El periódico español El País abrió una sección denominada nimileuristas. Aquí, habrá que hacer un paréntesis para definir ese neo-neologismo. Mileurista se empleó en España para definir a una persona con unos ingresos que no superaban los mil euros al mes (aproximadamente poco más de 16 mil quinientos pesos hoy).

 

El término fue acuñado por Carolina Alguacil en agosto de 2005 mediante una carta a dicho diario titulada Yo soy 'mileurista'; como Carolina, los afectados, en su gran mayoría profesionales con posgrados en su haber, la emplearon y le dieron una rápida difusión por tratarse de una forma muy expresiva de describir una situación compleja y frustrante. Hasta hoy.

 

“El mileurista es aquel joven, de 25 a 34 años, licenciado, bien preparado, que habla idiomas, tiene posgrados, másteres y cursillos”.


Nimileurista, o que no llega ni a los mil euros, es la consecuencia de un económica y financieramente desastroso 2008 que aún no termina de causar estragos en cada rincón del mundo, pero que lleva unos años de retraso o una permanencia (in)voluntaria en países como México que está en crisis desde hace tres décadas.

 

No trato de pormenorizar la situación de los amigos y colegas españoles, que no se mal interprete, pero ya quisiéramos muchos mexicanos haber tenido un momento de bonanza reciente y no haber nacido en una década completamente perdida donde la clase media parece más un mito que una realidad.

 

Dice un extracto de esta sección “Hace siete años un sueldo de mil euros era considerado precario. Hoy es una aspiración casi inalcanzable para muchos.”


Las fronteras, las denominaciones (etiquetas de nacionalismos del siglo XVIII) y la total desvinculación global irrita al grado de recordarle a todo el mundo lo que nuestro flamante ex secretario de hacienda (y aspirante a la presidencia del país por el Partido Acción Nacional que integra a los tecnócratas del ITAM) nos dijo sin el mayor pudor: “Familias muy luchadoras con seis mil pesos les alcanza”. Para Ernesto Cordero con 360 euros, basta. 

 

 

“El desempleo y la extraordinaria precariedad laboral que sufren los jóvenes españoles son síntomas de un fracaso colectivo que no solo empobrece a los afectados”.


Desde hace tres décadas, las herramientas de profesionalización han sido negadas al grueso de la población mexicana. Sin embrago, existimos y subsistimos quienes hemos tenido la posibilidad de tener una educación pública universitaria. Siendo los menos, destacó La Jornada en febrero pasado: “los jóvenes de mayor preparación académica son el sector más golpeado por el desempleo en México”. Sin embargo, diferenciar la cifra de cuantos somos los profesionistas jóvenes (y por profesionistas entendemos en México educación media y superior) del rango de 15 a 24 años es ocioso, o al menos todas las cifras así lo apuntan:

 

"75 millones de personas entre 15 y 24 años estaban desempleadas en 2011"

"La tasa de desocupación juvenil es de 12.7"

 

Conclusión 1: ni a posgradistas aspira nuestra clasificación de jóvenes profesionistas.

 

El mismo texto de El País indica que en 2005 España “crecía a un cómodo 3,6% y soñaba con entrar en el G8”.

 

México ingresó a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) el 18 de mayo de 1994 y ahora preside el G-20, siendo también nuestro país el anfitrión de la cumbre en junio próximo en los Cabos, Baja California (¿algún mexicano reside ahí?).

 

¿Realmente soñábamos con ingresar a un Club de Ricos cuando la mayoría somos medianamente pobres, pobres o pobres extremos? Carlos Salinas de Gortari nos hizo creer que éramos y seriamos ricos. Hasta una Miss Universo como Lupita Jones tuvimos. Que tontos y aspiracionales fuimos.

 

Y resulta curioso que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se “horrorice” con las cifras de los profesionistas (sólo educación media y superior) fallecidos en la frontera:

 

“El 2011 fue uno de los años con mayor número de mexicanos muertos al intentar cruzar la frontera con Estados Unidos, al alcanzar la cifra de 767 decesos, la mayor parte de ellos jóvenes y mujeres con estudios de educación media y superior.”

 

Lo anterior una cita del informe de la vicecoordinación jurídica del PRI en la Cámara de Diputados y de la Secretaría de Asuntos Migratorios de la CNOP, que además, en una grave preocupación indicó que “de los 767 muertos en la frontera México-Estados Unidos, 85 por ciento fueron jóvenes, hombres y mujeres de entre 15 a 29 años”. Con 29 años, solo hay de una sopa: naciste en 1982, la década perdida heredada por Miguel de la Madrid y continuada por Carlos Salinas.

 

Sin embargo, países menos aspiracionales al american dream desmienten la fantasía: en América Latina el desempleo juvenil bajó de 15.9 durante 2010 a 14.9 por ciento para 2011, en el mismo periodo subió en México de 9.7 a 10 por ciento.

 

Conclusión 2: Mientras que los nimis (nimileuristas pero con licenciatura o posgrado, varios idiomas y padres pensionados o aún insertos en la fuerza laboral) aspiran a escapar de su país ¿a que aspiran nuestros ninis? ¿Será posible que al menos cambien de unidad habitacional?

 

Destaca Milenio hoy: "uno de cada 20 adolescentes tiene una responsabilidad conyugal. Mientras que otros mil 940 menores de edad han enviudado. México alojaba en 2010 a más de 434 mil niños y adolescentes casados o en unión libre. De ellos, más de 32 mil tenían entre 12 y 14 años, mientras que alrededor de 402 mil fluctuaban en edades de 15 a 17 años".