Dos dichos para empezar este artículo. El primero: “Al campeón hay que irle hasta que pierda”. Y el segundo: “Un periodista es lo que sus fuentes son”.

Por más confiable que históricamente sea una fuente, siempre hay qué cruzar o validar la información que suelta. El mayor cuidado se tiene cuando ésta es oficiosa, es decir, cuando se la dan al articulista sin que éste la busque.

Hace unos días, el “campeón” que tenía desde hace como un año en cierta área del gobierno federal, perdió y por lo tanto, dejé de irle, cuando al verificar los datos que me dio oficiosamente, resultó que eran “medias verdades” y al menos en la escuela primaria donde yo estudié, me enseñaron que esas no son ni medias ni verdades, sino mentiras completas.

Les platico: Tengo fuentes de información en el gobierno federal, en el poder judicial, en varios de los Estados, en muchos de los municipios, en los cuerpos legislativos, en partidos políticos, en las cámaras de la IP y en quienes forman parte de la misma IP.

Quizá les llevo algo de ventaja a mis colegas, porque para validar la información que obtengo, utilizo la plataforma de BigData que instalé en México hace un montón de años, gracias a las habilidades tecnológicas de dos matemáticos que me traje de uno de los países favoritos de los adoradores de la 4T.

El BigData procesa en nano segundos volúmenes de información que con equipos convencionales demorarían días o semanas o más.

Un nanosegundo es la milmillonésima parte de un segundo. Este tiempo tan corto no se usa en la vida diaria, pero es de gran aplicación en ciertas áreas de la física, química, electrónica y desde hace 17 años en la informática.

Valido mediante cruces con otras fuentes de información, cada gramo de dato que cae en mis manos y felizmente por eso, desde que “tengo uso de razón” -como decía mi abuela la financiera- no he sido desmentido o corregido por nadie en mis escritos.

Bueno, sí, hubo una vez que los dirigentes de ese partido rémora llamado PT se quejaron ante mis editores que era falso que la diputada Guadalupe Rodríguez Martínez fuera culpable de desviar $100 millones de pesos de los Centros de Desarrollo Infantil del predio urbano “Tierra y Libertad”, y que junto con su marido Alberto Anaya -presidente vitalicio del PT- mangonean en total opacidad como si fuera su negocio familiar, con chequeras a nombre de ellos y media parentela. N´ombre, pa ´que les cuento más, un mugrero.

En mi columna publiqué los números de los expedientes de tal acusación y tan real era todo eso, que ella pidió licencia el viernes 6 de septiembre del 2018 al cargo de diputada local que había ganado en las elecciones de ese mismo año, para no presentarse a que le dieran su acreditación como legisladora, por miedo a que la apresaran.

Recuerdo que el presidente del PT en NL escribió muy ofendido diciendo que “Lupita” -así le llaman él y otros lambiscones que escriben por éstos lares- había sido exonerada de tales delitos y hasta envió el escrito con la sentencia de los jueces que seguramente se prestaron a ese enjuague.

La réplica del petista fue publicada y al día siguiente les mandé un mensajito diciéndoles que “hay cosas que siendo legales, son inmorales” e invoqué a la constitución moral del amo de los petistas, el señor AMLO.

Pues resulta que después de este interludio, quiero decirles que la ex fuente a la que aludo al principio, me dijo que el Grupo Empresarial Ángeles, de los Vázquez Raña y Vázquez Aldir, (llamado así por el nombre de pila de la esposa de Olegario) estaba vendiendo el periódico Excélsior y las estaciones de Imagen debido a no sé qué cosas relacionadas con insolvencias, presiones del gobierno y otras desgracias.

Lo que mi ex fuente no sabía es que tengo contactos dentro de las empresas de ese Grupo y de El Heraldo de México -también llevado al baile en ese argüende- y con papelitos de por medio me dijeron que todo se debió a que éste periódico realizó una compra -todavía sujeta a la aprobación del Instituto Federal de Telecomunicaciones- de las frecuencias de radio de Imagen 98.5FM en la CDMX y la 100.3FM de Guadalajara.

A diferencia de lo que mi ex fuente me dijo, nunca se negoció la venta de Imagen como tal y a cargo de dicha aclaración está Franco Carreño Osorio, ni más ni menos que el director general de El Heraldo.

El tema no quedó ahí, porque para terminar de darle luz a la asamblea, Gabriel López Avila, apoderado legal del Grupo Ángeles, categóricamente dijo que Grupo Imagen no está en venta, punto y que esas ventas muy puntuales forman parte de su estrategia de negocio. Pa´l que quiera leerlas, tengo las dos cartas.

Entonces, a lo mejor la publicidad del gobierno ha disminuido en favor de medios que en sexenios anteriores se sirvieron con la cuchara más grande de la cocina presupuestal y por eso ahora andan vendiéndose por un plato de lentejas.

La astringencia de la mal llamada “comunicación social” contratada por el gobierno de AMLO -y peor ejecutada por sus “expertos”- pone en jaque a medios que colocan todos los huevos en la misma canasta, a diferencia de otros -como en donde escribo- que mediante estrategias de diversificación comercial buscan no depender de un solo segmento de mercado para financiar sus operaciones.

 

CAJÓN DE SASTRE

“Como también decía tu abuela la financiera: ¿Quieren más o les guiso un huevo?”, interviene la irreverente de mi Gaby.

placido.garza@gmail.com

PLÁCIDO GARZA. Nominado a los Premios 2019 “Maria Moors Cabot” de la Universidad de Columbia de NY; “SIP, Sociedad Interamericana de Prensa” y “Nacional de Periodismo”. Es miembro de los Consejos de Administración de varias corporaciones. Exporta información a empresas y gobiernos de varios países. Escribe diariamente su columna “IRREVERENTE” para prensa y TV en más de 40 medios nacionales y extranjeros. Maestro en el ITESM, la U-ERRE y universidades extranjeras, de distinguidos comunicadores. Como montañista, ha conquistado las cumbres más altas de América.