Era la noche del 05 de junio de 2016, la noche de los cuchillos largos, cuando el PREP confirmaba lo que sería hasta ese momento, el mayor descalabro electoral en la historia del PRI, el mismo PRI que apenas unos años antes, soñaba con el regreso de ese partido hegemónico y casi intocable, pero que de buenas a primeras ese sueño se fue desmoronando durante el mandato de Peña Nieto.

En aquella elección, se confirmó lo que llevaba semanas incluso meses proyectándose, el abandono de la Federación y Peña Nieto, hacía sus gobernadores aliados, para favorecer al PAN como el partido opositor más fuerte. Aquel 05 de junio el PRI perdió 7 de 12 estados, entre ellos, Durango, Quintana Roo, Veracruz y Tamaulipas que habían sido auténticos bastiones rojos.

Coincidentemente, la mayoría de los gobernadores panistas electos en aquella noche, habían tenido participación en la aprobación de las famosas reformas electorales que tanto presumió el peñismo, el resto, tenía cercanía e incluso compadrazgo con el operador político de Peña que despachaba en Bucareli.

A muchos analistas les hizo sentido, y es que para los dos grandes aspirantes a la Presidencia dentro del Gobierno de Peña, les era indispensable quitarle la fuerza política a los gobernadores priistas, para así no tener contrapesos y controlar la designación de candidato en el 2018. Videgaray y Osorio Chong tuvieron que haber vendido a Peña el escenario que perseguir y enjuiciar a los suyos desviaría la atención de sus casas blancas y otros actos de corrupción y los confirmaría como un gobierno donde no cabía la impunidad y se hacía justicia, al tiempo que, debilitarían a López Obrador, al posicionar al PAN como el partido aspirante a quitarles la presidencia.

Tal fue el pacto del Peñismo con el PAN, que a pesar de lo exitoso de su fórmula con el PRD y Movimiento Ciudadano, estos últimos decidieron no ir en alianza coincidentemente en Hidalgo, estado donde fue Gobernador Osorio Chong, y en 2017 en el Estado de México, estado de Peña Nieto, donde no falta decir, que el PRI se alzó con la victoria.

Sin embargo, la estrategia no funcionó, los gobiernos estatales de coalición no terminar de cuajar y acumularon en un corto plazo más negativos que positivos, al tiempo que el fuego amigo y los desaciertos de Peñismo, así como la ruptura con los liderazgos locales que se sintieron agraviados por el grupo en el poder, terminaron por dilapidar al PRI.

Este escenario y sus años de lucha, generaron las condiciones perfectas para la llegada de López Obrador al poder, quién desde esa elección no hizo mas que crecer.

Hay quienes aseguran hoy que Peña es intocable, que tiene un pacto con el actual gobierno; cuando verdaderamente lo único que sucedió es que Peña jugó a la segura, e hizo lo que todo mandatario debería de hacer, sacar sus manos de la elección y dejar que el puntero gane y la voluntad de la mayoría se imponga.

Al haberlo hecho, Peña Nieto no le hizo un favor a López Obrador, mas bien no se arriesgo a ganarse la enemistad de quien sería el próximo presidente de México. Pero ello, no le da garantías y no lo hace intocable. Al contrario, el desprecio general hacia Peña, incluso por el mismo priismo, lo convierten en ese extintor en vitrina, que esta listo para usarse en caso de un incendio.

Las elecciones del 2021, la crisis de salud y la económica ocasionada por la pandemia, empiezan a dibujar un escenario que se le puede complicar al ex mandatario mexiquense. Traer a Peña Nieto para apagar cualquier fuego previo a la elección y consolidar el discurso de cero impunidad y corrupción de la 4T es algo tan atractivo como presumiblemente sencillo y les abonaría en el objetivo de lograr quedarse con la mayoría en la Cámara de Diputados.

La acciones legales contra su brazo derecho Videgaray, y las acusaciones de Lozoya, Zebadúa, Javier Duarte y el mismo Alonso Ancira, más las que se sumen, parecen ser demasiado tentadoras para el gobierno como para dejarlas pasar por alto; no por nada el mismo Ancira sugirió a Peña irse al rincón más lejano del mundo para tratar de evitar su detención.

¿Romperán la vitrina los morenistas y sacarán el extintor de Peña Nieto? Todo parece indicar, que tarde o temprano, así será.