Dicen que “cae más rápido una Chayito que un cojo”, pues la exfuncionaria, encarcelada por ratera, el 16 de octubre publicó una carta escrita a mano, donde expresa melodramáticamente: “no quiero que se abran estas pesadas puertas con la mentira y la falsa declaración disfrazada de testigo colaborador”, pero ahorita ya está “cantando” (me recordó al secuestrador Andrés Caletri, quien al ser apañado en febrero del año 2000, declaró desafiante: “¡Nos vemos en el infierno!”, pero ya estando en Almoloya, con la cabeza agachada, respondía con voz humilde a todos sus cargos: “Sí, señor; sí, señor”).

¿Y cómo no cambiar de parecer, cuando “la libertad es muy bonita”, como dijo el “Chapo” Guzmán? Sobre todo, si la libertad la usas para subirte a un caballo pura sangre y galopas hacia una joyería para adquirir aretes de 400 mil pesos.

La carta donde Chayito declaró: “No voy a mentir para obtener mi libertad, ni pienso salir por la puerta de atrás” (aunque quisiera salir por cualquier puerta, ventana o rendija) de alguna manera, estaba advirtiendo: “Me voy a volver testigo protegido para dejar de escuchar la plática de la Mataviejitas y volver al cotorreo, pero para que mis cuates poderosos no la agarren conmigo por rajona, voy a anunciar que fui obligada a mentir, y cuando salga lo voy a negar todo, o no me van a dar chamba en Sí Por México”. Claro, sin tocar al ex presidente, pues dice Ciro Gómez Leyva que la raterilla le dijo en una llamada telefónica, que “no tiene nada que imputarle a Enrique Peña Nieto” ¿y cómo dudar de su palabra? Si todos sabemos que “Ciro ♥ Chayo”.

Una estrategia parecida a la de Javier Duarte, quien, mientras esperaba que la policía lo apañara en un hotel de Guatemala (o mientras los uniformados ya lo estaban esperando en el lobby), tuvo la puntada de grabarse en un video, en un balcón de su habitación, diciendo que no era una detención, sino que “se estaba entregando voluntariamente”, mediante un pacto con el gobierno, para ver si eso le ayudaba a salir libre (por cierto, también quiere “cantar”, pero es como Arjona y nadie escucharlo).

Quién sabe si realmente Chayito esté presa por una venganza del “Peje”, lo cierto es que al pueblo le encanta ver sufrir a quien le robó a los pobres (pues sus desvíos monetarios, que fueron a las arcas del PRI y a sus bolsillos, salieron de programas sociales), y es divertido el juego de ajedrez del presidente, donde se va comiendo piezas importantes (Collado, Lozoya, Rosario, Zabadúa, Duarte), para cercar al copetudo rey.

Eso de poner a los testigos de Jeohvá a declarar a unos contra otros (Chayito, Zabadúa, Lozoya y próximamente Videgaray), me recuerda “Cosecha roja”, la primera novela policíaca del gran escritor Samuel Dashiell Hammett, donde un detective pone a cuatro mafiosos a aniquilarse entre sí. Resulta cómico ver a pelearse a estos pájaros de cuenta, cual tripulantes de una embarcación que se está hundiendo, riñendo por el único salvavidas. Que todos los veamos perder la dignidad, es un placer por el cual, muchos apreciamos a la 4T.

Probablemente salgan todos esos roedores del bote, y sigan comiendo queso suizo en sus ratoneras residenciales, ratas despreciadas por la sociedad (lo cual, no creo que les afecte en lo más mínimo, como dudo mucho que a Felipe Calderón le preocupe que todos lo veamos como un borracho lamentable), pero al menos, el “Peje” nos concedió el gusto de verlos padecer.

Si el próximo sexenio vemos caer también a Mancera, pago mi boleto en la próxima boleta.