La elección presidencial del 1 de julio de 2018 redimensiona el quehacer político nacional. Visto desde la prospectiva de los 4 grandes derrotados de la elección, los siguientes apuntes son claves para comprender lo que se viene:

1.- El Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Su caso no debe analizarse limitado al espectro político - electoral. Es un fenómeno de estudio sociológico. Como partido, recorre el momento más comprometido que han tenido desde su fundación, con más probabilidades de que se agrave su crisis que de salir de ella. No han tocado fondo aún. Su crisis registra niveles crecientes aun después de la elección. La animadversión prevalece y sigue avivándose. La situación es mucho más grave que el hecho de haber perdido una elección. Acumuló tal cantidad de rencor, de coraje y de descrédito, que durará una generación en disiparse su carga negativa, su lastre histórico.

Al margen de si es justo o injusto el hartazgo radical, al PRI se le asocia con lo más detestable de los abusos, de los excesos, de las rapacerías, de los malos gobiernos, de la corrupción, de los escándalos políticos. Resulta interesante ver cómo un partido que fue hegemónico por más de 70 años, recorrió todas las etapas del ciclo de vida del producto. Fue novedoso en su lanzamiento, lo cual lo catapultó y creció vertiginosamente; adquirió y preservó el más grande poder en el país por 7 décadas, mientras cruzaba las etapas de crecimiento y madurez. Durante este lapso su poder de persuadir era muy sólido. El declive del producto se hace evidente el 1 de julio, y con ello el crecimiento negativo, la presión y disputa de múltiples competidores, el desplazamiento en el mercado electoral, la pérdida de fidelidad de su militancia y la navegación a la deriva, dependiente de circunstancias externas.

Quizá lo peor que les esté pasando es no haberse dado por enterados que son un partido sobresaliente por la animadversión popular. Hoy deben tomar en cuenta que son una opción hipotecada y que su futuro no lo controlan ellos mismos. Convertirse en un partido de oposición no es viable para el PRI. Su profundidad negativa invalida y descalifica cualquier juicio de valor, cualquier crítica, cualquier señalamiento emitido contra AMLO y su gobierno.

2.- El Partido Acción Nacional (PAN).

Vive un cisma interno fortísimo. El secuestro de los espacios de dirección y conducción del partido a manos de Ricardo Anaya y su núcleo de aliados, tiene a los militantes y adherentes en un panismo decepcionado, confundido, humillado y que perdió el rumbo de sus postulados ideológicos. Flagelado por los errores y las secuelas que les dejó el haber gobernado por dos sexenios al país, pero sobre todo, de haber alcanzado tal nivel de descrédito en 2012 que permitieron que el PRI recuperará la presidencia de la república, siguen causando daño y las narrativas propagandísticas aún no logran repeler el malestar del pasado, que se reavivaron tras la campaña electoral que acaba de finalizar.  

Acostumbrados a ser la oposición al gobierno, les cuesta demasiado trabajo auto defenderse cuando gobiernan. Por momentos lograron contagiarse al interior de la expectativa de que podían ganar la elección presidencial 2018. La verdad es que lograron evitar una mayor desbandada. La mayor de las alianzas con el PRD en la historia de ambos partidos, fue criticada severamente y calificada de espuria, oportunista, anti natural, inexplicable. La alianza con Movimiento Ciudadano les quitó posiciones de representación proporcional.

La división y descomposición entre los grupos, expresiones y liderazgos morales al interior del PAN los hace aún más proclives a la mutación de militantes que abandonaran el redil azul para migrar a MORENA. Allá tienen como cabeza de playa -término que describe la línea creada cuando un grupo militar que alcanza la costa y comienzan a defender el área hasta que se produce el arribo de un número suficiente de refuerzos, momento en el que se crea una posición lo bastante fuerte como para comenzar un avance ofensivo- tanto a Germán Martínez Cazares, como a Tatiana Clouthier Carrillo procurando colonizar el momentum y derechizar la transición lo más que puedan.

3.-El Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Atraviesa momentos de angustia que podrían presagiar incluso la futura extinción. Andrés Manuel López Obrador, presidente electo de México es su raíz, su cimiento, su motivo y su fundador. Transitaron armónicamente por varios lustros hasta que la pérdida de control interior orilló a que López Obrador dejara el nido e hiciera otro: MORENA. No obstante ello, la militancia y las bases de la izquierda mexicana se sintieron abanderados en numerosas etapas por el hoy presidente, y no se puede negar que antes e incluso ahora, es objeto de culto y veneración entre los perredistas. La migración del PRD a MORENA es vista como natural. Líneas de mando, amistades, afinidades grupales, tribales e individuales enmarcaran una ascensión al poder esperada. Sin duda el sueño de que las izquierdas de México se unifiquen tendrá en la obtención de la Presidencia de la República la oportunidad de oro para cristalizarse y de ser así, será asimilado en la forma y en el fondo. Lo que sería un obstáculo, que fue el aliarse con el PAN, pero el México amoroso podría abrazar a los hijos pródigos.

4.- Los Candidatos Independientes.

Posterior al análisis, sufren tremendo revés en el ánimo de la sociedad y en las posibilidades objetivas de alcanzar mayores espacios de poder en el país. El único Gobernador de una entidad federativa que hay, emanado de esta opción en la legislación mexicana, es Jaime Rodríguez “El Bronco”, de Nuevo León. Junto con Margarita Zavala, escisión del PAN, alcanzaron la postulación independiente a la candidatura presidencial. El primero, llegó cuestionado y denunciado por el uso de recursos públicos materia de investigación y fiscalización mayor, además de señalado por recabar apoyos de firmas de manera no válida. La última declinó a mitad de la campaña.  Ninguno tuvo en todo el proceso previo a la elección, posibilidad alguna de reputar, de crecer, de alcanzar el puntaje necesario para aspirar a ganar. El primer debate evidencio que les faltaba estatura frente a adversarios de mayor peso específico y no precisamente por haber sido postulados por partidos políticos. Después del segundo debate solamente prevaleció Jaime Rodríguez como candidato “testimonial”, captando algunas adhesiones de electores anti sistémicos. Lo relevante es que pusieron a prueba el sistema electoral mexicano, que fueron evidencia de un mejor uso de tiempos y espacios públicos para reforzar la certeza, la equidad, la legalidad y otros valores democráticos presumibles que acompañaron el proceso electoral 2018.  

Difícilmente veremos una elección rodeada de las circunstancias y escenarios similares a la elección 2018. Lo que queda es la dificultad de determinar votos duros para ningún partido. Esta elección cambiará las reglas del juego democrático más por la adaptación necesaria de sus grandes perdedores que por la acción del ganador. Un nuevo escenario se construye y cambiará la forma de hacer oposición en el país. Esperemos sea útil para todos los mexicanos.

Por Carlos Anguiano

@carlosanguianoz en Twitter