El primer debate para la elección del presidente de México ya ocurrió, y con interesantes resultados: Primero, se logró crear un desinterés generalizado, que se reflejó en lo reducido de la audiencia, esto tomando como base la población de nuestro país. Segundo, tenemos que preguntarnos. ¿Cuál será la anécdota que nos quedará para recordar lo ocurrido en el debate? Esta anécdota estará formada por la opinión de quien transmita la información, ya sea algún conductor de televisión, la prensa o simplemente lo que se comunique de manera coloquial entre conocidos o familiares.
A este fenómeno lo podríamos describir como el de "la pirámide de las copas de champán”, en donde se construye una pirámide de copas y se vierte el champán en la copa más alta, y al llenarse derrama sobre el siguiente nivel, hasta que alcanza la base. Podríamos decir que así fluye la información y la percepción del las cosas. La información transitaría desde el punto donde se generó la experiencia, hasta los que se enteran de lo sucedido después de varios pasos. Generalmente la información alcanza la base de la pirámide de manera lenta, retrasada y distorsionada. En la base es justo donde se encuentra la mayoría de la gente.
Y aquí es donde encontramos el verdadero objetivo del debate. Diseñar cual es la percepción y la información que se quedará en el imaginario colectivo, o en otras palabras, en la idea y la memoria de la población que correrá desde la punta hasta la base de la pirámide.
¿Cómo percibimos y cómo integramos la información que nos rodea? ¿Cómo quedará almacenada la información? y ¿Cómo se crearan nuevas ideas que recordaremos en el futuro? Lo que recordemos de alguna experiencia será la base que conformará nuestra idea de las cosas y de nuestro mundo. Lo más importante es que esa idea la transmitiremos a los que nos rodean, sin importar si está apegada o no a la realidad, si es correcta o no, o si simplemente es lo que queremos recordar.
Cada uno de los que vimos el debate, lo vimos partiendo de una expectativa preestablecida, es decir cada persona ya tenía una idea de lo que quería ver y solo esperó a que eso sucediera. Si la expectativa se cumple nos ayudará a reafirmar nuestra idea, si no, la ignoraremos.
En este sentido, tenemos una gran cantidad de posibilidades, desde los que esperaban ver un encuentro político, hasta los que deseaban ver un pleito callejero. Sin embargo, el común denominador fue el morbo. El morbo convertido en la reafirmación de esa idea que nos sirve para construir nuestro marco de referencia de las cosas y que nos servirá de anécdota para transmitir a los demás.
Si partimos de la base que somos seres totalmente emocionales, las propuestas teóricas sólo serían del interés de los estudiosos o de todo aquel que le interesara un tema en particular. En términos generales, el joven busca rebeldía y empatía con un modelo afín a su edad. El estudiante exigía que se respondieran las preguntas como en un examen. Otros podrían esperar el pleito y la sangre, para la anécdota. Y otros más, podrían estar al acecho del gran error, para la burla y la denostación.
Con todo este contexto podemos preguntarnos ¿Qué nos dejó el debate visto desde la base de la pirámide? ¿Qué nos dejo el debate en una visión meramente emocional? ¿Qué nos dejo el debate después del filtro del tiempo y de la comunicación de uno a otro?
Nos dejo, un debate poco visto y de poco interés. Nos dejo, a una modelo fuera de contexto que será recordada por muchos y por mucho tiempo. El contenido y los conceptos que se deseaban transmitir, ya casi se olvidaron o los ignoramos. Nos dejo, “poca sangre”, para los que deseaban el pleito. Nos dejo, a alguien tibio porque no golpeó fuerte. Nos dejo, a alguien que no lograron derrumbar, ni exhibir por una pifia memorable. Nos dejo, a alguien de quien nadie se acuerda. Y nos dejo, a alguien que sorprendió por la “novedad” que ocasionó una percepción de “inteligencia o cordura” aparente.
Todos los candidatos tienen una historia basada en los hechos de su pasado. Algunos tienen detrás, grupos de poder muy fuertes que los apoyan, y ellos solo obedecerán a los intereses de sus grupos. ¿Cómo se puede percibir de “inteligente y novedoso” a alguien sostenido por lo más profundo de la corrupción y la mafia del poder mexicano? Gracias a la percepción sólo de esa imagen ignorando todo lo demás.
¿Cómo combatir la superficialidad de lo que nos quedo del debate? Interesándonos por el fondo, leer, analizar, preguntar, comunicar y recapacitar. Un buen ejercicio sería evitar quedarnos con la información de la base de la pirámide. El ejercicio de pensar e ir al fondo de los hechos, es lo más importante. Pero eso no sirve de nada, si no lo comunicamos a todos los que nos rodean.
Deberíamos tener en mente que no estamos decidiendo al campeón de una competencia. No se trata de obtener un título. No hay que sentirse cómodos porque seleccionamos a alguien que nos causa buena impresión. En el mejor de los casos, y sin caer en una idea inocente o diáfana. Se trata de hacer un ejercicio que podría determinar el futuro de miles de personas, de familias, el futuro de un país. Dejemos el chiste barato para tomar con seriedad el futuro económico, el futuro de nuestra salud y el de nuestro bienestar. El futuro de nuestro destino como país.
Hagamos algo más que simplemente recibir todo lo que derrama de la punta de la pirámide. Y recordemos, somos muchos más que los grupos del poder, hagamos valer nuestra superioridad numérica.