¿Polarizando la contienda electoral?

A unas semanas de las elecciones, la contienda está polarizada. Tanto se empeñó el presidente, Andrés Manuel López Obrador; tanto se empeñaron los opositores a la Cuarta Transformación hasta que por fin lo lograron. Transitamos por campañas que desechan la razón para instalarse en los terrenos de la confrontación. País de la suma cero. Cromática del blanco y negro, que desecha no sólo los grises, sino la amplia gama de colores de la realidad de una sociedad plural.

Curiosamente la polarización más fuerte en los medios no está entre candidatos, vamos, ni siquiera entre partidos, sino entre otros actores de la vida pública. Aunque ninguno estará en las boletas, el Presidente López Obrador y el periodista Carlos Loret de Mola se disputan la credibilidad en las redes sociales y los medios de comunicación, el primero desde sus mañaneras, el segundo desde una plataforma digital. La Presidencia de la República le compite al INE el arbitraje electoral. Por momentos, el Presidente parecer querer ser quien establezca lo que está o no está permitido en este proceso.

La meta del Presidente es clarísima: conservar la mayoría de la Cámara de Diputados, para poder consolidar su proyecto. ¿Cómo lograrlo? Polarizando la contienda. Se trata de una apuesta riesgosa, donde se camina por senderos peligrosos para la gobernabilidad y la estabilidad social. Su planteamiento: “estás conmigo o en mi contra” puede llevarlo a perder el apoyo de sectores sociales que finalmente le dieron el triunfo hace tres años. En el otro lado de la moneda, si su estrategia resulta, el Presidente incrementará su voto duro hacia la segunda mitad de su mandato. Sus decisiones y palabras apuntan a esta segunda opción. Estudios, como los publicados por un diario internacional hace unos días establecen tendencias y escenarios favorables al partido y a la estrategia del Presidente.

A estas alturas de su sexenio, López Obrador ya perdió el apoyo de diversos sectores de la clase media, no sólo los dos mil 500 intelectuales que firmaron un desplegado crítico al Presidente. Hablo de médicos, investigadores, profesores, pequeños y medianos empresarios; así como de aquellas personas que fueron despedidas sin mediar diagnóstico o reflexión alguna de cuales habían sido sus desempeños. En cambio ha ganado la lealtad de los beneficiarios de los programas sociales de su gobierno.

La apuesta de AMLO podría tener éxito, porque probablemente los sectores clasemedieros decepcionados, si bien no votarían por candidatos de la Coalición Juntos Hacemos Historia, tampoco lo harían por algún otro partido o coalición, el recuerdo de tropelías y corruptelas de panistas y priístas son todavía recientes. De está manera, uno de los tercios del electorado quedaría diluido entre la decepción y el abstencionismo, mientras que los otros dos tercios se fortalecerían en sus respectivos votos duros.

¿Quién además del Presidente se beneficia de la polarización?

El PAN, no el PRI y mucho menos el PRD, porque es la fuerza política más grande en la alianza Va por México. El voto antiAMLO ubica al PAN como el partido más beligerante en contra del Presidente, razón más que suficiente para que en un escenario polarizado reciba más votos.

En 2018, la alianza con los panistas desfondó al PRD, ahora luchan por conservar su registro. Falta ver que ocurre en el PRI, si se diluye en la alianza Va por México o los gobernadores priístas son capaces de conservar la mayoría en sus estados.

Mientras caminamos en el filo de la navaja de la polarización, la moneda está en el aire. La política es de bronce.