Uno de los aspectos que han marcado el rumbo de este Siglo XXI es el desarrollo de las Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación (NTIC), particularmente en las ramas de la informática y las telecomunicaciones; lo que ha resultado en el crecimiento de las tecnologías digitales, el Internet y las redes de telefonía móviles.
Sin duda, esta transformación del mundo contemporáneo, mejor conocida como era digital, ha influido en los procesos productivos y económicos, en la vida social y en la política, ya que estas tecnologías han diseñado modelos más abiertos y participativos dentro de las sociedades, pues ahora existen nuevos instrumentos para informarse, comunicarse, expresar preferencias, gestionar y exigir derechos ciudadanos; lo que puede inferir en las campañas políticas y sus diferentes formas de financiamiento, hasta las bases de participación ciudadana.
No obstante, este exceso de información tiende a generar una problemática en la interpretación del mensaje emitido por los gobernantes hacia los ciudadanos, quienes se quedan muchas veces con una idea parcial de aspectos fundamentales de la agenda pública; lo que ?paradójicamente- genera un distanciamiento entre ambas partes, cuando la intensión tendría que ser propiciar lo contrario, un acercamiento.
En este contexto representado por el mar de tecnologías y de información actuales, y con el propósito de establecer un puente de comunicación entre el gobierno y los ciudadanos, me parece oportuno responder a las siguientes preguntas: ¿Para qué nos sirven estas nuevas tecnologías? ¿Qué fines podemos lograr con ellas? ¿Cómo puede impactar de manera positiva la era digital en nuestra vida política?
Desde mi perspectiva, para lograr un efecto positivo en la relación gobierno-ciudadanos, la era digital debe propiciar un acercamiento que genere una supervisión constante y medición de resultados para conocer las necesidades de las personas. Sólo a través de la utilidad práctica es como las tecnologías de la información nos van a permitir tener una mejor ciudadanía y gobiernos.
De tal manera que el poder de la información se debe traducir en ciudadanos con capacidad de proponer buenas iniciativas y acciones públicas. Pero para que esto sea posible, se requiere que las características de las políticas públicas y sus resultados puedan observarse y compararse fácilmente; que los costos de esta información no sean significativos, y que no resulte oneroso exigir una acción de la autoridad por dichas vías.
Asimismo, las autoridades deben adoptar políticas pro-ciudadanos articuladas y de largo alcance, lo que implica una nueva visión de los problemas públicos (no como una declaración de principios), sino como forma distinta de actuación institucional.
Cabe mencionar que el uso de las tecnologías de la información ha generado consecuencias positivas y, en algunos casos, excesos. Por un lado, ha fortalecido el ejercicio directo e inmediato de los derechos ciudadanos fundamentales: la libertad de expresión, el derecho a peticionar a las autoridades, el derecho de libre acceso y la disponibilidad de la información pública, entre otros.
Sin embargo, estas mismas tecnologías han servido para generar nuevas formas de censura, menoscabos a derechos intelectuales, la desaparición de la privacidad, formas autoritarias de control, la privatización de informaciones de carácter público o la formación de gobiernos totalitarios.
Lo que es un hecho es que los gobiernos en todo el mundo tienen una oportunidad histórica, la de usar a favor de la ciudanía las tecnologías y proveer información efectiva para que resuelvan sus problemas cotidianos y presenten las demandas que más les afectan día a día y, con ello, generar un diálogo que beneficie la vida pública y política.
Es fundamental imaginar y poner en marcha instrumentos para generar gobiernos cercanos; crear nuevas formas de relación nos permitirá construir comunidades, gobiernos más democráticos, republicanos, con una ciudadanía digital fuerte y, en suma, lograr una mejor relación entre los ciudadanos y sus gobernantes.
Por muy difícil que pudiera parecer esto, quienes habitamos la Ciudad de México, podemos constatar que sí se puede crear una red digital eficiente, por medio de algunos ejemplos: identificar en WhatsApp o Twitter las rutas menos congestionadas para transitar, las vías más directas para llegar de un lugar a otro, los puntos donde existen accidentes, las ciclo vías existentes, las noticias económicas y políticas que nos afectan en el momento que ocurren; y los problemas de escasez de servicios públicos.
Podemos, además, hacer denuncias por casos de soborno o corrupción, entre otras; y aunque no ocurre el uso de la tecnología en todos los espacios del territorio nacional de igual forma, es indudable que es un fenómeno que no tiene freno y pronto será la forma de evaluar a los gobiernos.
Necesitamos construir un espacio digital de apoyo y colaboración para tener una mejor Ciudad y un mejor país; es hora de dejar atrás la idea de un gobierno centralista, pues con este nuevo renacer de la comunicación a través de las nuevas tecnologías, resulta impensable que la democracia no pueda florecer.
Estoy segura que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación de esta era digital pueden generar una mejor ciudadanía, un mejor desempeño gubernamental, y por supuesto, una mejor sociedad en vinculación con los quehaceres del gobierno.
Aprovecho este espacio para invitarl@s al curso La Era Digital, convocado por el ICADEP, A.C., que se llevará a cabo el próximo jueves 16 de abril a las 9:30 hrs. en el Hotel Krystal Grand Reforma, ubicado en Av. Paseo de la Reforma #1, Col. Tabacalera, en la Delegación Cuauhtémoc de esta Ciudad de México (la entrada es gratuita).
*Dunia Ludlow se desempeña actualmente como Secretaria General del Instituto de Capacitación y Desarrollo Político, A.C. (ICADEP) del Partido Revolucionario Institucional. Es Maestra en Gobierno y Administración Pública por la Universidad Complutense de Madrid, España.