Si algo de los políticos ofende y molesta a la ciudadanía es el confirmar el tipo y clase de acuerdos que hacen entre ellos, sin diferencia de partido, para beneficiarse y que cuando se trata de asuntos del pueblo antepongan sus intereses al beneficio común.

Más fácil de descubrir que un truco de mi añorado “Beto el Boticario”, lo de Manuel Coello Velasco ayer en el Senado fue, carambola de tres bandas que cae en la buchaca del Congreso, un asunto desaseado por donde se le quiera ver. Y es que ¿por qué empeñarse en ser el gobernador suplente de sí mismo? ¿No rompe esta simple acción el principio de “no reelección” que aún no llega a los titulares del Ejecutivo? Esto más que lícito parece bastante lisito.

Para colmo, el hecho de que le hubiesen negado la solicitud en el primer intento y que luego lueguito, como se dice por ahí, cambiasen de parecer, termina por destapar la trama.

Ojalá y algún día nuestros políticos fueran tan diligentes, capaces y sobre todo tan voluntariosos para poner toda esa disposición y capacidad en beneficio de los ciudadanos, dejando de hacerlo sólo cuando se trata de ellos y sus partidos.

Que le aproveche Chiapas, que tal vez allá le haga menos daño a México.

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