Desde el viernes pasado, cuando la administración de Enrique Peña Nieto enmendó el error de Gobernación y recapturó a Joaquín 'El Chapo' Guzmán, los titulares de los periódicos parecen ser de broma. Títulos de novela. De esos que sumen al lector en un mar de emociones, empezando por el asco. La historia de 'El Chapo' y Kate del Castillo lo tiene todo:

Romance:  Los mensajes de texto narran una historia de amor entre la actriz y el delincuente. Él se enamora perdidamente de ella, y esta, debido a su peligrosidad, lo tiene que dejar ir. No sabemos si con pesar o no. Comenzó con una inocente y distraída admiración de Castillo hacia Guzmán, y terminó enamorando al capo, que vio en ella y sus talentos fílmicos una oportunidad de satisfacer su más nuevo capricho: la FAMA a través del enorme estimulante que es tener una película hecha de tu vida.

Aventura: El bohemio actor, Sean Penn, que necesita conseguir una exclusiva para satisfacer su alter-ego periodístico. Entre mensajes secretos, instrucciones anónimas, y vuelos "chatarreros", consigue reunirse con el hombre por el que quizá todos los periodistas de América darían su mano derecha por entrevistar. El contacto entre ambos: una mujer, la intersección de la confundida actriz que podría haber cruzado -aunque sea muy sutil- la línea entre lo que está bien y lo que está mal. Para hacer frente a la desgastante relatividad de esta línea, diremos que, por esta ocasión, está marcada con la ley.

Espías: El CISEN. Las autoridades. Aquellos que, desde el punto de vista de 'El Chapo', son los malos. Aquellos que ahora alegan que desde el principio lo supieron todo, y hasta se dan el lujo de filtrar fotografías de Kate del Castillo y Sean Penn. Detrás de este grupo de operadores oficiales que están recorriendo montañas, cielo, mar y tierra para encontrar a Guzmán, se encuentra un político hidalguense con aspiraciones feroces: Los Pinos. El salir triunfante de esta película, lo pondría un paso más cerca.

Comedia: El humor negro, cínico y atrevido, del desarrollo de la historia. Mientras Guzmán Loera se reunía con los actores, sus abogados estaban tramitando amparos a diestra y siniestra. La imperdonable contradicción de que, mientras la Marina desgasta recursos humanos y económicos en encontrarlo, a una actriz no le tomó más de un tuit para recibir un mensaje de esos mismos abogados. La desvergonzada reunión del narco con una diputada del PAN.

Drama: El punto de divergencia. La captura del Chapo. El descubrimiento de todo. Las declaraciones presidenciales, la opinión pública, los trámites legales. La aparición del "personaje" de Estados Unidos, hambriento de la extradición de "El Chapo". Las balaceras, los helicópteros, el fallido intento de un escape en Los Mochis que incluso terminó con el cansado cliché del criminal robando un auto para huir. En este punto también entra la enfermedad, publicada por el periódico Reforma, que señala la disfunción eréctil del capo y los implantes genitales que tuvo que recibir.

El desenlace: Es lo que veremos en los siguientes días: las sentencias, las órdenes de aprehensión, las declaraciones de los dos supuestos implicados, el destapadero de responsabilidades e irresponsabilidades que terminarán de una manera muy sencilla: cárcel o multas. Si todo esto me lo contara un amigo al que se le acaba de ocurrir una historia, le diría que es la historia perfecta. Todos los elementos (desde el político hasta el económico, el ético y el legal), están perfectamente ligados a través de una serie de coincidencias que incrementan, aún más, la percepción del capo como el héroe, cayendo en la inevitable 'romantificación' del criminal, llegando a lo que pasa con los piratas: Todos quieren ser Jack Sparrow, nadie quiere ser el Comodoro Norrington. Pero no es una historia, como tampoco lo fueron los bucaneros. Hace falta que detrás del teatro, del drama, de lo novelístico de la historia reciente de Guzmán, recordemos lo real: los muertos, las desapariciones, los secuestros, los feminicidios, las balaceras. Todo aquello que está rodeado por la madre del crimen organizado en México, que indudablemente es el narcotráfico. Recordemos la drogadicción, al cocainómano que hasta todo su ingreso en las drogas, sumiéndose así en un círculo vicioso del que será difícil salir. Pensemos, ahora del otro lado, en el gasto. Los millones que Guzmán ha hecho gastar al gobierno con cargo al erario, la cantidad de tiempo y dinero público que se hace falta invertir en este delincuente, el sueldo de todos aquellos ofíciales que ahorita tienen la única misión de que no se escape otra vez del Altiplano. Como historia, la de Kate, Penn y El Chapo es muy bella. Como la realidad que es, es la más desafortunada. Escríbeme @memocalzada