Loreta:
Voy a jugar que soy un perro, para que me ignoren y me manden a un rincón cuando llegue un invitado.
Voy a comer lo mismo todos los días, en mi plato habrá eso que sale de una bolsa gigante.
Voy a acercarme a los pies de todos para descubrir con mi nariz, cómo les fue en el trabajo.
Voy a revolcarme para llamar la atención de los que llevan horas con su celular.
Voy a ladrar para que al menos me dirijan la palabra con un, '¿qué te pasa?'
Voy a hacer ruido con mis dientes para que me hagan cosquillas y piensen que quiero jugar, cuando en realidad tengo un dolor.
Voy a roncar justo cuando todos quieran dormir tranquilamente.
Voy a tirar muchas cosas para que se rompan y en esas conversaciones agotadas platiquen todo lo que ha roto el perro.
Voy a morder a alguien para recibir golpes y fuertes regaños.
Voy a manchar los muebles y las alfombras.
Voy a escaparme varias veces para que me persigan.
Voy a cuidar muy poco la casa con mis ladridos, más por temor que por valentía.
Pero también...
Voy a extrañarlos a todos cuando descubra lo diferente de sus voces.
Voy a alegrarme al saber que acaban de llegar.
Voy a dejarme acariciar para hacerlos sentir que soy receptivo a su contacto.
Voy a mirar las ventanas mientras el tiempo se encarga de traer a mis amos de vuelta.
Voy a acompañarlos, voy a donde me lleven, voy a estar ahí, justo detrás de la puerta para que sólo con esta presencia de perro te pueda tener para siempre querida Loreta en el corazón que habitaste como la casa en donde hacías todas esas cosas que pocas veces atendí, pero que nunca olvido.


Eric Fernández.
@fdezeric