del líder sindical de la sección 22, hacia los candidatos de Morena.
Hechos violentos como estos, ya han tenido lugar en la CDMX entre los simpatizantes de Morena que apoyan a Claudia Sheinbaum, candidata a la Jefatura de gobierno, y los simpatizantes del PRD, liderados por Alejandra Barrales, aspirante al mismo puesto.
Lo que voy a decir a continuación, seguramente me acarreará toda una suerte de insultos de ciertos lectores, sin embargo, lo que es innegable es que en todos estos actos violentos, hay un común denominador, y ese es el partido de Regeneración Nacional. Y es que la historia nos ha enseñado que si hay un candidato que polariza a la población es Andrés Manuel. Con él no hay grises; la gente o lo ama o lo odia; se le perdonan todas sus incongruencias, sus posiciones de confrontación; se le cree su mensaje de AMLOVE; se le recuerda en todos y cada uno de los actos cometidos en los que se ha contradicho; acepta chapulines de la mafia, los perdona y abraza; y cuando se le cuestiona, sencillamente se niega a contestar o evade a decir el “cómo” piensa hacer las cosas.
No podemos negar que como Jefe de Gobierno tuvo logros importantes, y que le dio a la CDMX avances significativos en muchos aspectos, sin embargo, también tuvo muchos desatinos y fue una gestión llena de obscurantismo.
Así, a semanas de la elección que definirá nuestro futuro, me queda claro que los ánimos se polarizaran cada vez más y se volverán más violentos, ya que parece que ninguno de los candidatos y en especial el puntero en las encuestas (el más radical de todos), condenan enérgicamente estos actos ni llaman a la civilidad a una sociedad que se presume de plural, multicultural y democrática.
La sociedad esta tan polarizada, que se han formado dos grupos de opinión contrarios entre sí, sin ningún punto en común, ya que parece que una persona no puede pensar diferente sin que se le insulte o se le agreda.
Vaya responsabilidad tienen los candidatos de no llevar esta polarización a un estallido incontrolable.