Independientemente de la copia de la capilla Sixtina montada en el atrio de la catedral poblana, la cual es motivo de versiones encontradas, en cuanto a concepto y finalidad, este 2019 se cumplen 500 años de la presencia de una partida de aventureros rapaces en estas tierras, cuyo desenlace fue y es el México de la Conquista que somos. La creación del mestizaje. Puebla en particular ocupa un lugar primordial, pues la ciudad nació con la pompa virreinal de ser modelo de vida para los indios (“vivir en policía”) recién conquistados. La espada y la cruz blandidas en una sola mano.

No es la primera vez que acontecimientos relacionados con la Conquista se tornan centrales en las decisiones locales de mando. En 1992, el gobierno de entonces creó la Comisión del V Centenario del Descubrimiento, con un consejo consultivo robusto. No para conmemorar, porque “no hay nada que conmemorar”, manifestó el historiador Enrique Florescano, a la hora de cortar el listón inaugural, “pero sí mucho qué averiguar”.

Con ese motivo se puso en marcha el programa editorial más ambicioso que se conoce en la historia de la entidad. Por una lado ediciones espléndidas de investigadores notables, en coedición con la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México y el INAH, y del otro publicaciones populares rescatadas de los archivos y rarezas que, de no ser por el prurito de Efraín Castro Morales, se habrían perdido irremediablemente. Aquella fue una osadía a cuatro manos entre el propio Castro Morales y Sabino Yano Bretón. El congreso les debe un reconocimiento.

Cito a modo de ejemplo los libros de la Capilla del Rosario (Domus Aurea) y de Tonantzintla (Santa María), ambos de la autoría del erudito en menesteres del arte virreinal Antonio Rubial García. Publicaciones insuperables hasta ahora; y la edición de una copia facsimilar del Códice Cospi, acompañado de estudio de la gran Carmen Aguilera. Entre las ediciones populares: opúsculos de Sor Juana Inés de la Cruz, y hasta un memorial administrativo de quien es considerado el padre de la modernización industrial de México: Esteban de Antuñano.

En esa misma dirección se han tomado nuevas decisiones dignas de ponderar. Dos meses atrás se presentó en Cholula uno de los historiadores más controvertidos de entre los controvertidos que se ocupan de temas de México. Me refiero a Christian Duverger. Habló de Cortés. De quien es autor de una hipótesis audaz, tal vez la mas audaz de cuantas se conocen respecto del conquistador. Cortés, el perverso, el maquiavélico, el que habría ahorcado a Catalina, en Coyoacán, su primera mujer, se habría valido del nombre del soldado raso Bernal Díaz del Castillo (que “no sabía escribir”) para publicar una nueva versión de la Conquista, su Conquista, en la que de nuevo él es el Centro que todo lo imanta y determina. En esta idea el afamado cronista Bernal es una invención de la perversidad de su capitán, Cortés. Este historiador tenido aquí, allá y acullá por conservador, se caracteriza por poner en duda todo lo que toca. Creo que pocos como él le otorgan su verdadero sentido a la ciencia. Por lo menos a la que se ocupa del pasado.

Con motivo de la publicación de su libro “Crónica de la eternidad. ¿Quién escribió la historia verdadera de la conquista de la Nueva España?”, en 2013, conversó con Héctor Aguilar Camín y Héctor de Mauleón; la entrevista se publicó en “Nexos”, en su edición de abril de aquel año. Duverger, entre otros recovecos, cuestiona:

(…) “la ubicuidad de Bernal que escucha detrás de las puertas, lee el correo de Cortés, narra la boda del conquistador, revela detalles íntimos de su vida y ¡está presente al momento de la lectura del testamento del marqués del Valle! Ese diablo de hombre lo sabe todo. Absolutamente todo sobre Cortés. ¿Es creíble que asista a las entrevistas con el emperador Carlos V, que pueda captar y rememorar palabra por palabra los diálogos intercambiados entre el conquistador y el soberano azteca? Pongo en tela de juicio sus lecturas: lo sorprendemos leyendo libros prohibidos o a veces ¡no publicados! Cuestiono su fabulosa memoria a los 84 años de edad. También su impresionante cultura, muy sorprendente para un soldado raso”.

Felizmente la cultura poblana es motivo de disputas acaloradas de una década a esta parte; podemos fecharlas allá por el 2010, cuando de manera inopinadamente el entonces gobernador electo Rafael Moreno Valle discurrió entre amigos que había determinado suprimir la Secretaría de Cultura por onerosa e inservible. Las críticas se encendieron entre los grupos. Corrigió con el argumento de que la finalidad de la medida era modernizar los servicios y promover la mejor política cultural del país. Esa era la verdadera razón, dijo, por la que era preciso la desaparición del ente gubernamental y la sustitución por otro acorde al nuevo proyecto. La grandilocuencia vana fue la marca que caracterizó al finado.

Creo que el cambio de gobierno y la orientación que se determinó en la elección pasado amerita la puesta en marcha de una nueva política cultural, una política cultural laica, sí laica, en consonancia con los anhelos depositados en las urnas por los electores. Hay que institucionalizar la nueva institución (la SC) con base en criterios de una verdadera democracia que ponga la libertad (como autonomía) en el centro de todo. De personas y grupos. Con una perspectiva de paz y reconciliación, porque al final del día eso es la cultura. El triunfo de la razón por encima del fundamentalismo de la fuerza de las piedras y los palos. (Por eso la zozobra alrededor de la Sixtina y sus ceremonias bautismales y la presencia de nuevo de los grupos de poder del Edomex).