Me entristece y decepciona ver a un montón de compatriotas celebrando la victoria del candidato norteamericano Joe Biden, como sí este fuera muy distinto del actual presidente de los Estados Unidos. Entiendo que la alegría (sobre todo de la comunidad latina y gringos bien pensantes) proviene de que Donald Trump era realmente desagradable: racista, machista, déspota, mentiroso, pero eso no quiere decir que Biden sea una bendición de Dios, quizás el demócrata baje los intereses de la deuda, pero la deuda seguirá cobrándose; a la mejor no habrá una persecución tan salvaje de inmigrantes, pero la migra ahí seguirá, haciendo su trabajo. Los Estados Unidos seguirán siendo los amos del planeta y los países del Tercer Mundo, sus esclavos.
Es como el policía bueno y el policía malo. Dos tácticas distintas para obtener los mismos fines imperialistas. Tanto el pinto como el colorado tienen dinero invertido en el narcotráfico y la venta de armas. El destino de Genaro García luna, el general Cienfuegos y el posible encarcelamiento del mayor narcotraficante de México: Felipe Calderón, no dependen de la persona que ocupe el cargo de presidente, sino de los intereses de una corporación capitalista, cuyos integrantes ya verán si les conviene intervenir o no nuestra patria, so pretexto de que nuestro gobierno no puede con el crimen organizado.
Estoy consciente de que mi gallo no era muy querido y que tenía pocas posibilidades de ganar, sin embargo, si yo fuera gringo, sí hubiera votado por Kanye West, por una sencilla razón: a diferencia de los demás, me parece auténtico.
En Estados Unidos no han podido romper esa maldición como la que teníamos en México, donde si no ganaba el PRI, ganaba el PAN; que, al igual que el Partido Demócrata y el Partido Republicano, son dos partidos de derecha. Es como polemizar quien está menos chaparro: Felipe Calderón o Diego Fernández de Cevallos, cuando ambos pertenecen al género de los enaneznos. Birthday Party quizás también sea un partido capitalista, pero con un candidato negro, rapero y pacheco, tan mentalmente inestable, que hasta podría ser de izquierda sin querer.
Yo no le creo ni a Trump ni a Biden, tienen aspecto de políticos falsos, con sonrisitas hipócritas y haciéndose los luchadores sociales (hasta Trump dijo que “solamente Abraham Lincoln lo iguala en anti-racismo”). Despreciables por igual.
Kanye West, al menos, es auténtico, con sus desplantes provocadores (como orinar un premio Grammy, apenas hace unos meses), de millonario excéntrico, sumados a un montón de escándalos y humor involuntario, que lo hacen, si no simpático, al menos más humano.
Yo me identifico con él porque, aunque tiene mucho dinero, es súper naco, y lo demuestra al pertenecer al clan más naco de los millonarios: el clan Kardashian (casado con Kim). Lo hemos visto en el reality show más naco de la televisión, en situaciones de ricos que no le piden nada a un capítulo de “La Rosa de Guadalupe” (donde juega el papel de negro genio incomprendido).
No es como Cuauhtémoc Blanco, que solo tiene habilidad para jugar futbol. Kanye es un artista, compone y canta rap, diseña zapatos tenis y ropa, es creativo. Mil veces más valioso que cualquier candidato demócrata, u republicano.
Gastó 12 millones en su campaña (donde regalo marihuana) y obtuvo 60 mil votos (mucho más que las afiliaciones a México Libre), y ahora se prepara para regresar en 2024. Aunque lo veo improbable, espero que ahora sí gane los comicios, pues estoy seguro que Kanye si pondría a Calderón en la silla eléctrica (o al menos a un programa de rehabilitación, para que vea, en absoluta sobriedad, el país que dejó).