Bambino Gesú

Por Marco Malaigia, desde Roma, Italia.

Roma, Italia.- Saludo a mis amigos de México desde uno de los mejores hospitales pediátricos del mundo, el Bambino Gesú, donde casualmente están atendiendo a mi hija Emilia, de 6 meses de edad, de un raro padecimiento.

Soy parte -bueno, creo que todavía lo sigo siendo- de la Orquesta Sinfónica de la UANL- donde me desempeño como Corno y del caso de mi hija les platicaré en otro artículo.

Por lo pronto, quiero compartirles algo de la historia sobre este prestigiado hospital auspiciado por el Vaticano, que ha sido visitado por el Papa Francisco varias veces, para deleite de pacientes, de sus padres y del personal médico.

Entonces, 3a llamada, 3a, comenzamos

El 19 marzo de 1869, por iniciativa de la familia Salviati en un cuarto cerca del orfanato de los "Santos Crescenzo y Crescenzino" empezó la primera actividad con el internamiento de 4 niñas afectadas por una enfermedad llamada "scrofola".

En 1872 crearon un nuevo hospital ya más grande con mucho espacio para pacientes y cirujanos. En ese año comenzaron a separar los pacientes por su gravedad y grado de infección.

Además se crearon las primera cartilla clínica de cada paciente, donde registraban temperatura, frecuencia cardiaca, respiro, calidad y que monitoreaban por primera vez en el mundo, las dietas de cada paciente en base a su edad.

En varios años la demanda de internamiento estaba en aumento, así que tuvieron que buscar un lugar más grande, y encontraron un convento en la zona del "Gianicolo" (El mirador más bonito que hay en Roma) y construyeron un hospital para 500 pacientes.

En los primeros meses de 1900, el hospital era un punto de referencia por toda Italia.

Durante la Gran Guerra, el hospital enfrentó situaciones de salud difíciles, incluida una epidemia de meningitis, viruela negra, difteria y cólera, que sometieron a grave tensión al personal del hospital.

Cuando la guerra llegó a su fin, la gripe española golpeó a Roma.

En tan solo tres meses, de octubre a diciembre de 1918, más de 300 niños afectados por la epidemia fueron ingresados en el hospital Bambino Gesú.

Vaticano

Su atención hospitalaria logró reducir en gran medida la mortalidad de los niños enfermos, lo que aumentó a nivel internacional el prestigio de dicho hospital.

El 20 de febrero de 1924 ocurrió el traslado del hospital Bambino Gesù y todas sus propiedades a la Santa Sede, siendo Pío XI el Papa.

Para el hospital, después de 55 años, terminó la era aventurera y conflictiva de la caridad privada y comenzó otra: la de la institucionalización pública vaticana.

El hospital se amplió con nuevos pabellones, gracias a los fondos donados, y se instituyeron los primeros laboratorio de análisis, servicio de microscopía, y autopsias de anatomía patológica.

Durante la Segunda Guerra Mundial el hospital estuvo siempre abierto, incluso en los momentos más dramáticos y, al ser propiedad del Vaticano (país no beligerante), se constituyó como una especie de refugio.

Muchos de los refugiados eran judíos, médicos y trabajadores de la salud, que encontraron protección dentro de los muros del hospital.

Esto cobra especial relevancia si recordamos que Italia fue aliada junto a Japón, de la Alemania de Hitler.

Ese fue el peor momento en la historia del hospital. El invierno de 1943 fue terrible porque además de la dificultad para encontrar medicinas y alimentos, había escasez de combustible, gas y electricidad.

(Hoy en México hay escasez de electricidad, pero no estamos en guerra, o al menos no como a la que me refiero).

Marco Malaigia, con su hija Emilia, de 6 meses, en el Bambino Gesú

Se produjo una disminución progresiva de las hospitalizaciones. Los niños más pequeños, en particular los lactantes, sufrieron las peores consecuencias y, como resultado, la mortalidad infantil aumentó durante el primer año de vida.

Después de la guerra, era necesario salir de ese túnel oscuro en el que se encontraba el hospital: podía y debía ser reconstruido, refundado y relanzado.

Entre 1950 y 1970 se hizo el programa de reconstrucción y refundación del hospital.

La reconstrucción del edificio fue el trampolín indispensable para la renovación del hospital y a la mejoría sanitaria de médicos y enfermeras, se agregaron otras especialidades pediátricas importantes; se crearon nuevas sedes por la cura de varias patologías, como la parálisis espástica, y fue creado un nuevo centro de cardiocirugía.

RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL

En 1985 el hospital obtuvo el reconocimiento de "Instituto Científico".

Durante los años 80 y 90 se activaron otros importantes servicios como el de genética (1983), el laboratorio de bioingeniería (1984), el servicio de tomografía axial computarizada (1987), la sección de cuidados intensivos neonatales (1989),y el centro de asistencia a niños con sida.

Se dio también un nuevo impulso al sector de la investigación científica, en las disciplinas de cirugía, trasplante de órganos y nefrología.

En las últimas décadas el hospital hizo el primer caso en el mundo, de trasplante de hígado para dos pacientes.

La máquina de perfusión hepática le permite dividir al órgano en dos partes y trasplantarlo a diferentes pacientes.

Este es el primer caso en el mundo reportado en la literatura científica y fue realizado por cirujanos del hospital Bambino Gesù de Roma.

La historia sigue, pero aquí termina la primera parte.

INTERMEDIO

Vayamos al Intermedio y volveré con ustedes con la 2a y última parte de esta historia, donde les platicaré del caso de mi adorada hija Emilia, y las que estamos pasando con ella desde que la trajimos a Italia para ser atendida de un raro padecimiento, les anticipo que la está librando, gracias a Dios y a la gente noble y humanitaria que hemos encontrado aquí, en el Bambino Gesú, de Roma.

MARCO MALAIGIA

Graduation from the G.B. Pergolesi Conservartory of Music of Fermo, Italy. Graduated with honors. Study in Italy with Masters M' Giovanni d'Aprile y M'Danilo Stagni who is first horn of Teatro alla Scala of Milan, and then with David Alan Cooper.

malaigia87marco@gmail.com