Es probable que mis “tres tenores” no sean los que ustedes pudieran estar pensando, y esos en los cuales pudieran estar pensando acaso ni siquiera estén en mi lista, que no es de tres sino de cuatro o cinco.

En la serie de conferencias en vivo por Facebook, Ópera en Tiempo de Coronavirus, el tercer tema ha sido “Mis ‘Tres Tenores’”. Se explica el fenómeno mediático y comercial del espectáculo “Los Tres Tenores” -iniciado en 1990 por Luciano Pavarotti, Plácido Domingo y José Carreras- y sus consecuencias en términos del arte musical y operístico.

Se va al fondo estructural del nacimiento del canto moderno con Enrico Caruso (1873-1921) al iniciarse el siglo XX y, aún más allá, a los antecedentes históricos del mismo. Un historial de más de 200 años. En el contexto de un arte dominado en su origen por la música y la ópera barroca, y por sopranos, castrados y voces masculinas graves, surge con Manuel García (1775-1832), Rubini (1794-1854) y Mario (1810-1883), la extraordinaria expresión de la voz del tenor, única frente al resto de las voces humanas por ser antinatural en su registro agudo y por su frágil cualidad orgánica y estética, creada y desarrollada a partir de preceptos básicamente técnicos.

A estos tres tenores primigenios les continuarán dos más en el siglo XIX. El polaco Jean de Reszke (1850-1925) y el italiano Francesco Tamagno (1850-1905), predecesores del “padre” del canto moderno y de los tenores, Caruso. Y entre Beniamino Gigli, Giuseppe di Stefano, Mario del Monaco, Aureliano Pertile y otros grandes tenores representantes del verismo italiano, del canto verdad en el siglo XX (Giovanni Martinelli, Giacomo Lauro Volpi, Tito Schipa Franco Corelli, etcétera), podremos elegir a nuestros tres tenores que acaso sean cuatro o cinco. A final de cuentas, cuestión en alto grado subjetiva, cada cual puede elegir a los suyos. Aquí el video: